Encantador. Fue el primer adjetivo que rondó por mi mente la primera vez que hablamos sobre algo que nos gustaba a los dos. Aún recuerdo el instante en que sucedió…lluvioso día de julio a las siete de la tarde.
En estos tres años nos hemos ido conociendo hasta el punto de llegar a una quinceañera enamorada de alguien doce años mayor, por el que ha renunciado a mucho. No sabes la sensación que produces dentro de mí cuando me tocas o me abrazas, la fuerza que me das al sonreírme y mirarnos con complicidad, te sorprenderías, y es que me deslumbras con tus ojos color miel… No sé como hacerte a un lado de mis pensamientos y me has hecho comprender que no merece la pena vivir sin tu amor, aunque sea “la niña de tus ojos” como tú dices, y quizás por eso a veces me exiges demasiado. No pasa un segundo del día sin que piense en ti y sé que ya formo parte de tu vida. Me alegro de ello.
El primer inconveniente es el dolor que se produce en mi interior al verte con la afortunada que te ha robado el corazón, ¿por qué me siento tan incómoda y mal cuando os veo juntos? ¿por qué te comportas así de cariñoso conmigo cuando ella no está? Me causas dudas porque no sé lo que quieres y me dijiste que aún te faltaba algo que querías de mi, y puede que sea una simple aventura en lo que piensas. Me haces daño y no te das cuenta. Soy incapaz de dejarte de hablar por tonterías como esa, pero no sabes lo que siento por ti.
No quiero perderte, lo que realmente quiero es ganarte.
La diferencia de edad es el segundo problema y esos doce años no variarán por mucho que lo desee. Me ves como una chiquilla a la cual amparar en un mundo de dificultades y desearía tener cuatro años más para que no me vieras como una simple e indefensa cría.
El año que viene pensaba alejarme de ti para olvidarlo todo, pero no quiero que así sea a causa de la distancia.
Percibo temor en no volver a sentir tus manos cogidas cariñosamente a las mías o esos abrazos que me dan tanta seguridad… sólo pensarlo me entristece. Aunque dices que no sucederá y que no te perderé, ya noto que me dejas volar libremente y que no estás tan a mi lado.
La palabra miedo se encuentra instalada en mi pensamiento, miedo a decirte que vivo sólo por ti. La palabra tristeza deshace en pedazos mi corazón, tristeza por no tenerte cerca cada hora del día.
Será difícil que te des cuenta de mis sentimientos antes de que huya de tu lado, pero no quiero perderte y renunciaría a la vida con tal de verte todas las mañanas junto a mí. Por ti lo aposté todo y me deje ganar, pero ahora me doy cuenta que lo realmente he perdido ha a sido la batalla final. Ya no me quedan fuerzas para seguir luchando por ti, aunque hice lo que pude y lo intenté día tras día. Las heridas gravadas en mi corazón no conseguiré borrarlas nunca.
PD: Te quiero, incluso estando herida de gravedad.