Debo de estar más cuerdo que nunca al recordar lo importante que es ser feliz... Mis pensamientos, así como la de muchos, van como un río sin parar ante nada, y directo a la mar de la nada... Sin embargo, guardo uno de ellos que como gotas de mercurio florece en el universo de mi interior, y eso me alegra muchísimo, pues sé que tras todo pensamiento, toda muerte, se halla aquello que no tiene palabra y que está tras de todo. Y aunque siento que mi existencia está apagándose con las tormentas de un mundo incomprensible, un aspaviento de brazos de cuerpos de tierra y fuego, de un todo movimiento, puedo vislumbrar los rayos de un Sol que brilla imparable, poderoso como el punto central de toda creación...
Podría decir que deliro ahora que estoy afiebrado, que las manos me tiemblan, que soy tan pecador como nadie y como muchos, y mis pensamientos están enlodados de pasados y proyectos futuros, pero no es así; estoy enfermo, sí, muriendo como muchos, sí, y muriendo como nadie, con los ojos abiertos y cerrados, con toda la atención y expectación puestas en aquellas gotas divinas de mercurio...
¿Será la eternidad?
En mi alma guardo aquel pensamiento de lo divino, de lo que jamás podré entender, pero sí sentir con toda el alma... Si ello es el creador, entonces, estoy salvado, habré vivido con sentido.
¡Dios! ¡Me hallo frente a aquello que es todo para mí, aquella lava que diluye todo dolor, toda alegría, toda angustia, todo, todo...! Y vuelvo a la paz, a la tranquilidad de acabar estos pensamientos en la nada, en aquellas gotas divinas de mercurio…
Me creerás si te digo que es verdad lo que escribo hoy, hoy, justo hoy en que estoy pensando en ti...
San isidro, marzo de 2006