--¿Qué es todo esto, Rafa?—Preguntó Naima al muchacho moreno que se paraba frente a ella.
--Quise darte una sorpresa, hacía mucho que no te sorprendía con algo…. ¿funcionó?
Naima frunció el entrecejo y miró toda su habitación en aquel hotel lujoso llena de flores amarillas: en las ventanas, sobre la cama, en grandes y vistosos arreglos que se posaban sobre las mesas… no había ni una sola flor de otro color, ni blancas ni rojas, sólo amarillas, las favoritas de Naima por mucho.
--Si, Rafa… funcionó—dijo Naima y después se acercó al sofá, apartó algunas flores de él y se sentó cómodamente—creo que ha funcionado, aunque la última sorpresa que me diste fue el miércoles pasado… y hoy es sábado.
--Entonces no fue tanto tiempo—dijo Rafa y sentó al lado de la muchacha de grande ojos marrones—creo que todo esto de la final del torneo me tiene muy emocionado y estresado a la vez… y habría sido peor de no ser porque te ví en las tribunas en mi primer partido, y para esa misma noche tu y yo ya estábamos saliendo.
Naima sabía a lo que se refería Rafa: había sido el lunes de esa misma semana, en Acapulco, cuando aquel muchacho de 19 años se estrenaba como profesional en aquel torneo. Rafa había robado la atención de Naima desde el primer instante, con sus 1.85 metros de estatura y la piel morena… y aún cuando fuera un muchacho como cualquier otro que no era tenista ni nada, Naima se habría sentido atraída hacia él.
Rafa, por su parte, había visto a Naima en las tribunas de su primer partido en Acapulco y también le robó la atención; decían que estaban hechos tal para cual, Naima era morena también y tenía grandes ojos cafés y labios rosados, y su rostro, aunque un tanto redondo, era agradable y lindo. Ese mismo día lunes en que Rafa vio a Naima, la invitó a salir justo cuando terminaba su partido…. Lo demás es historia: cenas por aquí, paseos por allá, besos frente a la playa… una relación amorosa llena de flores amarillas que Rafa le llevaba cada día a Naima.
--rafa—dijo Naima poniéndose más de frente al muchacho y mirándole a los ojos—nos conocemos apenas hace una semana y todo ha sido por casualidad… me he divertido, eso que ni qué, pero quiero que sepas que….
--Shhh—la calló Rafa poniendo un dedo sobre sus labios, después se acercó lentamente y la besó con ternura, disfrutando tanto la textura como el sabor de los labios de la bella muchacha—no digas nada….
Naima se quedó callada, pero a la vez retuvo algunas lágrimas dentro de sus ojos, procurando que Rafa no se diera cuenta de que estba a punto de llorar para evitar preguntas que arruinaran aquel momento.
--¿Me quieres, Rafa?—preguntó Naima mirando a Rafa a los ojos.
--No—contestó Rafa—te amo….
--Y si me voy…--dijo Naima y se mordió un instante el labio inferior--¿Llorarías?
--No—contestó Rafa nuevamente—me moriría.
Naima sintió que el alma se le iba a los pies y el corazón le dio un vuelco tan brusco que habría jurado que se saldría de su pecho y noquearía a Rafa…. Y a la vez rompió en llanto y se echó a los brazos de Rafael para sentir su corazón latiendo dentro de su pecho y sus fuertes brazos rodeándole suavemente.
--¿Por qué lloras?—preguntó Rafa.
--Es sólo que te quiero tanto—le dijo Naima entre sollozos—sólo te quiero tanto… y no te quiero perder nunca.
--No me perderás jamás, Naima—dijo Rafa—no me perderás jamás, te lo prometo… te lo prometo porque sé que así será, que te he esperado tantos años y no voy a dejarte tan pronto.
--¿Y cuando el torneo termine y tu tengas que viajar a otro lugar?
--Veremos la manera de que te quedes conmigo… te juro que no te vas a apartar de mi.
Naima quería creer en las palabras de Rafa, quería sentir que todo lo que él le decía sería verdad, que no la iba a dejar nunca y que podrían disfrutar de toda una vida juntos… pero no podía ni siquiera pretender que creía a sus palabras, no podía ni siquiera rogarle a Dios que le permitiera creer porque sabía que todo aquello era una falsedad.
Más que mentiras de Rafa, las mentiras eran de Naima por no podre decirle nada de lo que realmente llegaría a suceder dentro de poco.
Un minuto más en los brazos de Rafa era una eternidad compartida, un segundo en sus labios era la felicidad encerrada en un suave néctar apenas dulce… más los momentos en que él clavaba sus ojos oscuros en la pupila de ella, eran como las llamas del infierno que ardían dentro del corazón de ambos, siempre indicándoles que un amor estaba vivo.
¿Cuántas flores amarillas los rodeaban aquel día? Miles y miles quizás si eran, todas cortadas y compradas con cariño para una bella muchacha… ¿Cuántas ilusiones albergaba cada una de ellas? Nadie lo sabía, ni siquiera Dios en lo alto del cielo.
Pasó el día sábado, la noche fue estrellada y viva…. Aquellos dos enamorados se hundían en besos y caricias a la orilla de la playa, viendo el vaivén de las olas de color azul oscuro, besándose en los labios a cada cinco minutos…. Sintiendo la arena blanca escurrirse debajo de sus piés descalzos y ella, siempre sincera, deseándole a la luna llena que aquel momento no terminara nunca.
Pasó el día sábado, se fundió la noche con la madrugada del domingo. Los cuerpos inmóviles de los dos muchachos yacían uno al lado del otro y sus pechos apenas se elevaban al compás de su calmada respiración. Un sol amarillento se colaba por la gran ventana, el día ya se anunciaba y Rafa estaba aún tan tranquilo sobre la cama.
--Rafa—lo despertó Naima, moviéndolo dulcemente—Rafa, te tienes que levantar… hoy te espera un día largo, el último de ésta semana, y tienes que estar completamente preparado.
Rafa abrió los ojos y se encontró con la sonrisa de Naima, lo mejor que podía sucederle en todo el día y la mejor manera de despertar aquella mañana que presentía iba a ser perfecta. El muchacho se incorporó con pesadez y besó los labios de la muchacha morena, después se terminó de levantar, se vistió y esperó con paciencia que Naima también se vistiera para salir a desayunar.
El desayuno fue rápido y ligero, el entrenamiento de Rafa para el partido final de ese día fue todo lo contrario, más si quería quedarse con el primer premio tenía que estar preparado para ello. Naima no se molestaba porque no le prestara tanta atención como los días pasados, sabía que era importante para él y ella podía entenderle a la perfección… además, el día era largo al igual que la noche, aún había tiempo para los dos.
¿Narrar el partido? No, no es necesario… solo diré que fue reñido, siempre parejos ambos contrincantes; Naima tenía el corazón en la boca, los nervios quizás la atacaban más a ella que al propio Rafa, quien estaba tan tranquilo en la cancha. La muchacha aplaudía los puntos con entusiasmo, apoyaba y daba ánimos al chico que daba todo por ganar…. Y a final de cuentas, todo se logró: Rafa ganó.
Era difícil saber quién estaba más feliz por el asunto: Rafa o Naima. Ambos se veían tan contentos, no encontraban la manera de celebrar… y los reporteros seguían a la pareja para todos lados, tomándoles fotografías y publicándolas en distintos periódicos y revistas que probablemente se vendían en gran parte del país. A ninguno de los dos les importaban los reporteros, ellos eran felices juntos… pero ya era domingo, el último día en que Rafa estaría en Acapulco…. ¿y después? Rafa le había prometido a Naima que estarían juntos.
Aquella noche no fue estrellada, ni tenía luna llena… ni fue alegre: las nubes e arremolinaban sobre las cabezas de las personas, había viento y lluvias ligeras; quizás todo era un mal presagio, la naturaleza quería dar a entender que algo malo sucedería en pcoo tiempo… más adivinar qué sería era algo complicado, danie hablaba el idioma de la naturaleza… nadie la entendía, ni la interpretaba, ni le prestaba la más mínima atención.
Las flores amarillas de Naima aún adornaban toda la habitación del hotel y el perfume era quizás un poco más fuerte que antes… se embriagaba todo el ambiente con olor a flores. Sobre la cama descansaba Rafa, envuelto en sábanas de color blanco y respirando rítmicamente; al lado no estaba Naima, ya se había levantado, pero el lugar donde había estado reposando su cuerpo aún estaba algo tibio.
Rafa fue despertado por los rayos del sol escabulléndose sutilmente entre las persianas de la ventana; los ojos le dolían, había tenido varias horas plácidas de sueño y le costaba trabajo despertarse del todo. Estiró una mano para sentir a Naima a su lado, pero su mano calló sobre el colchón vacío que, como dije antes, aún continuaba algo tibio.
El muchacho se asustó al no ver a Naima, se levantó rápido de la cama y fue hast la cocina… quizás estaría preparndole el desayuno, pero no era así; no estaba en la sala, ni en el baño tomando una ducha… y la cadena de la puerta estaba suelta. Las flores comenzaban a marchitarse poco a poco.
Rafa se sentó en la sala, sobre el sillón en el que hacía dos días se había setnado Naima a su lado, y miró a través de la ventana preguntándose donde estaba aquella muchacha de ojos grande sy labios rosas que tantas veces había besado. Apenas había estado sin ella unos instantes y ya comenzaba a extrañar la textura de su piel bajo sus dedos, el aroma fresco de su cabello y la fragancia a flores que solía utilizar.
--¿Dónde estás, Naima?—dijo para sí Rafa y dejó caer la cabeza hacia atrás para mirar el techo--¿dónde te has metido?
Rafa cerró los ojos intentando canalizar toda su desesperación y el nerviosismo para hacerlo desaparecer, intentando mantener su mente alejada del paradero de Naima…. Queriendo creer que ella regresaría pronto y se sentaría a su lado como solía hacerlo siempre.
Sobre la mesa estaba el trofeo que Rafa había ganado el día anterior, rodeado de flores amarillas y digno de una fotografía; al lado había un sobre coronado con un pequeño ramillete de flores blancas que a su vez estaban atadas con un listón también blanco. Rafa se puso de pie de un salto y fue hasta la mesa, tomó el ramillete y un aroma conocido a flores le llegó a la nariz.
--Naima…--dijo con nerviosismo, y sus manos temblororsas por lo que sucedería se dirigieron hasta el sobre de color azul. Dentro había una carta escrita con la caligrafía impecable de Naima y a la vez era acompañada por el aroma de su perfume diario… un aroma que jamás escaparía a la nariz de Rafael.
Rafa:
Me cuesta creer que todo fue realidad, que realmente estuve contigo toda la semana compartiendo besos y tantos momentos que quedarán para siempre inmortalizados en el fondo de mi mente y mi corazón… me cuesta creer que todo aquello no fueron simples alucinaciones que tuve en mis momentos de soledad en los que le imploraba al cielo que me diera una pequeña oportunidad de estar con alguien como tu, alguien tan perfecto como lo eres tu.
Cada mañana me despertaba contenta a tu lado, sentía que estaba viva por ser tu rostro lo primero que veía cada mañana… y me enamoraba de tu sonrisa a cada momento; me volví adicta a tus besos, a tus caricias, a la manera en que pronunciabas mi nombre y me hacías sentir un vuelco en el corazón… me exasperaba el hecho de no estar a tu lado, me ponía mal que algunas veces ni me miraras y que te ocuparas en otros asuntos. Siempre te quería para mi, solo para mi… no quería que nadie más te mirara, ni que miraras a nadie más puesto que tenía el presentimiento de que me dejarías por cualquier rubia que te cruzara por enfrente… pero me di cuenta de que eras completamente sincero y que cada una de las palabras que me prometiste eran realidad…
Te he mentido a ti y a mi misma, me he engañado de la misma manera cruel con que te he engañado a ti: ya no estaré más contigo, ni mañana, ni esta tarde…ni nunca; ya no podré sentir tus besos y tu aliento quemándome la piel, ni me perderé en tu mirda cuando no tuviera absolutamente nada más que perder…y tu sonrisa, esa sonrisa que me gusta tanto y que no he de olvidar jamás, quedará existente solamente en el abismo del recuerdo.
Hoy, Rafa, me he ido y te he dejado para siempre; lo hice por motivos fuera de mi voluntad y del entendimiento humano… no morí, sigo viva, pero vivo lejos de ti. Así será de hoy e delante, jamás nos veremos otra vez… y ahora me puedes echar a la hoguera del olvido si es que te place, pero por favor recuerda estas palabras: te quiero con la misma intensidad con que te quise el día primero, te recuerdo con el mismo cariño con que te recordaba en los momentos que te alejabas de mi por instantes, te deseo con el mismo fuego con que te deseaba cada mañana y cada noche al prepararme para dormir… te amo, Rafa, y de la misma manera siempre te amaré, porque el amor no cambia jamás, se queda como es… con quien es; el amor es y será siempre igual.
Esta mañana, antes de irme, te he visto dormir por última vez; besé tus labios tibios, escuché el latir de tu corazón, respiré profundamente tu aroma para guardarlo en lo más profundo de mi ser… y de eso está hecho tu recuerdo ahora; Esta mañana, cuando aún dormías, me he despedido de ti.
No digo adiós, sino hasta luego solamente… no digo adiós, amor mío, no lo digo para siempre…más tampoco te prometo que nos volveremos a ver.
Hoy no quería llorar ante tus ojos y por eso me despedí mientras dormías…
Por Siempre
Naima
P.D:
Las flores amarillas son mis favoritas y tú me hiciste el mejor regalo con ellas que jamás podré tener. Las flores blancas, en cambio, las dejo como símbolo de mi esperanza de volvernos a ver.
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Más allá de los sueños y los cuentos de hadas que escribo, más allá de los sentimientos que intento dar a conocer, hay una persona especial, el motivo de mis inspiraciones, el motivo de mis alegrías y mis tristezas, de mis sueños de hadas y princesas. Si algún día nos hemos de encontrar, sabrás al leer todo lo que te he escrito cuánto te amo... y como si se tratase de un hechizo, te quedarás a mi lado para amarme con la misma intensidad con la que yo te amo.
Zoe Santillán.
que hay mucho dentro de ti, deja salir todo ese sentimiento y que sepan lo maravilloso que puede ser vivir una cosa mas........ GRACIAS por todo!