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Luis era un tipo solitario, a pesar de que el trabajo de sus padres exigía mucho contacto social, el se negaba por completo y permanecía todo el tiempo posible en su habitación. Mientras sus padres asistías a comidas, cenas y fiestas de la sociedad Japonesa, donde recientemente se habían mudado gracias al puesto diplomático de sus padres.
El único interés de Luis eran los insectos y pensando que como otras veces, en ese país nada le interesaría, su madre le llevó una pequeña granja de gusanos de seda, el chico quedó fascinado, en el lugar donde vivió antes jamás tuvo oportunidad de verlos, pero había leído de ellos, así que sabía muy bien cómo cuidarlos.
Le adaptaron un espacio en al jardín con árboles de moras, donde llevaba a sus gusanos a comer, nombró a cada uno de ellos, y sabia distinguirlos unos de otros. Su pasatiempo le absorbía la mayor parte del día, no necesitando así la compañía de sus padres, de cualquier manera ellos estaban ocupados.
La vida de Luis era “afortunada” el trabajo de sus padres lo mantenía casi aislado en su casa, no le permitían ir a la escuela con todos los demás chicos por evitar un secuestro, un maestro iba a casa, no lo llevaban a muchos eventos sociales, pues entre menos lo conocieran menor peligro correría. Eso le daba la libertad para permanecer lejos del mundo, como el necesitaba.
Con los costumbres de la nueva cultura, en donde el amor y respeto entre padre e hijo son fundamentales, Enrique el padre de Luis se sentía un poco presionado por sus superiores y nuevos amigos, que insistió en incluir a Luis en sus próximas reuniones sociales. Esta idea fue por demás desagradable para él y aunque se negó no pudo evitarlo.
Fue donde sus gusanos a llorar desconsolado, estando sentado bajo el árbol donde los ponía a comer a diario, uno de ellos cayó sobre su mano como otras veces, pero antes de que pudiera volverlo a su lugar, este le dio una mordida… Luis un poco sorprendido trató de hablarle, pero se dio cuenta que el error había sido propio, sus manos olían a mora, una loción corporal que su madre le había regalado. Solo sonrió, pensando en no volver a cometer el mismo error.
Con la presión de su padre por tratar de que hiciera lo que le pedía al pie de la letra, el chico estaba agobiado, su madre que le ponía un poco mas de atención le pidió comprendiera a su padre y le echara una mano, Luis aceptó pero pidiendo que su padre fuera mas flexible. Habló también con Enrique, pero este no cedió, entonces como muchas madres ella usó el chantaje, prometiéndole que tendría lo que pidiera. El joven pidió másgusanos, miles de ellos, después de una larga discusión la señora aceptó.
El pedido llegó antes de la fiesta que su padre planeaba para presentarlo ante sus amigos. Ya que ellos no se encargaban de los detalles y solo daban ordenes, planeaban dormir después de la cena, ya que el siguiente día era su descanso y pensaban aprovecharlo en dormir hasta tarde para estar frescos en la fiesta.
Luis fue a la cocina y vacío un frasco de liquido transparente en las copas del agua que sus padres bebían, el no bebió nada, pero prestó atención que los demás lo hicieran. Tranquilo por haber logrado su propósito, esperando un par de horas, fue a la habitación de sus padres y sacó de debajo de la cama los contenedores con los gusanos de su propiedad, los había metido ahí antes. Con la loción que su madre le regaló frotó el cuerpo de sus padres que dormían profundamente a causa de la droga que puso en su agua, Unos minutos después, volcó los contenedores sobre ellos, dejando caer los gusanos, que sin esperar un segundo comenzaron a morder los cuerpos. Los había puesto en ayuno con toda la intensión de tenerlos hambrientos y no poderse negar a tal tarea. Eran tantos que unas horas, los dejaron sin piel, la sangre manchaba las sabanas, pero Luis aun no estaba contento, aplastando el frasco de loción los roseaba una y otra vez esperando que los gusanos comieran más profundo cada vez.
Evitando así asistir a la fiesta o que hubiera otra más después de esa…
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