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Categoría: Metáforas

Guj y V. se vuelven hiperbreves

1
Cuando V. intentó batir su record de no hacer nada se encontró con la desagradable sorpresa de que Guj, en un acto de extremada maldad, le había robado la pértiga, por lo que no tuvo más remedio que tumbarse varios días a no hacer nada. Pero el acto de Guj fue sabiamente premeditado y en aras de su amistad realizado, pues gracias a ello V. logró batir tan difícil record, pues llevaba ya varios días entregado a la más absoluta nada. Sin embargo, otros ya saltaban con la pértiga.
Como siempre, cuando Guj y V. se vieron caminaron por senderos ocultos sin hablar pero orgullosos de tenerse el uno al otro.
¡Tan grandes compañeros unidos!, ¡allá van juntos!.

2
Cuando Guj estaba en horas tan bajas siempre le parecía todo mal y comenzaba a adoptar su dolorosa inmovilidad, con sueño y los ojos ardiendo, con malestar en el alma. ¿Por culpa de qué? Por las vueltas de su cabecita verde. Pero siempre llegaba V. por detrás, sigiloso, y le animaba a comerse las chuletas, y juntos se daban cuenta de que en realidad no existía ningún motivo para sentirse así, y que era la bioquímica lo que traicionaba a Guj. Pero él sabía que podía ser eso o que llegaría un día en que no habría más chuletas. Lo que le molestaba era la amenaza constante.
V.: Eso pasa en todas y cada una de las cabezas.
Guj: ¡Quién pudiese no tener!
V.: Sí, pero tenemos.

3
A lo largo de estos años no he odiado a nadie tanto como a mi amigo Guj. Por el cielo que vino el muy singular, tronando a los costados y nublado por detrás. Me ve y hace como si no me conociera. Yo también.
Guj ya no piensa igual que antes, pero a veces nos tomamos unos güisquis juntos, después de las cervezas y antes de las drogas, y si nos buscas no nos ves, porque nos hacemos muy pequeñitos hasta desaparecer en la nada mientras suena una canción de mucha pena.

4- Sobre cíclopes.
Érase una vez un hombre que conocía la fecha exacta de su muerte. Vivía tan angustiado que le costaba respirar. Nunca se concentraba en sus relaciones sociales y se pasaba las horas en una gran tensión. Pensó seriamente en lobotomizarse e incluso en adelantar tan fatídica fecha voluntariamente.
Para mi amigo Guj aquel era un tipo idiota de verdad, porque aunque el conociemiento del día exacto en que morirás puede parecer una cruel condena, es en verdad el mejor de los dones: una vía a los más depravados e insanos vicios y excesos con la más absoluta de las despreocupaciones. Además, decía Guj, no sé de qué se queja, al menos tiene dos ojos.
Esto es raro hoy, pero Guj estaba muy acostumbrado a ver cíclopes en su mundo.

5
Cuando Guj tuvo que sortearse con V. quién moriría primero intentó hacer trampas utilizando sus poderes ocultos, pero estaba tan nervioso por el acero que fue notorio el truco. El verdugo, iracundo ante aquel comportamiento tan rastrero, optó por matarlo a él primero. V. se sintió un poco decepcionado, pero echó de menos a Guj cuando lo ejecutaron porque vio la vergüenza y la humillación en sus ojos. Instantes después ejecutaban a V.
Cuando ambos se encontraron en aquel otro mundo mágico hicieron como si nada hubiera pasado.

6
Guj opinaba firmemente que la experiencia de la que más se podía aprender era ver agonizar a una persona.
Cuando le tocó a él la hora de agonizar no cambió de parecer pese a lo que se podría presumir, sino todo lo contrario. Se reafirmó en su opinión, pero se lamentó de no poder repetir la experiencia.
Eso contó a los ángeles.
Datos del Cuento
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