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Guj y V. conversan

(Se abre el telón)
- Podría matarte y no te darías cuenta.
- No dejes de recordármelo.
- No lo haré.
- Pero no sufriré, ¿verdad?
- Cierto que no; tan breve será como beso de amor.
- Sea pues, pero no ahora; sorpréndeme mejor en cualquier otro momento en que me domine la distracción para que la sorpresa y la novedad acorten más el tiempo y vive Dios que no habré de quejarme.
- Como beso de amor.

(Pasó el tiempo.iempo.empo.mpo.po.o.)
(Muere el otro)

- He sido lo peor de otras vidas.
- Sí, un bache de hastío, quizás, para otras vidas.
- Y, ¿se me recuerda?
- No sin burla o pena.
- Mejor burla.
- Pero pocas veces pasa. Yo ya estaba bien muerto cuando te conocí.
- Es un consuelo.
- Mira, tus amigos y tú estáis allí viendo cómo nos vamos.
- En la penumbra o tras una viscosa bruma nos alejamos, nos adentramos en ella (Espectral). Desde allí miramos cómo nos vamos. ¿Qué pensaré allí que estaré pensando aquí?, ¿dónde iré?, ¡qué buena canción mientras nos vamos!
- De mucha pena.
- (Resignado) Pero ya casi desaparecemos.
- Podría hacerte desaparecer y no te darías cuenta.
- Lo tendré en cuenta.

(Desaparecen)
(En otro plano)

- ¿Conoces a Guj y a V.?
- Apenas escuché hablar de ellos unas cuantas veces cuando escribía cuentos de ellos.
- Siempre en sueños, ¿no?
- Siempre. A través de la mano electrizante.
- Piensas mejor que hablas.
- Lo creo.
- Afirmo (Asiente). Podríamos ser Guj y V. y no nos daríamos cuenta.
- ¡Qué gran zozobra!
- Por eso te despedías antes de ti con tus amigos. (De repente se transforma en un pequeño ser verde)
- ¡Uh!
- Yo soy Guj.
- Entonces..., me temo que yo soy V.
- Teme.
- (Temiendo) La bruma ya casi se ha disipado. Es hora de hacer de tripas corazón.
- Tu corazón podría ser de tripas y no te darías cuenta.
- Gran verdad, pero deja acabar mi razonamiento, a saber: alguien tiene que hacer algo, pues yo siempre yerro. Que venga un sueño que me inspire, que encuentre una hora lúcida para escribir desde este nuevo plano. (Aclamando y siendo aclamado). ¡Que alguien calme el estremecimiento de mi cerebro!, que alguien me diga hacia dónde voy y qué significa este viaje que estoy a punto de emprender con este ser verde que apenas conozco desde hace un infinito, que alguien me diga que esto es el mundo mágico. ¡Que alguien me diga que son las estrellas que vi porque creo que es difícil volver a ver otras siendo yo quien soy: V.!

(Pausa larga)
(Reflexión)

- Sin quererlo me atravesé la cabeza con un lápiz.
- Lo vi.
- Te vi.
- Te diste cuenta.
- Sí.
- Podrías darte cuenta de que te dabas cuenta y no darte cuenta.
- Cercano a la realidad es. (Sabiamente hablando, con la barba blanca muy larga).

(Adentrándose en un bosque).

- Ahora que ya no sabemos donde nos dirigimos es pertinente que dejemos atrás las penas.
- No tienes que preocuparte, estoy acostumbrado a estar triste.
-¿Melancólico?
- Triste.
- ¿Por qué?
- Por todo: mi enfermedad, mi cabeza, mi... sólo fui feliz cuando me engañaba a mí mismo, pero ahora la factura es muy cara.
- Aquí es diferente.
- Sí.
- Verás qué henchidos corazones.
- Felices.
- Verás qué radiante sol y qué pulmones más frescos.
- Lo adoro. La estrella.
- Verás qué sonrientes y afortunados.
- Con el viento a las velas.

(Pausa)
(Caminan ya en el bosque)

- ¿Sabes leer?
- Que me parta un rayo si no.
- Pues te vi en ciertos apuros en el pasado.
- No por no saber leer, acaso por no saber otras cosas que indirectamente repercuten en la lectura, o por saber y querer ser otra cosa, como un pájaro o un ídolo dorado que es perfecto y todos sucumben a él.
- Creo que esto segundo más.
- Pero el ídolo tenía los pies de barro, ¡tan frágil era!, por eso ahora prefiero decir que no sé leer, que es lo cierto, y olvidarme de todo; pero es difícil, si no imposible, olvidar. ¿Acaso se olvida algo que te importe?, no menos que lo que no te importe.
- Podrías olvidar y no te darías cuenta.
- Mataría por ello (Trágico)
- ¿Incluso a ti mismo?
- Incluso. Por eso preferí despedirme de mí antes y venir contigo al mundo mágico.
- Qué bueno.

(A ambos lados del camino bosque frondoso y verde)

- (Sin tanta cara de espectro)
- (Mirándose los pies)
- ¿Me has dicho que se me recuerda?
- A veces.
- Me consuelo pues, porque me gusta que alguien se acuerde de mí; no porque me pongan una vela. A veces se ilumina una estrella. Eres ligero, Guj.
- Lo soy.
- Yo en cambio siempre sufro de llagas en los labios.
- Es tu sino.
- Mi cruz. Mi cruz. Welcome to mi cruz... (Entonando la conocida canción).

(El bosque se hace más espeso)

- Qué ignominia y vergüenza pesa sobre mí. Resulta cuanto menos crítico e inaguantable.
- Eres bueno. Sólo en tu cabeza, no en los demás.
- Sé que no, que sólo es la enfermedad, pero ahora estoy melancólico o alcohólico, no sé. Como cuando perdí el brazo en Vietnam, ¿o fue en Camboya?
- ¿Eres manco?
- Manco e pierna y de un trozo de cerebro, recuerda el lápiz. Mutilado.
- Ah. Podrías ser manco, incluso de pierna, y no te darías cuenta.

(Claro en el bosque. Dos piedras como dos tronos. Se sientan)

- ...
- ¿Brilla una estrella?
- Sí, a años luz de aquí.
- Me lo temía.
- Me lo temía. Apenas necesito comer y dormir, apenas respirar. Podría reducir mi ritmo vital hasta paralizarlo y convertirme en una de estas rocas. No es normal que yo sea normal. Ya me despedí de mí mismo, cuando me sorprendiste. (Más contento). ¡Ea!, podría paralizarme y ser una roca, ya he comenzado por mi corazón, y no me daría cuenta, pero me gusta latir, despacio, sin esfuerzos, y alegrarme con el buen vino y contigo. ¡Allá vamos juntos!. En verdad te digo que esta es una hora feliz (Bíblico)
- Eso me gusta. Vayamos pues. Cientos de historias nos esperan. Quedará constancia de ellas, pero vayamos ya, pues se agita la sangre cual torrente por mis venas.
- Para haberse matado.
- Ya te maté antes.
- Pero como tú dijiste no me di cuenta.

(Se levantan y se van silbando felices. Arriba brilla alguna estrella para los demás. Alguien se acuerda de ellos por no hacer el esfuerzo de olvidarlos, pero muy brevemente. Como beso de amor). (Fin)

(Cae el telón)
Datos del Cuento
  • Categoría: Metáforas
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