Faltan pocas horas para el amanecer, salteando el ocaso que no veré, y el curso de la luna que entresueños presentía; que magras garantías me dieron al nacer!
Ahora veré el desfile fatuo e innecesario de deudos y entre ellos también veré al que me amaba.
Y donde estarán las credenciales que debía presentar para internarme? que poca importancia tiene ya esas cosas!
Si al menos la conciencia adquirida sirviera de algo, se fue como el humo arrastrado por el viento, pasé sigilosa, furtiva escapando al retorno; no sabes la pena que siento hijo mío! Yo viéndote el rostro y tu sin saber que te miro.
Quisiera decirte la pena infinita que transita mi alma.
Faltan pocas horas para el amanecer, y se que inexorablemente harás mi última voluntad.
La naturaleza integramente renovada por el fuego ¡Que mentira que era!!
Yo solo quisiera renovar nuestro pacto, y besar tiernamente tu cara de niño, no hay amor más dulce que el de madre e hijo y esta interrupción momentánea no podrá evitar que mis brazos te estén esperando.
Nómbrame por última vez que aún estoy cerca, no quiero volverme el guardián de las ruinas de lo que no pudo ser. Prometí cuidarte hasta el fin y, llegó tan pronto.