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Final: Críspula y el hechizo codificado

EN LA PIRÁMIDE
(Ya estamos en la pirámide. Todo resulta muy siniestro. Hay jeroglíficos en las paredes. Hay también hasta algún que otro sarcófago donde seguramente estarán las momias. Allí está la pobre Cleopatra en manos de esos que ya sabemos.)
MALARTARI.- Estás acabada, querida hermana. Aquí te quedarás haciéndole compañía a las momias. Nosotros mientras nos encargaremos de hacer el trabajo que tú no quieres. Sí, nosotros haremos la guerra, empezando por Roma. Tenemos que devolverle al pueblo egipcio su dignidad.
CLEOPATRA.- Hermana, sé que no sabes lo que estás haciendo. Si me dejas en libertad te perdonaré, no tomaré represalias. Pero si insistes en tenerme secuestrada, tarde o temprano vendrán mis guardias a salvarme y los cuatro lo pagaréis muy caro.
MALARTARI.- Habéis oído chicos. Ha dicho que lo pagaremos caro. (Se ríen los cuatro a carcajada limpia.)
RATÉS.- ¿Te crees que somos estúpidos? Lo tenemos todo atado y bien atado, como tú, preciosa reina.
MENTIRAFIS.- Es que tienes que quedarte aquí porque no nos dejas coger buenos botines para conquistar a Bisis. Pero te prometo que cuando ataquemos a Julio César yo le diré que lo amabas.
CLEOPATRA.- No podéis hacer eso. Nuestros tratados de paz están dando prosperidad a Egipto y al mundo entero. La guerra es la muerte, es la destrucción. Además, el ejército romano es muy poderoso.
DEMONÓN.- ¿Dónde está esa prosperidad? Eres muy ingenua querida reina. La guerra es el poder, es la gloria. Por eso es poderosa Roma.
MALARTARI.- Aquí te quedarás. Vamos, que tenemos mucho trabajo por hacer.
(Se van los cuatro y Cleopatra se queda sola, atada.)
CLEOPATRA.- No puede ser. Yo estoy aquí sin poder moverme y el mundo está en peligro.
(De repente aparece Críspula con los dos niños, los tres con sus ropas egipcias. Cleopatra se lleva un susto tremendo. Ellos se postran ante la reina y hablan sin mirarle a la cara.)
CRÍSPULA.- Majestad, me llamo Críspula y he venido con estos dos niños a ayudarla a resolver sus problemas.
CLEOPATRA.- Espero que nunca vuelvas a pegarme un susto como este. Casi me da un infarto. Tenemos que hacer algo enseguida, el mundo está en peligro, no debí de confiar en mi hermana Malartari.
JUAN.- Me permite su excelsa majestad que levante la cara.
CLEOPATRA.- ¿Cómo? ¿Pretendes mirarme?
JUAN.- Es que eres tan bella.
CLEOPATRA.- Eres un niño muy atrevido. Pero ahora no puedo enfadarme. Está bien podéis levantaros. Y de paso, me desatáis. Tenemos que actuar enseguida.
(La desatan)
CRÍSPULA.- Yo tengo pensado un plan. La pirámide nos va a permitir darle a esos cuatro una lección que les quitará para siempre las ganas de la guerra.
ANTONIO.- Además Críspula es un hada.
CLEOPATRA.- ¿Qué es un hada?
CRÍSPULA.- Soy un ser mágico. Con esta varita y diciendo las palabras correspondientes puedo realizar auténticos encantamientos.
CLEOPATRA.- ¿Eres una hechicera?
CRÍSPULA.- Pero únicamente para hacer el bien.
CLEOPATRA.- Reconozco que es una suerte que os hayáis cruzado en mi camino.
CRÍSPULA.- Tenemos que conseguir que esos vuelvan otra vez a este lugar. Para eso usaré mi magia.
CLEOPATRA.- ¿Qué vas a hacer?
JUAN.- Hará que se crucen los pasadizos. Va a ser muy divertido.
ANTONIO.- Cuando lleguen aquí será lo mejor.
CRÍSPULA.- Vamos, todo el mundo a sus puestos.
CLEOPATRA.- Pero yo no tengo ningún puesto.
CRÍSPULA.- Tú vendrás conmigo. Risa risible vamos a parecer gente invisible. (Movimiento de varita)
CLEOPATRA.- Me temo que no ha funcionado. Yo os sigo viendo.
JUAN.- Es que nosotros sí nos vemos pero ellos no nos verán.
(Se retiran. Entra Ratés. Está muerto de miedo.)
RATÉS.- ¡Ay de mí! No sé qué ha pasado, pero estoy perdido. Ay, ay… me moriré en este terrible lugar.
(Uno de los sarcófagos se abre y queda al descubierto la momia. Ratés se queda sin habla. La momia avanza hacia él. Empieza a sollozar. Se tira al suelo.)
RATÉS.- No me haga nada señora momia, haré lo que me pida.
MOMIA.- No soy señora, imbécil, soy señor.
RATÉS.- Perdón señor momia. Pero así suena muy mal. ¿Qué estoy diciendo? Ay, perdón, señor. No me haga nada.
MOMIA.- Tengo que comerte. Hace mucho tiempo que no como nada. Me encanta el sabor tan agridulce que dejan en el paladar los amantes de la guerra.
RATÉS.- Yo no soy amante de la guerra y además estoy enfermo, se pondría mal, señora momia, digo, señor.
MOMIA.- No me puedo poner mal porque estoy muerto.
RATÉS.- Por favor no me coma, le prometo que ya no soy amante de la guerra.
MOMIA.- Veo que no mientes. Se te han quitado las ganas de la guerra de repente y así no estarás sabroso. Esperaré a que venga alguien más.
(Se mete en el sarcófago. Llega Demonón. Se encuentra a Ratés temblando de miedo.)
DEMONÓN.- ¿Qué ha pasado? ¿Dónde están los demás? Pero, si aquí fue donde dejamos a Cleopatra. ¿Por qué no está? ¿Ha huido?
(Ratés le hace señas, todavía está casi llorando, para indicarle que hay una momia en el sarcófago, pero Demonón no se entera. Ratés no puede articular palabra porque todavía está aterrorizado. Alguien se acerca con pasos siniestros, espeluznantes. Entra Juan, pero actúa de forma extraña, como si fuera un zombi)
DEMONÓN.- ¿Qué haces tú aquí? ¿Quién eres? ¿Cómo has llegado hasta este lugar?
JUAN.- (Habla con voz fantasmal) Soy un engendro, un hijo de la guerra. Me llamo Destrucción. Todo lo que hay en mí es odio y muerte. Vengo en tu busca porque sé que tú me quieres, serás cómo un padre para mí.
(Ratés se aleja muerto de miedo hacia la pared donde se queda pegado y tirado al suelo, su rostro es de verdadero espanto. Demonón está confuso. Juan se acerca a él y le tiende la mano.)
DEMONÓN.- ¿Qué haces niño estúpido? Yo no puedo querer a nadie, yo no puedo se padre de nadie.
JUAN.- Por eso te necesito. Tengo que alimentarme con tu odio.
DEMONÓN.- Yo… no puedo darte nada…
(Se vuelve a abrir el sarcófago y sale la momia de nuevo. Se dirige a Demonón. Ratés da un grito terrible. Demonón se queda sin palabras, se tira al suelo y llora desesperado.)
MOMIA.- Este sí que huele a amante de la guerra. Me voy a dar un festín.
RATÉS.- Eso, eso, mejor te comes a éste y a mí me dejas en paz.
DEMONÓN.- No, piedad, no me hagas nada señora momia. Yo no soy amante de la guerra.
MOMIA.- ¡Y dale con señora! ¡Soy señor! Vaya ya está desapareciendo el buen olor. Te dejaré. Esperaré a ver si con el próximo tengo más suerte.
(La momia vuelve al sarcófago, Juan se queda inmóvil. Llega Mentirafis.)
MENTIRAFIS.- No sé lo que ha sucedido pero de repente me he perdido. Ha sido como si se hubieran cruzado los pasadizos. Menos mal que os he encontrado. ¿Qué os pasa?
(Los dos están aterrados y no pueden articular palabra, señalan a Juan y al sarcófago murmurando sonidos sin sentido. Juan permanece inmóvil. Aparece Críspula con aire fantasmal.)
CRÍSPULA.- Por fin te encuentro. Tenía tantas ganas de verte.
MENTIRAFIS.- Pero si yo no te conozco.
(Los otros dos están temblando, de vez en cuando se pegan un susto.)
CRÍSPULA.- Me conoces mejor de lo que crees. Tú me amas, por eso soñaba con encontrarte y sabía que vendrías aquí.
MENTIRAFIS.- Yo no te amo, yo amo a Bisis. No sé quién eres ni me interesa.
CRÍSPULA.- Me llamo Violencia y tú me amas porque todo el que ama la guerra me ama a mí. Bisis no podrá amarte porque tu corazón es mío.
MENTIRAFIS.- Yo no amo la guerra, es que estos me han metido en ese lío. Por favor, no hables de esa manera que me está dando miedo. Y vosotros dos no os quedéis ahí parados decidle algo.
MOMIA.- (Desde el sarcófago) Este no huele a guerra. A este paso me voy a quedar sin merienda.
MENTIRAFIS.- ¿Qué ha sido eso? ¿Quién ha hablado? Mamá.
(Llora muerto de miedo y se pega también a la pared. Entra Malartari.)
MALARTARI.- ¿Dónde os habéis metido? ¿Por qué habéis vuelto a este lugar? Pero sí aquí tenía que estar la estúpida de mi hermana. ¿Qué hacéis con esa cara de bobos? Menudo atajo de inútiles.
(Críspula hace con disimulo un movimiento de varita. Entra Antonio. También actúa como un zombi y habla con voz fantasmal.)
ANTONIO.- Malartari, tú me has engendrado. Mi nombre es Crimen. He surgido gracias a tu odio y a tu hambre de guerra. Ahora vengo para quedarme siempre contigo.
MALARTARI.- ¿Qué dices niño estúpido? Yo nunca, óyeme bien, nunca he sido cariñosa con los niños. Sois insoportables.
ANTONIO.- Por eso mismo. Ahora tendrás que soportarme.
(Nuevamente sale la momia y se dirige a Malartari que la mira confusa)
MOMIA.- Aquí huele muy bien. ¿Dónde está ese dulce bocado.
ANTONIO.- Ésta es.
MALARTARI.- ¿De qué estáis hablando? ¿Qué broma es esta?
MOMIA.- Ayudadme, sujetadla para que no escape. Yo no quiero quedarme sin cenar.
(Se acercan todos, incluidos Ratés, Demonón y Mentirafis y sujetan a Malartari. La momia hace ademán de comérsela. Malartari empieza a llorar desconsolada.)
MALARTARI.- No me hagáis nada. Por favor. ¡Cleopatra! ¿Dónde estás? Ven y ayúdame.
(Entra Cleopatra)
CLEOPATRA.- Aquí estoy. ¿Por qué tengo que ayudarte? Recuerda que hace un rato me tenías atada y pensabas dejarme morir aquí.
MALARTARI.- Seré buena. Por favor ayúdame.
CLEOPATRA.- Está bien. Podéis dejarla.
(De pronto todos se quedan quietos, la momia se retira lentamente a su sarcófago. Los cuatro que ya conocemos dan un grito y salen corriendo. Críspula, Cleopatra y los niños se divierten viendo como se van aterrorizados.)
DEMONÓN.- (Mientras huyen)Eh Ratés, me las vas a pagar. Le dijiste al monstruo que me comiera.
MALARTARI.- Y a mí me habéis sujetado para ponérselo más fácil. Cuando estemos lejos de aquí me encargaré de todos vosotros.
(Se quedan los buenos solos)
CRÍSPULA.- A estos ya se les han terminado para siempre las ganas de hacer la guerra.
CLEOPATRA.- Muchas gracias Críspula. ¿Cómo podré agradeceros lo que habéis hecho por mí? Sí queréis os daré grandes riquezas.
CRÍSPULA.- Sólo quiero que me permitas ver una clave que hay escrita en el interior de tu anillo.
CLEOPATRA.- Puedes quedártelo si quieres.
JUAN.- Eso, así tendremos un recuerdo de esta aventura.
CRÍSPULA.- No, Juan. El anillo debe quedarse aquí. Recuerda que estamos en un tiempo pasado.
CLEOPATRA.- ¿En un tiempo pasado?
CRÍSPULA.- No puedo darte muchas explicaciones. Pero es así. No nos llevaremos el anillo.
ANTONIO.- Vaya rollo. Con lo que yo podría fardar con el anillo de Cleopatra.
(Cleopatra le permite a Críspula ver el interior de su anillo. Críspula da un pase con la varita sobre el mismo.)
CRÍSPULA.- Muchas gracias excelsa reina. Ha sido un placer conocerte. Te sacaremos de aquí y nosotros nos marcharemos. Tempo temporum, barra barrorum, cada uno volverá a su casa.

6. OTRA VEZ EN CASA
ISA.- Por fin habéis vuelto. Yo confío en ti Críspula, pero no podía evitar estar preocupada. Compréndelo. Nunca he tenido a mis hijos a más de dos mil años de distancia.
CRÍSPULA.- Bueno, ya te contarán ellos todo lo que nos ha sucedido. Pero ahora vamos a terminar el trabajo. Guardad silencio que voy a decir las palabras mágicas. Vola volando, voltea volteando, todo volverá. Libros escuchadme, seréis como siempre buenos maestros para los niños. Ahora la varita así, así.
(Vuelve a aparecer el mensaje pidiendo la contraseña. Críspula lanza la varita y se marca el código, un conjunto de letras y números. Aparece un nuevo mensaje: “Contraseña aceptada, el contrahechizo ha sido realizado con éxito.”)
JUAN.- Qué bien. Voy corriendo para ver si los libros vuelven a ser buenos.
ANTONIO.- Yo, ahora si te digo la verdad no me voy a poner a leer. No hay ganas.
JUAN.- Sí vuelven a ser como antes. Gracias Críspula.
CRÍSPULA.- Gracias también a vosotros. Sin vuestra ayuda, tal vez no lo habría conseguido.
ISA.- Bueno, vamos a tomarnos algo.

(Dejamos a nuestra adorable familia porque es interesante que veamos la reacción de Magnapia y los suyos.)

PERVER.- Magnapia, estoy recibiendo ondas que me dicen que Críspula a deshecho tu hechizo.
MALEVOL.- Tu clave secreta no ha servido para nada.
TENEBRO.- Hemos fracasado. No ha sido buena idea dejar las pistas.
MAGNAPIA.- Ja, Ja, Ja, no os habéis enterado de nada.
MALEVOL.- ¿A qué te refieres?
MAGNAPIA.- La pistas… los libros… todo ha sido para tenerlos ocupados con esto. Así he podido realizar el verdadero hechizo. Ya veréis. He hechizado la televisión y los dibujos animados. Dejarán de dar buenos ejemplos y de trasmitir mensajes educativos. Estarán llenos de violencia, serán maleducados y groseros, dirán palabrotas, enseñarán el culo… ya veréis. A los niños les encantarán. No se librarán de nuestra influencia.
(Mientras se ríen con terribles carcajadas, nos despedimos de esta aventura.)
Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
  • Media: 5.36
  • Votos: 80
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
Lébana
invitado-Lébana 13-11-2004 00:00:00

Magnapia si que es una bruja retorcida, menos mal que Críspula está al quite, ya se inventará algo para deshacer su hechizo. Me gustó el final de la aventura. ¿En qué época y país será la próxima.

Eddy Garcia
invitado-Eddy Garcia 12-11-2004 00:00:00

Denso trabajo que exige dedicación en la lectura, solo la pluma de un catedratico de tu altura es capaz de atarnos en una trama tan exigente, felicitaciones amigo, mi diez

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