Cuando empezó esta tragicomedia, papá pensaba que mamá le estaba tomando el pelo, que los olvidos o los despistes eran pequeñas bromas que le gastaba. Si el lo comentaba, ella le miraba y dejaba el asunto como si quién no entendiese nada fuese papá.
Yo vivo menos agobiado que él, aunque cuando vuelvo a casa entro en ese mundo extrañamente real o realmente irreal, cualquiera sabe. Escapo como puedo a ratos, pero papá no puede ni quiere escapar y se lo traga todo. Esa es su lucha diaria, recuperar a esa mujer que se sienta entre los dos, a base de paciencia, de comprensión, pero no hay marcha atrás.
Me gustaría ponerme en lugar de mamá, o mejor en su mente, para intentar recuperar ese pasado que tiene perdido por ahí dentro, ese pasado que forma nuestros recuerdos, nuestra vida.
El futuro no tiene significado para ella. No tiene presente, solamente está, pero es mamá, aunque sólo en algunos instantes, breves, fugaces, cada vez más breves y cada vez más fugaces. Pero nosotros dos queremos que ella siga aquí, viva aquí y hacemos lo posible para que así sea. Si ella olvida, nosotros recordaremos, si ella no reconoce, nosotros reconoceremos. Contaremos su historia una y mil veces para que el pasado no la olvide, aunque ella olvide ese pasado. Esa es nuestra misión.
-Mamá vuelve, estamos aquí a tu lado. Te queremos. Estamos aquí...
Si simplemente gritando eso la recuperasemos...

Cualquier día se deconectará y se olvidará de vivir. Nos dejará solos. Lo único que pido a quién corresponda es que en la otra vida, si hay otra vida, recupere su memoria, sus recuerdos y cuando llegue el momento y nos encontremos, nos reconozca y volvamos a ser la familia que fuimos.
Entonces será para la eternidad.

-Adios mamá.