Fuiste tú la luz que mis ojos abrió,
La luz que un día para siempre me condenó
A quererte sin reproche, fortuna ni caricias,
A amarte con pasión, desesperación y lujuria.
Fijamente me miraste y por decreto
De un cupido juguetón me enamoraste;
Ahora no duermo, ni tan solo descanso
Y solamente tú, que dulcemente al viento
Tu balada susurras con encanto,
Puedes salvarme de tanto agotamiento.
Me harás recuperar la cordura, ¡Oh encanto!
Y con la miel en los labios me dejarás
El día en que de mí te separarás
No dándome oportunidad de confesarte
Que para mí lo eres todo, goce, hermosura,
Y que por ti lo doy todo, mi alma, mi locura,
Bajo un cielo estrellado en besarte no dudaría,
Abrazarte no temería; sintiéndote, yo te amaría
Deseando no recuperar la razón,
No deseando a nuestro amor la prohibición.
¡Por tu intimidad descubrir qué daría!
Un mundo, una estrella te entregaría
A ti, ¡Oh ángel que tanto anhelo,
Oh perfecta criatura que tanto aprecio!
Condenado a amarte por mil vidas,
Sin reconvención siendo tuyo,
Sin reflexiones para siempre jamás
Mi alma yo te quiero dar, siempre sabiendo
Que si mi corazón no deseas,
Nunca se extinguirá el recuerdo de una pena
Que duró por cien años y que aun suspiro recordando
Qué bonito fue mientras duró
Aquel deseo por ti, mi amor.
Y siempre más seré feliz
Solo porque te conocí;
Porque en esta vida por fin te hallé
Y mi mayor sueño cumplí.
Madre mia hijo, que poesía más bonita que has escrito, derrocha sentimientos allá por todos sus versos. Te felicito muy sinceramente. Sigue así y te ganaras afición. Muchos besos. Atte; Nathalie Ledo.