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Categoría: Ciencia Ficción

Historia de un Ángel que se extravió

CAPITULO I
“LA CITA”

Patricio es poeta. Tiene 34 años y es el mayor de cinco hermanos. Escribe desde muy temprana edad y uno de sus mayores anhelos es conquistar a una damita de la que siempre ha estado profundamente enamorado, Joseanne.

Aquella tarde de otoño Patricio abordó su vehículo y se dirigió a una pequeña oficina en el segundo piso de un céntrico edificio, donde al día de hoy aún sigue trabajando. Aquél era un espacio íntimo, pequeño, bien ventilado y con suficiente luz. Al llegar Patricio encontró todo normal, su asistente y la asistente de su asistente, una secretaria y muchos empleados. Él responde al cargo de Director pero es poeta, y detesta que se le llame Funcionario.

Una tarde tranquila y nublada, poca gente en las calles, todos en sus actividades y Patricio... en un instante fugaz, inmenso... pensó en ella, su Joseanne, ¿dónde estará?, Se preguntó y como si su pensamiento la hubiese en verdad llamado el teléfono sonó...

- Hola Sr. Licenciado
- No me llames así porfavor, me hace sentir incómodo, lo sabes bien.
- Este clima te afecta Patricio, anda, te invito a tomar un café, hay una nueva cafetería en la plaza central, ¿te animas?
- No puedo negarme si es garantía tu compañía
- Paso por ti
- De ninguna manera señorita, llegaré hasta ti en una hora
- ¡Que galante!
- Te quiero
- Y que dulce... un beso, adiós
- Adiós

Un amor casi imposible pero siempre latente. Patricio no perdía oportunidad de estar con ella, y cada minuto que estaban cerca sus miradas se conjugaban en una comunión muy especial, ambos se amaban pero sus espacios eran, a excepción de algunos momentos... sumamente distintos. Patricio poeta funcionario y Joseanne funcionaria desilusionada absolutamente del amor, divorciada.

Parece sencillo pero no lo es, humanamente eran un complemento casi perfecto, pero en la cotidianidad, en el día a día tan distintos, tan lejanos. Patricio es muy detallista y entregado, inquieto, apasionado, galante, excesivamente romántico, y Joseanne, a pesar de disfrutar todas estas virtudes resultaba demasiado centrada y realista, demasiado responsable para ese algo tan irresponsable como lo es el amor, según palabras del mismo Patricio.

Pero mujer al fin... se dejó llevar.

Al llegar a casa de Joseanne, Patricio bajó del vehículo oficial que le habían asignado, llegó a su puerta, tocó.

- ¡Qué puntual!, exactamente una hora
- No podía esperar mas para verte
- Deja entro por algo para abrigarme, este clima esta imposible
- Ok
- Que serio estas
Patricio sonrió.

Joseanne salió de la casa y frente a él, mirándolo esbozó una sonrisa, Patricio correspondió con un gesto similar pero turbio... – tengo que darte una mala noticia -, dijo mirándola y borrando de sus labios aquél gesto.
- Me asustas
- Van a meterme a prisión
- ¿Qué estás diciendo Patricio?, ¿De donde sacaste semejante tontería?
- Es que...
- Habla!
Una sonrisa casi imperceptible asomó en los labios del poeta, y sin decir nada, arrancó a toda velocidad con el asombro evidente de Joseanne.

Llegaron al vacío estacionamiento de la cafetería acordada, Patricio salió para ayudarla a bajar pero Joseanne no esperó, ya estaba afuera del carro. Caminó hacía a él y le dijo con voz nerviosa: - Espero que me digas que esta pasando –

Al entrar en la cafetería, que aparentemente tenía luces muy bajas una voz dulce y romántica se escapó del poeta... – Adelante princesa –

Estaban solos, la cafetería llena de rosas, por todos los rincones, un solo mesero, y una mesita al centro sobre la que se apreció un sobre color amarillo con algún mensaje, la música era suave y tranquila. Joseanne no dijo nada y solo alcanzó a dar unos pasos hacía el interior cuando Patricio la tomó entre sus brazos, acercó su rostro a ella y le dijo, casi en silencio: Te quiero mi princesa.

- ¿Esta es tu despedida antes de que por esa puerta entren a aprehenderte?
- Jajajajaja, no precisamente... solo que es muy probable que los novios que iban a realizar el banquete de su boda aquí estén un poco molestos.
- ¡Que hiciste!...
- ¿Te parece que lo discutamos en aquella mesa?
- Joseanne suspiró... Ok

El ambiente proporcionaba mucha paz. Ambos tomaron asiento y Patricio extendió la mano hacia el sobre amarillo que se encontraba sobre la mesa. Joseanne se notaba nerviosa, intranquila pero contenta, lo miraba recorriendo su rostro y tratando de acariciarlo con sus ojos, a pesar de intentar, tan solo intentar sentirse cómoda, estaba desubicada de tiempo y espacio.

- Un pequeño obsequio para una reina... ten, es tuyo.
- Gracias. Dijo Joseanne tomando con una mano el sobre amarillo con la leyenda “Gracias... por ser parte de mis manos”
- ¿Qué es?
- Ábrelo
- Esta bien. Y dibujó en sus labios una sonrisa.

Tres hojas, un poema.

“Siempre tú, noche a noche
iluminada en mis pensamientos
eterna en el latir de mis sentidos
voz y silencio de mi tiempo
princesa de este castillo tan vacío”

- Patricio, ¿qué es esto?
- Una noche más contigo, y sin ti
- Yo...
- Tú... sencillamente tú
- Es tan hermoso, quiero leerlo
- Después, ahora solo déjame a mí, leer en tus ojos lo que la noche pudiese querer decirme.
- Poeta... en verdad me asombras
- ¿Asombro?... es el caudal de emociones que despiertas en mi cuando te tengo cerca... cuando te tengo aquí, tan mía.
- Esto es
- Shhh... no digas nada que opaque este momento
- Pero yo, tengo que decir algo
- ¿Quieres tomar algo?
- Sí, lo mismo que tú
- Imposible
- ¿Por qué?
- Porque a mí me basta con beber tu esencia
- Vas a hacer que enmudezca
- No!, no me prives de tu voz
- Entonces déjame solo decir que me siento feliz
- Me basta con ello
- Pidamos algo entonces
- Esta bien preciosa.

Patricio llamó al mesero y pidió de beber, al igual cambiar la música por algo menos tranquilo... acto siguiente la miró y tomó su mano.

- Quisiera decirte tantas cosas
- Joseanne, eras tan bella
- Y tan seca, tan fría
- ¿Por qué dices eso?
- Tu eres tan... ¿cómo decirlo?, tan especial, tan romántico, tan bello, tan tu, tan poeta.
- Soy lo que me inspiras ser
- Porfavor, no sigas
- Princesa, no agaches tu mirada
- ¿Qué puedo hacer ante semejante detalle?
- Lo que tu quieras

Transcurrieron varias horas, casi ya al despuntar el sol se retiraron, ambos, tanto él, poeta, ella, mujer estaban felices.

Patricio no daba crédito a aquella noche, haberla sentido tan cerca de él, como si la noche los hubiese unido, fundido en un solo espacio que no encontrase mas dimensión que el intenso y profundo amor que sentía por su amada Joseanne. Al llegar a su casa, el sol que ya asomaba por su ventana le pareció aún luna, como si una luz enamorada llenara su habitación. Se recostó, trato de descansar pero el abismo de sus pensamientos no podían alejarse de ella. Era sábado, no tenía trabajo, tan solo horas para hacer ese tiempo más duradero... al cabo de un rato descanso en un profundo sueño.

Joseanne. Su casa era pequeña, su habitación muy cómoda, una cama grande a un lado de una ventana discreta pero que dejaba entrar suficiente luz, un televisor frente a ella y un hermoso sillón. Su mente estaba aún embelesada por aquellos momentos al lado de Patricio, estaba segura... era amor, pero había tantas diferencias. Feliz pero confundida se recostó, no tardó mucho en dormirse, su sueño fue ligero, varias veces abrió los ojos, tratando de ser indiferente se murmuró: fue un sueño, pero fue un sueño real.

CAPITULO II

LA FOTOGRAFIA

- ¡Las dos de la tarde! Tengo hambre, aunque más lleno de felicidad no puedo estar. Que noche!, Que día!, Que vida es esta!.

Quiso ir a la cocina y al bajar las escaleras encontró en el suelo una extraña fotografía. Aturdido la tomó y la miró con atención. No conocía a la mujer, imagen plasmada en la foto, parecía irreal, pero era una mujer, una mujer hermosa.

- ¿Quién puso esta fotografía aquí?
- Fui yo.
Una dulce voz contestó a su pregunta
- ¿Quién eres?
- Una amiga que ha venido a visitarte y necesita de ti un favor
- ¿Una amiga, un favor?
- Mi nombre es Dania y requiero un favor de ti... poeta
- ¿Dania? ¿Dónde estás? No puedo verte
- Aquí, solo voltea tu rostro y me hallarás

Efectivamente, al voltear la mirada halló detrás de él a una mujer tan hermosa como no había visto otra. Rodeada de un halo blanco muy brillante, vestida con una túnica tan blanca como una nube, con ojos color del mar y cabellos de sol, de piel castaña como la tierra virgen y de labios tan rojos como la sangre del corazón que brota sabiamente por todo el cuerpo en pos de la vida.

- ¿Quién eres?... ¿Qué deseas de mí?
- Soy Dania, protectora de los ángeles y vengo en una misión especial, a buscar a un ángel que se escapó y se ha extraviado, y tú... que posees el don del amor y la ilusión en tu corazón puedes ayudarme a encontrarlo.
- ¿Qué dijiste?
- Sé que estás aturdido
- No, es que... no puedo creer lo que veo y escucho
- Tranquilo Patricio, ¿me ayudarás?
- Debo suponer que el ángel a quién buscas es esta mujer
- Así es
- ¿Y donde puedo hallarla? ¡Que tonto!, has venido a buscarla y supongo que no sabes donde está.
- Te equivocas Patricio, sé donde esta, quién es...
- No entiendo
- Ella, mi ángel, perdió sus recuerdos, no sabe qué es un ángel, no recuerda como volver a su mundo... al destello de las estrellas.
- ¿Qué debo hacer?
- Devolver sus recuerdos, y en tus manos esta esa posibilidad... tus poemas serán para ella el alivio a su extravío.
- ¿Debo escribir para ella un poema?
- Acércate a ella... y poco a poco descubrirás tu misión.
- ¿Dónde está?
- Tras la fotografía hallarás los datos del lugar donde se alberga, ve hacía ella y cada noche te visitaré, y te guiaré.
- Esta bien
- Hasta nuestro siguiente encuentro poeta

Dania desapareció y Patricio, perplejo miró la fotografía. La mujer que en ella se encontraba era muy bella, no tanto como Dania pero muy hermosa, reflejaba una infancia tierna en su rostro aunque no era una niña, era distinta a las mujeres comunes, la notaba triste pero proporcionaba paz mirar su rostro.

- ¡Qué tonto soy!, No le pregunté a Dania cuál es el nombre de esta muchacha, de esta... de este ángel. ¿Cómo se llamará?. Tengo que ir a buscarla y no sé como se llama, no puedo llegar y decirle ¡Hola ángel!... ¿qué puedo hacer Dios, que puedo hacer?.

La madre de Patricio lo llamó, la comida estaba lista.

- Buenos días madre, ¿tienes mucho tiempo llamándome?
- ¿Días?, son casi las tres de la tarde
- Es verdad, lo siento
- Me di cuenta que llegaste a casa muy de mañana
- Si, estuve con... con una princesa
- Cuyo nombre debe ser Joseanne ¿no es así?
- ¿Quién más podría merecer de mi boca esa palabra?
- Hay hijo, te preparé algo de comer... ¿qué es eso que tienes en la mano?
- Una fot... nada
- Es una fotografía, ¿de quién?
- De... un amigo que me pidió la llevara a ampliar, eso es
- Bueno, te espero en el comedor.
- En un momento estoy contigo

Por la noche, Patricio salió de su casa a caminar, sin rumbo, en unas horas había vivido dos momentos tan diferentes y tan importantes, la noche en su más absoluta plenitud con una mujer hermosa a quien amaba profundamente y al llegar el atardecer, Dania, que puso en sus manos una misión que nadie creería.

Después de un rato sacó la fotografía de su bolsillo y miró los datos de atrás, sin pensarlo mucho, se dirigió a aquel lugar, que por cierto estaba cerca.

Al llegar miró el lugar, se trataba de un edificio grande, en una avenida muy transitada, entró y busco el departamento 7 en el directorio de la entrada, ahí leyó: Departamento 7 – tercer piso – Giovanna.

- ¡Giovanna es su nombre!

Patricio subió las escaleras de aquél edificio hasta encontrarse en el tercer piso, buscó la puerta y casi por inercia la tocó, sin pensarlo, estaba ansioso por saber quién era, su voz, su rostro, el mismo de la fotografía, quería conocerle enseguida.

- ¿Quién llama tan tarde?. Fue la voz que respondió a los bruscos toquidos de Patricio.
- Buenas noches Giovanna, mi nombre es Patricio
- Un momento, enseguida voy
- Aquí espero

No abrió inmediatamente, pasaron cerca de 10 minutos cuando la puerta se abrió de par en par, ahí estaba, vestida con un pants y una sudadera, era ella, la misma chica de la fotografía.

- Hola, mi nombre es Patricio
- Si, ya me lo dijiste, ¿en qué puedo ayudarte?
- Bueno pues... yo... vine a ...
- ¿Tienes algún problema?
- Pues veras, en realidad, sí!, Si tengo un problema
- ¿Y bien?
- Pues, me perdí
- Te perdiste
- Si, verás yo, bueno Giovanna, en realidad necesitaba verte
- Vaya!, ¿Verme para que?, ¿De donde saliste?
- Soy poeta y hace algunos días te vi, y yo, pues... realmente eres muy bella y quise escribirte algo, conocerte, saber quien eres.
- Eres poeta
- Si, espero no te incomode esta sorpresiva visita
- Claro que no, adelante
- Gracias, después de ti
- Yo estoy dentro
- Si claro, con permiso

Giovanna comenzó la platica, sentada en un enorme sillón, encendió un cigarro y miró a Patricio con cierta desconfianza, aunque no se veía en absoluto insegura.

- ¿Veniste a hacerme un poema?
- Eres muy bella, te lo repito
- Gracias. No es común que los poetas lleguen a mi puerta cuando esta a punto de ser media noche.
- Lamento haber llegado tan tarde pero, no sabía si hacía lo correcto y tenía miedo de molestarte.
- Pero ya estás aquí, ahora, quiero saber como puedo ayudarte
- Quiero escribir un poema para ti, en realidad no es un poema, es una historia y deseo hacerte protagonista de ella.
- Increíble Patricio, protagonizar una historia, eres poeta, media noche, ¿qué es esto?
- Giovanna, sé que puede parecerte extraño pero... te pido consideres mi oferta.
- Esta bien
- ¿Puedo venir a visitarte mañana?
- Claro, estaré aquí después de mi exposición
- ¿Exposición?
- Si, soy pintora y mañana tendré una exposición en el museo
- ¡PINTORA!
- Si, espero acudas
- Iré y después ¿podemos cenar juntos?
- Esta bien, te espero en el museo a las 10
- Ahí estaré sin falta
- Buenas noches Patricio
- Buenas noches Srita. Pintora

Al salir del edificio Patricio estaba aún más asombrado... era pintora, artista, era tan hermosa y además... quizá él era el único ser humano sobre la tierra que sabía que Giovanna es un ángel, un ángel con amnesia que no sabe que es un ángel.

- Algo bueno debí hacer en otra vida para estar viviendo esto.

Y sus pensamientos de repente dieron un giro absoluto... ¡Joseanne!, ¿Cómo pude olvidarme de ella?... es muy tarde, no puedo llamarla pero temprano lo haré, ojalá no esté pensando cosas que la hagan dudar de mi amor.

Y efectivamente Joseanne estaba pensando en Patricio:

- No me ha llamado, debe estar muy entretenido con sus poemas... pensé que me llamaría tan solo para saber no sé... solo llamarme.

Y se durmió.

Al llegar a casa, Patricio entró a su habitación, apenas abrió la puerta y Dania estaba ahí, frente a él.

- Hola poeta
- Hola Dania, ¿cómo estas?
- Bien poeta, gracias. Has conocido a mi ángel ¿verdad?
- Si, supongo que ya lo sabes
- Es un buen principio... poco a poco te tomará confianza
- No me dijiste que era pintora
- Si, lo es, y debo reconocer que lo hace bien aunque yo preferiría que no pintara esos paisajes extraños... que llaman “abstractos”
- Es muy linda
- Es un ángel
- Ahora que la conozco no sé que hacer
- Será una tarea difícil, desde que Giovanna fue creada se distinguió por ser muy terca, muy soñadora y sumamente rebelde.
- Pensé que todos los ángeles eran buenos y obedientes, que nos cuidan y andan por ahí, invisibles.
- No Patricio, los ángeles son como tú y como todos solo que habitan en una tierra distinta, tienen personalidades extrañas, y son difíciles de educar... son muy traviesos.
- Pero... ¿los ángeles nos cuidan?
- Están destinados a un humano, cada ángel tiene una misión especial con ustedes, no solo es cuidarlos sino también ayudarlos en sus problemas mas grandes y también en los pequeños.
- Y... ¿A quien debe cuidar Giovanna en la tierra?, ¿Cómo llegó aquí?
- ¿En verdad quieres saberlo?
- Naturalmente
- Giovanna esta destinada a alguien a quien tu conoces
- ¿A quien esta destinada Giovanna?
- A alguien a quien tu corazón ama profundamente y que desde que Giovanna se extravió perdió la capacidad de tener en su corazón ilusiones y sueños... Giovanna es el ángel protector de Joseanne.
- ¡No lo puedo creer Dania!
- Si logras que Giovanna recuerde quién es, en el corazón de Joseanne, que se ha quedado sin ángel, volverá a haber ilusiones, sueños y podrá llegar a amarte tanto como tú a ella.
- Esto es... tan, no sé que decir.
- Escucha bien Patricio, mañana le entregarás a Giovanna esta flor, es una rosa blanca muy especial. Pídele que la conserve muy cerca de ella y adviértele que es una flor muy especial... que tardará mucho tiempo en marchitarse pero que debe procurar cuidarla mucho y tenerla siempre, siempre junto a ella.
- Que hermosa rosa, mañana se la entregaré, de ello puedes estar segura, pero tengo una duda muy grande ¿por qué me elegiste a mí para esto?
- El tiempo responderá a tu pregunta
- ¿Te vas?
- Mañana por la noche regresaré a ti, buenas noches y suerte
- Hasta mañana Dania.

Llegó el domingo y Patricio antes de hacer nada tomó el teléfono y llamó a Joseanne, que estaba dormida aún y al escuchar el timbre del teléfono despertó inmediatamente.

- Hola princesa
- Hola
- ¿cómo estas preciosa?, te he extrañado mucho
- Estoy bien, pensé que ayer me llamarías
- Traté de hacerlo pero tuve un compromiso y me fue imposible, perdóname.
- Descuida, ¿qué harás hoy?
- Iré a una exposición hoy por la noche, es un poco tarde pero puedo pasar a visitarte antes de ir al museo
- Esta bien, ven a comer, cocinaré para ti
- Genial princesa, estaré en tu casa a las tres en punto
- Aquí te espero
- Hasta la tarde mi niña
- Adiós.

CAPITULO III
EL ENCUENTRO

“Tu voz, pareciera el sonido verdadero de la noche
que iluminado en la armonía de tu mirada
convierte a mi mundo llano, de tus manos, alborada”

“Tu voz, sonido de estrella, perpetuidad inminente
toda tú, tranquila mirándome, cual si miraras, paciente
un espacio que espera la caricia de tus ojos soñadores”

“Tu voz, encanto de mi tiempo, tu voz, tan solo tu voz
magia que en un suspiro se convierte en universo
tan solo tu voz serena, me resulta reflejo del amor”

Patricio escribió aquella noche un poema, sus manos parecían tratar de dibujar todas las emociones vividas y quedarse simplemente sin palabras... intentó varias veces trazar su desconcierto pero al pensar en Joseanne, vino a su mente aquella voz que le dijese hace años, “te quiero”... y dedujo que entonces el espíritu angelical de Giovanna estaba con ella. Tres versos... ¡mañana se lo daré a la hora de comer!, Dijo contento.

Pero aquella noche Patricio no pudo dormir, pensó que llegaría el lunes, volvería al trabajo... tenía que organizar su tiempo, sus compromisos, todo. No le preocupó mucho, aunque sus pensamientos iban y venían entre Joseanne y Giovanna... y Dania.

Llegó el amanecer, Joseanne en casa salió muy temprano a comprar los alimentos que prepararía a la hora de comer, el supermercado estaba lleno de gente, tomó un carrito un se dirigió a hacer las compras, en un pasillo topó de frente, carrito a carrito con otra chica que hacía sus compras... era Giovanna.

- Disculpa, no me fijé
- No te preocupes, estoy tan apurada que no veo por donde dirijo este carrito. respondió Joseanne
- Tranquila, ¿por qué estas tan apurada?
- Bueno tengo una comida importante y quiero hacer las compras y cocinar yo misma
- Entonces te dejo tranquila para que sigas comprando
- Gracias, y nuevamente disculpa mi torpeza, es más!, Podemos hacer nuestras compras juntas, ¿te parece bien?, En realidad me siento un poco sola entre tanta gente.
- Bien, es una buena idea, ¿cómo te llamas?
- Joseanne, ¿y tu?
- Giovanna, ¿sabes?, Creo haberte visto antes, pero... no recuerdo donde exactamente, quizá sea por el vecindario, no se, ¿vives cerca de aquí?
- A unas calles
- ¿Y a que te dedicas Joseanne?
- Trabajo en el gobierno, un trabajo aburrido y cansado, la verdad es que solo de pensar que ya comienza la semana me pone mal.
- Funcionaria
- ¿Cómo lo supiste? Pude ser secretaria o incluso lavar los pisos
- No sé, adiviné.
- Eres bruja jajajajaja.
- Hagamos las compras que se hace tarde
- Si, tengo un poco de prisa Giovanna
- Adelante, funcionaria

Ambas continuaron caminando y comprando por el centro comercial, Giovanna miraba a Joseanne como tratando de reconocer en ella algo que le fuese conocido pero al no poder identificar nada dejó de observarla analíticamente. Cuando ambas terminaron sus compras se despidieron amigablemente en la puerta del supermercado, nisiquiera de entregaron alguna tarjeta para seguir en contacto... fue un encuentro casual y furtivo.

La hora de la comida llegó, Patricio estuvo muy puntual en casa de Joseanne a las tres de la tarde, ella abrió la puerta y de frente se encontró con un ramo de flores grandisimo sostenido por Patricio, que desde la parte trasera del ramo le dijo ¡Buenas tardes mi niña!.

- ¿Siempre vas a sorprenderme igual?
- Sólo traté de mostrarte que tan feas son las flores cuando se hayan frente a ti
- No cambias Patricio
- ¿Dejará, princesa, a este pobre poeta tan lejos del calor de su palacio?
- Anda, déjate de cosas y pasa, preparé yo misma la comida, y nos espera para ser servida.
- Espera Joseanne
- ¿Una sorpresa más?
- Podría darte en cada hoja seca de otoño una sorpresa a tus ojos
- ¡Patricio!
- Esta bien, hablaré en prosa... esto es para ti
Y extendió una hoja blanca donde estaban escrito los tres versos escritos por la noche.

- Es un poema para mí
- Si, espero te guste
- Yo... Porfavor pasemos al comedor.

Durante la comida Patricio no dejó de mirar a su querida Joseanne, pensaba en ella y pensaba en como devolver a su corazón la ilusión de amar, pensaba en aquellos días difíciles de su divorcio, en su soledad, en su impotencia para amarlo, en la carencia de cariño que acechaba a su vida, en lo importante que puede resultar tener un poco de ayuda celestial... y solo Giovanna podía devolver a su corazón esos sueños perdidos.

- Espero hayas disfrutado de esta sopa de mariscos
- Está deliciosa, ¿me sirves más?
- Glotón
- Es la mejor sopa de mariscos que he comido
- Eres un adulador
- Tal vez... pero en verdad está riquísimo
- Esta bien, solo un poco más o vas a reventar
- Ansío ese poquito mas que gustes traer a mi paladar
- Ya voy

- ¿Sabes Joseanne?, estuve pensando en aquellos días, cuando nos conocimos, tú estabas en pleno trance de tu divorcio, siempre tensa, triste y yo... era solo tu amigo, en quien te apoyabas y en quien llorabas tus más profundas penas. Hace más de un año. ¿Recuerdas?
- Como olvidarlo. Fueron días difíciles, muy difíciles. Si no hubieras estado ahí quizá las cosas hubieran sido muy distintas, creo que conservé ese empleo por ti, estaba dispuesta a dejarme morir.

- No creo que haya sido por mí, algo en tu interior decía que tenías que seguir, tu misma te levantaste de aquella cama... habías estado tantos días deprimida y sola, y de repente, te levantaste, te arreglaste y acudiste a tu trabajo, tu espíritu era fuerte.
- ¿Era?, lo sigue siendo, ¿acaso no lo crees así?
- Naturalmente, pero... quizá le haga falta un poquito más
- No deseo seguir esta conversación
- Esta bien, es más, debo irme cariño, ¿recuerdas que debo acudir a una exposición?... no puedo faltar.
- Te entiendo, pero me llamarás mañana
- No lo dudes, si quieres, pasaré por ti para que comamos juntos
- Perfecto, que tengas una buena tarde
- Igualmente preciosa, hasta mañana.


CAPITULO IV
LA ROSA BLANCA

La exposición dio inicio a las ocho en punto de la noche, a pesar de que Patricio había hecho el compromiso de acudir al final, llegó temprano con la rosa blanca en su mano, quiso disfrutar de los cuadros, que, solo él sabía, eran producto de la inspiración de un ángel. La sala estaba llena, la gente iba y venía por los pasillos, había música, mesas con bocadillos, las luces eran intensas pero bien distribuidas, y se anunciaba con un enorme cartel “Giovanna... cielos y tierras”. Las pinturas eran realmente buenas, aunque, en un estilo abstracto, de ese al que no se le entiende mucho, eran bonitas y la gente se veía entusiasmada con ellas. Patricio se abrió paso entre los asistentes buscándola, hasta que por fin la halló, estaba Giovanna sentada en un sillón detrás de un escritorio dando una entrevista para la televisión local.

- ¡Miren quién llega tan temprano!, nada menos que el poeta que se pierde en la inmensidad de la noche. Bienvenido Patricio.
- Hola Giovanna, veo que tus pinturas tienen mucho éxito, he visto algunas y son muy bonitas, pero ninguna como tú.
- No cabe duda que eres un hombre bastante seductor
Giovanna encendió un cigarro.

- Pero ¿tu fumas Giovanna?
- Y a veces tomo un riquísimo coñac
- Sensacional!
Patricio no podía creer que un ángel, que es un ser incorruptible y perfecto fumara y bebiera coñac.

- Te acompañaré con un cigarro, ¿te molesta?
- Claro que no, adelante
- Gracias, ¿sabes?, vine a robarte
- Eres muy caballeroso poeta pero no puedo escapar de aquí, debo atender a todos estos gentiles compradores...
- Solo un momento... Porfavor
- Esta bien poeta, vamos a un saloncito que se encuentra allá lejos del bullicio.

Entraron en una sala parcialmente iluminada y Patricio extendió la rosa hacia Giovanna, la flor tenía un ligero brillo, cuando Giovanna la tomó en sus manos su olor fue tan penetrante y tan delicioso que Giovanna exclamó:

- ¡Que precioso aroma de rosa tiene esta flor!, Es muy intenso su perfume, pareciera que lo despide para hacerlo llegar al mismo cielo.
- Esa rosa, nació para ti
- Gracias Patricio
- No me des las gracias, es una flor muy especial, sumamente especial que necesito entregarte, escucha bien porfavor.
- Te escucho
- Esta rosa, tardará mucho tiempo en marchitarse, mucho, quizá no se marchite nunca, sus pétalos no caerán, es una flor que cuidará de ti, es un... ¡amuleto!
- ¿En serio?
- Si, debes tenerla cerca de ti a donde quiera que vayas y porfavor Giovanna, cuídala mucho, trata de que no le pase nada, siempre estará contigo... créemelo.
- Voy a creerte, aunque es difícil creer lo que me dices
- Hazlo, ahora regresemos con la gente que deben estarte esperando, después iremos a cenar.
- Muy bien

Y salieron de aquella pequeña sala con dirección al lugar donde se llevaba a cabo la exposición. Giovanna se mostraba nerviosa pero atendía fervientemente a todos sus invitados, Patricio permaneció sentado en un lugar alejado de la gente observando a un ángel que no sabía que era ángel... Al ángel de su amada. Patricio imaginaba que Giovanna era el espíritu vivo de Joseanne, que verla era como ver a su amada.

Llegó la hora de la cena, casi a las once de la noche, en punto lograron escapar de la gente, se acababa la exposición que había resultado todo un éxito. Patricio había pensado en un buen lugar, pero de repente, Giovanna le hizo una petición especial... – Vamos al campo, salgamos de la ciudad –

- ¿Al campo?, Pensé que tendrías hambre
- Prefiero la tranquilidad del campo, comí bocadillos apestosos en la exposición, Jajajajaja, quiero ir al campo, llévame.
- Tus deseos son órdenes, vamos a un lugar tranquilo
- ¡Vamos!

Llegaron a un área de campo bastante lejana de la ciudad, Giovanna tenía su rosa en la mano, y se percató de que en la oscuridad brillaba un poquito... no preguntó nada.

- Este es un lugar hermoso Patricio
- Si, es muy tranquilo, hay luz de luna
- Me gusta la luna, es tan bonita, a veces he soñado que juego con ella y le doy mil vueltas y de repente, en un vuelo casi mágico, aterrizo en una tierra extraña.
- Tus sueños deben ser hermosos
- Siempre son bellos, pero muy extraños
- Giovanna, cuéntame de ti
- ¿Qué quieres saber de mi?
- ¿Cómo llegaste a la tierra?
- ¿Cómo llegué a donde...?
- Quise decir, a este lugar de la tierra
- La verdad no lo sé, verás, un día desperté en un lugar muy raro, parece que me di un golpe muy fuerte y perdí mis recuerdos, estaba en medio de mucha gente, desde entonces tengo memoria.
- ¿Cómo era ese lugar?
- Era una calle, una señora me levantó del piso y me albergó un tiempo en su casa, después comencé a pintar y así me gano la vida, creo que no lo hago tan mal.
- Si tan solo pintaras algo distinto a lo abstracto
- Jajajajaja
- Me gusta que rías
- A mí me gusta tu sentido del humor
- Dime Giovanna, ¿has intentado recobrar tus recuerdos?
- Si, pero cuando intento recordar cosas comienzo a llorar, me da miedo quizá volver a mi pasado, a veces pienso que no fue bueno.
- No digas eso pequeña, estoy seguro que no fue así
- ¿Tu crees?
- Estoy seguro
- Tal vez tengas razón, pero no sé como recordar
- Es sencillo, bueno, creo que es sencillo... dime, ¿te gustaría regresar a tu pasado?
- Sí
- Dime cual es el recuerdo mas vago que tengas
- Déjame pensar
- Hazlo, inténtalo
- El recuerdo más vago que tengo es de una señora, una señora muy bonita que me enseñaba cosas... y tengo muy grabada una frase que me dijo: “Ella es el reflejo de ti misma”

Patricio entendió lo que Giovanna recordaba.

- Creo que es tarde Giovanna, será mejor que te lleve a tu casa, está haciendo frío.
- Si Patricio, no me siento bien
- Vamos

Se alejaron de aquel espacio campirano con destino a la ciudad, Patricio estaba ansioso por encontrarse con Dania. En cuanto hubo dejado a Giovanna en su departamento apresuró el vehículo a su casa.

Dania ya lo esperaba.

CAPITULO V
EL DESENLACE

- Hola poeta
- Hola Dania, que bueno que estás aquí
- Ha sido un día muy revelador
- Bastante, pero... no tengo idea de cómo hacer que recuerde quien es y a quien debe cuidar
- Estoy aquí para decirte como lo harás
- ¿En verdad me lo dirás?
- Giovanna tiene en su departamento algo que devolverá todos sus recuerdos, es algo sumamente especial que debe ser manejado con mucho cuidado porque corre el riesgo de romperse, su fuerza resucitará cuando lo lancen al cielo y este pueda regresar y posarse sobre su cabeza... Ella volverá a ser un ángel.
- ¿Qué es?
- Su aureola
- ¿Eso es todo?
- Escucha bien Patricio
- Sí
- Mañana por la noche llevarás a Giovanna al mismo lugar donde estuvieron hoy. Le pedirás que tome ese aro que cuelga sobre una pared en su estudio, que lo cuide mucho, y debe llevar su rosa blanca. También llevarás a Joseanne y le pedirás que acuda con un pañuelo blanco que se encuentra guardado en su mesita de noche.
- ¿Qué pasará?
- Haz lo que te digo, pero deberás hacerlo antes de la media noche
- Así lo haré.
- Hasta mañana Patricio
- Hasta mañana Dania

Por la mañana Patricio subió a su vehículo y se dirigió a la oficina, la noche había sido larga pero había podido descansar. Al llegar se topó con la novedad de una junta que se tornaría larga, asistió, estaba nervioso, debía llamar a Giovanna, llamar a Joseanne, tenía un mal presentimiento... ¿qué me pasa? Se preguntó.

La junta se hizo larga, casi eterna, la una, las dos, las tres ¡Tengo que llamar a Joseanne para avisarle que no podré comer con ella!. Se retiró de la junta he hizo la llamada.

- ¿Joseanne?
- Pensé que habías olvidado llamarme
- Tengo una junta muy importante pero necesito decirte algo
- Dime, ¿qué pasa?
- Tienes un pañuelo blanco en tu mesita de noche
- ¿Qué dices?... si, lo tengo ¿cómo lo sabes?
- No puedo darte explicaciones, solo necesito que lo tengas en la mano a las ocho de la noche, pasaré por ti.
- ¿Te sientes bien Patricio?
- Perfectamente
- No entiendo nada pero te esperaré en casa
- Ahí estaré
- Adiós
- Adiós princesa

Apenas colgó y marcó hacia el departamento de Giovanna, nadie contestó. El tiempo estaba encima y eran demasiadas explicaciones, tenía que actuar rápido.

Patricio se disculpó en la junta con todos sus compañeros y salió al departamento de Giovanna, al llegar lo recibió un cuadro espantoso. Giovanna se había mudado.

- ¡No puedo ser!, Dios ayúdame, ¿dónde puede estar?

Preguntó todos los del edificio, nadie supo dar razón excepto el guardia.

- La pintora se fue a casa de una amiga, creo que se llama Elisa, vive a unas cuadras de aquí aunque exactamente no se donde, pero en la galería le pueden dar razón de ella.

Patricio corrió a la galería y obtuvo ahí la dirección de Elisa, al llegar encontró a Giovanna, que, contenta lo saludó.

- Hola señor poeta, pensé que no lo volvería a ver, tuve que mudarme para ahorrar, se viene una temporada muy dura.
- Gracias a Dios!
- Pareces agitado
- Lo estoy
- ¿Pasa algo?
- Giovanna quiero pedirte algo, recuerdas que en tu departamento tenías en una pared, de tu estudio de pintura, un aro.
- Si, ¿acaso lo llegaste a ver?
- Escucha porfavor, necesito que tomes ese aro, con muchísimo cuidado, al igual que tu rosa y me esperes aquí a las ocho y media de la noche.
- No entiendo nada, ¿qué te pasa poeta?
- Porfavor no hagas preguntas, solo hazlo
- Patricio, me estas asustando
- No quiero asustarte solo te pido que hagas lo que te digo
- Esta bien pero tranquilízate
- Ya estoy más tranquilo
- Te veo a las ocho y media
- Estaré puntual, y recuerda, el aro y la flor
- Seguro

Llegó la noche, eran las siete y la ciudad estaba plenamente a oscuras, la gente se había retirado a sus casas temprano, no había casi nadie en las calles, los negocios estaban cerrados, a pesar de ser lunes no había mucha actividad.

Sólo, en su habitación, esperando que diera la hora de ir por Joseanne, Patricio tuvo un último encuentro con Dania:

- Poeta, ¿qué te ocurre?
- Nada
- Estas asustado
- Estoy aterrorizado
- Falta poco
- Falta tanto Dania, me siento mal, me siento impotente, como si esto no estuviera pasando o fuese una pesadilla, en mis manos esta el que Joseanne vuelva a tener ilusiones y por si fuera poco, ¡me ame!... y comenzó a llorar.
- Adiós poeta
- No te vayas Dania
- Debo hacerlo
- No sé que voy a hacer cuando esté con ella en el campo
- Observar
- Tus palabras son sabias, no lo dudo, pero... me dicen tan poco.

Dania se fue, llegó la hora y Patricio se dirigió a casa de Joseanne que lo esperaba en la puerta, con el pañuelo blanco en la mano.

- Buenas noches Joseanne
- Patricio, espero que tengas una buena explicación para esto
- La tengo pero la escucharás más tarde
- Me estoy cansando, ¿qué pasa?
- Sube al auto, tenemos que pasar por alguien
- Esta bien, pero no entiendo absolutamente nada
- Joseanne, solo calla y haz lo que te diga
- ¡Nunca me habías hablado así!
- Lo siento mi preciosa, pero tengo que hacerlo
- Vamos a resolver esta actitud tan misteriosa de una vez.

Patricio puso rumbo a la casa donde se encontraba Giovanna

Cuando se miraron Giovanna y Joseanne recordaron aquel encuentro en el supermercado. Giovanna miró a la muchacha con asombro y más aún al verla acompañada de Patricio.

- ¿Se conocen?
Preguntó Giovanna
- Somos amigos desde hace algún tiempo
Respondió Patricio
- Vaya!, ahora menos entiendo

Giovanna subió al auto y Patricio puso dirección al campo donde habían estado una noche antes... cuando iban llegando Giovanna le preguntó:

- ¿Para qué fue necesario traer este aro viejo que no sé ni para qué sirve y esta flor tan linda?
- Solamente debemos observar
- Patricio, debes estar loco...
Dijo Joseanne notablemente molesta.

Los tres se sentaron en medio del campo, las estrellas brillaban en lo alto mas intensamente que nunca y de repente Giovanna se desmayó.

- ¡Giovanna!.
Gritó Patricio
- ¿Qué pasa Dios mío?
Dijo Joseanne nerviosa
- No sé

Y apenas iba a intentar levantarla cuando una luz muy brillante los envolvió a los tres, era tan intensa que los deslumbró. La luz cubrió todo el campo, las estrellas comenzaron a bajar, y entre ellas apareció la figura de un anciano... vestido de azul.

- Han acudido a tiempo
Dijo el hombre
- ¿Quién eres tú?
Preguntó realmente maravillado Patricio
- ¿Dónde estoy?
Joseanne estaba realmente aturdida

- ¿No me reconocen?
- Acaso eres...
Dijo Patricio
- Así es, y he venido a devolver un don, un don que por un pequeño error de apreciación por parte de este angelito rebelde por poco desaparece.
- ¿Angelito, don?
Dijo Joseanne

- Pequeña Joseanne, te has quedado sin tu ángel y he venido a devolvértelo, porfavor, quédate ahí, en silencio y observa.

- Si, de hecho no puedo decir nada de lo que estoy viendo.

Giovanna yacía en el pasto, inmóvil, como muerta, su rostro hacía el cielo y Dios... el anciano Dios la miró y tocó su cara, acto seguido le pidió a Patricio que le entregara el aro que Giovanna llevaba, Patricio así lo hizo. Dios tomó el aro y lo lanzó tan fuerte que por unos momentos desapreció de la vista de todos... de repente lo vieron volar de regreso. El aro se detuvo justo encima de la cabeza de Giovanna. De ser un aro simple y sin gracia se convirtió en un aro de luz, deslumbrante, luz dorada...

Giovanna despertó y miró a Dios frente a ella.

- Señor... ¿qué me ha pasado?, Parece que he despertado de un profundo sueño.
- Has regresado a la vida... y ahí, está tu destino
Dijo Dios señalando a Joseanne

Patricio estaba perplejo. No podía abrir la boca y habló Dios
- Porfavor Joseanne, toma entre tus manos el pañuelo blanco y tú Patricio coloca en el pañuelo la rosa blanca que Dania te diese.
- Si
Dijo Patricio

Joseanne contuvo la respiración y tomo la rosa en el pañuelo, con ella se dirigió a Dios... mirándolo con una ternura indescriptible, ansiosa de poder siquiera sentirlo cerca, más de lo cerca que ya lo podía sentir.

- ¿Qué debo hacer Dios?
Susurró Joseanne
- Entrega de tus manos, esa hermosa flor, y ese blanco pañuelo a Giovanna...

Joseanne se paró frente a la figura celestial de Giovanna y puso en sus manos ambas cosas... al solo contacto con las manos del ángel los pétalos de la rosa se convirtieron volaron hacia las espaldas de Giovanna creando dos grandes alas y el pañuelo se prendió de su pecho, como un hermoso adorno a su vestimenta blanca.

Y dijo Dios:
- Ahora Giovanna, vuelves a ser un ángel, el ángel travieso y rebelde que siempre has sido.
- Prometo portarme bien
- Bendigo este momento en que renaces, toma tu camino a un lado de tu destino humano... y tú Joseanne, vuelve a tener ilusiones en tu corazón, sueños en tu futuro... Patricio, escríbeme algo, lo haces bien.

Y la luz divina comenzó a apagarse sin dar tiempo de que Joseanne o Patricio dijeran algo. Giovanna desapreció también y en unos cuantos momentos, Joseanne se abrazó al poeta y comenzó a llorar.

Joseanne se había dado cuenta del inmenso amor que estaba dejando ir... había recuperado sus ganas de amar, le dio una oportunidad a su corazón y unió su vida a Patricio...
Datos del Cuento
  • Autor: Norangel
  • Código: 17187
  • Fecha: 11-08-2006
  • Valoración:
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