Amapolas y geranios,
Lloran ante un amanecer,
Convulsiones del viento,
Obras de gran fe.
 
Erase una vez, más una vez era cuando comenzó a ceder. Entidades convencionales lloraron ante un nuevo amanecer. ¡Oh!, hallazgo impropio de aquellos tiempos fue. Era profundo el lago, se oían las convulsiones del viento, lloraban los peces muriendo anegados por su querer.
 
Caen las hojas secas,
En el duro otoño,
Calentamientos de tibieza,
Según y como se vea la alondra cantara ante la fe inmensa que un corazón alberga.
 
Fue una tarde de invierno, gris intenso, cuando en la lejanía se oyeron gritos alargados por el viento. Aquellos gritos eran pavorosos, sollozantes y de gran desconsuelo. Caía la lluvia, latiendo el universo. Todo tan oscuro como el gran desconsuelo.
 
De pronto el silencio se hizo largo, fueron duros momentos, quise oír, pero nada, ni aquellos lamentos. Preste mas atención, busque en el oscuro inmenso, pero nada, todo lo llenaba el silencio. Aturdida, sin saber que hacer, mirando con gran desconsuelo comprendí que estaba perdida ¡Que momento!.
 
De pronto brillo la luz, fue un foco inmenso, quise mirar pero me cegó el resplandor tan intenso. Comprendí que por fin no estaba tan sólo en el gris del universo. Llegue, como ciego fui, pero resplandeció para mí un rayo de luz en el cielo.