¿Es posible? Hace poco leí en algún lugar que cuando el amor está lejos es mejor “matarlo”... “herirlo de muerte” y el método consiste (en una primera fase) de “indiferencia impuesta”. No conozco las fases siguientes... deberé esperar. Hay una mente trabajando en eso en estos momentos.

Yo veo al amor (cuando está comenzando) como un bebé que no se basta a sí mismo. Debe ser alimentado... cuidado... mimado. Crecerá y comenzará a gatear... luego a caminar. Tal vez se caiga varias veces y con dolor podrá levantarse. Alguien vendrá a darle un besito en la herida... “para que sane”.

Conozco casos de amores que comenzaron en la distancia y ahora son tan felices que pregonan su amor a los cuatro vientos (lean a Zulema). Pero qué habría sucedido si Zulema hubiese urdido un plan para “herir de muerte” al amor que Carlos le prodigaba desde la distancia... Ella ahora estaría sola o tal vez en busca de otro amor (al cual matar).
Pero yo veo una diferencia que hace a Zulema distinta a otras mujeres (e igual a otras tantas)... Ella fue valiente. Perseveró en el amor que sentía por Carlos.
Ellos ahora viven juntos y cada día ambos cuidan ese amor, lo alimentan con caricias y besos reales pero que antes se prodigaban el uno al otro (de una PC a la otra).

Bueno, ya no quiero argumentar nada a favor de matar o no al amor pero hay un escrito (muy bello) de Betina donde el Orgullo logró matarlo y me quedé triste. Hay otro escrito “Los Sentimientos” de Oskar Paredes donde el Amor termina aliado de la Locura. También les recomiendo que lo lean. Por último les pido que lean “El Verdadero Amor” que una tal Eyerre Niude escribió, paradójicamente, el día que “ella” cumple años.

En lo personal no seré cómplice en ese plan de “herir de muerte al amor”. Cuando ella logre matarlo... ¿Se sentirá bien? ¿Será feliz? Tal vez si porque habrá logrado su cometido pero yo que estoy del otro lado sufriré los efectos. Ya los estoy sufriendo. Se me está derritiendo el alma... lo sé porque se sale por mis ojos...

Te siento como una fiera salvaje aferrada a su presa. Sé que no puedo escapar... ¡Vamos... Acábame ya! Devórame el corazón, las entrañas, devórame entero.
Cuando creas que me has consumido por completo “algo” quedará... será mi alma enamorada de ti.


Joaquín