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Categoría: Románticos

Fulgores de la memoria

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A Benito después de almorzar de las limosnas, le va venciendo la modorra. Va cabeceando en la mesa de la taberna igual que el toro aquel que se moría contra las tablas, pero hacia una muerte más pequeñita y más dulce.
Agarrado a la botella, tibia de sus manos ya, tiene hoy Benito una extraña forma de tocarla.
En el interior del ensueño, un estímulo subconsciente le alerta no sabe de qué, y él retira sus manos sobresaltado. ¿Eh , qué pasa?.


"No sé qué estaría soñando ahora. Me viene una memoria borrosa de aquel verano.
Paseaba de noche por el paseo del mar, que para eso era. Por el largo, larguísimo paseo. Cuatro lucecillas aquí y allá destacando tímidamente en la negrura ronca de la mar. Barcas de la noche.
Olor que viene del pueblo a frituras y a vinagres. Ecos de feria. Y yo por el paseo de la cintura con ella. No se le ve el fin, le dije. Si continuáramos andando sin parar, seguro que volveríamos a pasar por el punto de partida, dándole así la vuelta al mundo.
No se le ve el fin, le dije, así que podíamos ir pensando en parar un poco.
Sólo buscábamos la sombra, la oscuridad, esa abuela que consiente al nieto todo, que le ríe lo travieso, que lo esconde con su toquilla protegiéndolo del fresco y de la vista, que lo oculta.
La oscuridad de los adolescentes, de unos jóvenes que buscan excitados su ciego abrigo.
Vamos a la playa ahí abajo a sentarnos, me acuerdo ahora que le dije, venga, vamos, que no hay nadie.
Y mis manos se fueron a su escote, mientras mordisqueaba su nuca, su oreja, su cuello, y amasaba cálidos panecillos de piel suave, de la piel más suave que nunca haya habido.
Después bajé mis labios de su cara a ellos y !Dios!. !Dios, qué gusto, con tanto beso.!
Qué grande es notar que me desea como yo la deseo. Sentir que ella está abrazando por debajo de mi camisa un cuerpo como el suyo, recién hecho. Que este es para mí también el primer cariño.
Yo quiero irme poquito a poco a descubrirlo todo, pero tal vez ella se detenga y le den los miedos. !Madre mía, estoy que me muero, que no puede ser cierto.!
Preciosa, bonita, no te limites, por Dios te lo ruego, que luego el resto de la vida puede que carguemos un arrepentimiento.

Y hoy recuerdan mis manos que acariciaron un universo hasta entonces sólo sospechado. Pero ella, educada, educada, muy mal educada, al fin apretó las piernas, cesó esas sus caricias que ya andaban por mi vientre, fue recogiendo los besos y creyó escuchar voces.
Las voces de nadie.
La toqué en sus labios insinuando una triste interrogante y la dejé abrocharse.
Aún no sé si satisfecho o frustrado, mientras volvíamos al pueblo me pregunté si no habrían en las farmacias algún tipo de aspirinas para las jaquecas de entrepierna."


Benito se mira las manos con melancolía, manos por el uso maltratadas, y las lleva dulcemente a la botella para darle otro trago.
Y bendice sus dedos que fueron capaces de transmitirle a ella con fidelidad absoluta y que asimismo le ofrecieron en un eléctrico retorno, la sensación celeste del amor.
Esos dedos conductores de vida, generosos, que tanto quisieron dar a uno y a otro.
Benito, el mendigo, se emborrachará de nuevo.
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Datos del Cuento
  • Autor: luis jesus
  • Código: 9244
  • Fecha: 27-05-2004
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.44
  • Votos: 52
  • Envios: 4
  • Lecturas: 1801
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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4 comentarios. Página 1 de 1
lucy-a
invitado-lucy-a 29-05-2004 00:00:00

ME APETECIA LEER ALGO BIEN ESCRITO Y CREO QUE ACERTE. TE FELICITO MUY TIERNO... PERO QUE MUY TIERNO. UN SALUDO.

Angel F. Félix
invitado-Angel F. Félix 27-05-2004 00:00:00

Fulgores de la memoria Que a Benito le recuerdan el tristísimo calvario de amores, que son historia (“Fulgores de la memoria”, de Luis Jesús)

María Eugenia
invitado-María Eugenia 27-05-2004 00:00:00

Es más que eso en su memoria Es la mismísima pasión Que aquella mujer sin pena Encendida le dejó. Exelente forma de comenzar haciendo alusión al borracho, de quien nos olvidamos en el desarrollo (con elle verdad) del cuento y decirnos al final que eso le ocurrió a aquel borracho. Muy buen escrito.

Marñia Eugenia
invitado-Marñia Eugenia 27-05-2004 00:00:00

Cuando aprenderé a usar el diccionario. Mil perdones.

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