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Historia de una piedra

HISTORIA DE UNA PIEDRA
*

Había una vez un paraje cuya belleza era admirable y rica en historia, todas las civilizaciones que pisaron esa tierra, la enriquecieron de manera formidable. Este lugar guardaba un encanto especial, siendo paso obligado para varias culturas que en el mudo existían desde la noche de los tiempos, por el lugar pasaron: iberos fenicios, cartagineses al igual como griegos, romanos, vándalos, visigodos y musulmanes. Siendo el único camino encontrado durante siglos para comunicarse entre sí dos valles, que se encontraban separados por una tremenda cordillera de monte escarpado y llena de riscos. En donde reinaba con exquisita belleza mi imagen perpetua, siendo ancha de la base y algo más estrecha en la parte superior, formando una exuberante pared de roca y situada en lo más alto rozando el cielo. Desde donde podía apreciar el fondo del mundo, adivinando como seria el resto del infinito al observar en el horizonte todos sus puntos cardinales, en donde mi potestad era inmensa dominando todo lo que alcanzaba mi vista.

Cuando me viene a la mente mi origen me siento alagada, el recuerdo me hace feliz. En aquel entonces era tan poderosa y bella que sin saberlo, incitaba a todos a disfrutar contemplando mi esbeltez majestuosa, de esta forma estuve años he impasibles siglos siendo punto de referencia para caminantes y viajeros, viéndose obligados a cruzar la vaguada angosta que entre el macizo rocoso se encontraba. No había ser vivo que al pasar por mi lado se resistiera a levantar su cabeza, para satisfacer su necesidad de deslumbrarse con mi esbelta figura, toda ella situada en el mismo escarpado de la montaña y en lo alto yo compacta de roca maciza, levantándome hacia el cielo en donde tenía el sol a mí alcance, y las nubes aterciopeladas me acariciaban.

En los días de lluvia, gozaba al notar en mí el impacto mojado desde la primera gota hasta la última, luego salía el sol y empezaba a sentir su candorosa caricia por todo mi contorno, calentándome con verdadero placer.

Después de varios periodos de guerras, batallas campales y muerte innecesaria, Para mi desgracia empecé a sentir convulsiones, una de tantas veces se escucho una explosión más fuerte de lo habitual, retumbando por todo el desfiladero, provocando en mis entrañas un inmenso temblor partiéndose por varios sitios la roca.

Me vi de pronto rota por el terror que conlleva semejante fenómeno, tal vez producido por la misma naturaleza o quizás tuvo algo que ver la mano del hombre. Reventando mis entrañas saltando por el aire hecha trizas, unas porciones salían despedidas, otras rodaban monte abajo, en breves minutos se había destruido lo que durante tantos siglos fuera la envidia de todos, quedando tan solo el vestigio de un arcaico pasado.

Me vi completamente sola e insignificante, todas las demás compañeras esparcidas y volteando cada una por diferente sitio. Debía de reaccionar pero me fue imposible, mientras estábamos unidas teníamos toda la grandeza del mundo, en este momento nada éramos, tan solo insignificantes piedras sin el más mínimo interés. Yo me deje arrastrar por las circunstancias y fui a parar a la parte baja del monte, quedándome en un rincón ignorada, viendo como pasaba el tiempo sin compañía alguna.

Una mañana ya casi me había olvidado de que existía, fui sacada de mi abandono a consecuencia de un grupo de gente que iba de excursión. Varias botas me pasaron por encima pisándome, extirpándome de donde estaba y cayendo en bajada vertiginosa termine en un barranco. Mi orgullo se deprimió de tal manera, que mi frustración me hizo sentir miserablemente desdichada, era tan poca mi presencia que ni repararon en mi existencia.

Olvidada entre hierbas y montones de porquería, quede esperando a que el azar me fuera favorable y la suerte empezara a tratarme un poco mejor, desde hacía años nadie me contemplaba. De vez en cuando pasaba por encima de mi algún bicho, sobre todo me molestaba que fuera caracoles, siempre me dejaba llena de babas, tardando bastante en quitarse la viscosa suciedad. Aunque prefería esto a ser usada como limpia culos, este hecho si me daba asco a demás de hacerme sentir humillada.

Tan solo cuando llagaba la lluvia se formaba una especie de torrente, el cual me empujaba unos metros más abajo, cambiando de postura mi cuerpo. Era agradable sentirme limpia y fresca, mientras el agua me transportaba rodando en su corriente, me divertía mucho vivir esta situación, lamentablemente sus consecuencias quedaban reflejadas en mi figura siendo cada vez más débil, mermando mientras mi vida se consumía en sitio tan innoble.

Pasado un tiempo llegaron las lluvias torrenciales, el cielo escureció y el temporal empezó a soltar una enorme masa fluvial, diluviando en grandes cantidades y bastante seguido. Toda el agua de los contornos fue a parar dentro del barranco en donde me encontraba, llenándose hasta los bordes, arrastrando la corriente toda la porquería encontrada a su paso. Era tanta la fuerza ejercida por el agua en este sitio que me arrastraba de forma veloz, empezando a dar vueltas y trompazos, quedándome por fin quieta en lo más hondo de un rio.

En ese momento me sentía tan pequeña, que pasaba desapercibida incluso hasta para los peces, siendo lamentable esta situación, siempre sola, mojada y sin ganas de nada. Supuse que mi vida había terminado, de este sitio no saldría nunca, olvidada, triste y aburrida. Pase algunos años sin poder ver el sol, ni sentir su calor que tanto añoraba, al igual como el viento que ya no recordaba su forma de soplar. Lamentablemente si este debía ser mi final estaba dispuesta a aceptarlo, el todo poderoso que me creo me hizo disfrutar mucho mientras era grande y hermosa, bien estaba que si Él así lo deseaba cumpliría su voluntad; me forraría de valor para aceptar mi destino.

Al parecer perdí la cuenta de los años pasados en mi resignación, la pena sufrida era evidente, tan solo notaba que cada vez me sentía más pequeña de forma redonda y aplanada. Había veces que al pasar algún pez cerca de mí, el suave impulso de sus aletas mientras nadaba, era suficiente para mover el agua, causándome una sensación de libertad; debido a mi poco peso me veía flotando.

¿Qué significaba esto, podía ser que mi aventura aún no hubiera terminado?, no me hice muchas ilusiones, la experiencia enseñada por los años me aconsejaba continuar relajada, esperando el deseo de mi creador y dispuesta a cumplir su voluntad. Para golpes y penalidades ya había tenido suficientes, prefería quedarme donde estaba y evitar de esta forma más problemas. Poco a poco entre el movimiento de la corriente, y el nadar de los peces a mí alrededor, me vi desplazada hacia la orilla derecha, donde se le agregaba un manantial. Al llegar al recodo que formaba éste al chocar con el rio, me quede inmóvil en el remanso.

Después de una ingente sequia el arroyo perdió caudal, entonces volvía el sol a calentarme como lo hacía en antaño, con la única diferencia que por ser tan frágil me achicharraba demasiado. Gracias al manantial que de vez en cuando me salpicaba con alguna gota, el sufrimiento era menor y la mojadura me aliviaba bastante. ¿Qué miseria me guardaba el destino?, me había convertido en tan poca cosa que casi no seme veía, pasando en el lugar bastantes años más.

Un día de verano en el cual me encontraba recreada bajo la sombra de un cañar, mientras me deleitaba escuchando el trinar de los pájaros y el murmullo del agua al ser empujada por la corriente, escuche como se acercaba un grupo de personas. Desde hacía mucho tiempo no oía el sonido provocado por los humanos al hablar, de nuevo me asuste al recordar los pisotones recibidos por ellos, debía esconderme de inmediato ya que por su culpa pase tantas penalidades y desventuras.

Para mí desgracia no me podía mover, todo lo recorrido había sido provocado por otros elementos ausentes a mi voluntad. Empezaba a preocuparme por quien se acercaba, en este momento era tan pequeña y endeble, que si me pisaban podía terminar rompiéndome en varios pedazos. Mientras mi pensamiento hervía suponiendo cosas y catástrofes, las voces sonaban cada vez más cerca, las escuchaba muy claras y no me gustaba nada, tan solo deseaba que pasaran de largo y me dejaran tranquila con mis problemas y desdichas. Me puse de nuevo alterada todo en mi era nervio y susto.

De pronto me vi saltando por el aire cayendo dentro del manantial. ¿Cómo era posible que sin piernas diera tan gran salto?, todavía no había reaccionado, cuando observe por la orilla del rio caminando a un señor, siendo éste el causante del brinco, el cual me sorprendió a mí misma. Al parecer dentro del rio hundida se encontraba una caña y cuando el hombre las pisó, al estar cubiertas entre todas nosotras, nos sentimos impulsadas por el aire, cayendo dentro de la balsa que formaba el nacimiento. En ese preciso instante unos niños se bañaban sentados en el centro de la alfaguara, entre bromas empezaron a jugar dándose empujones y lanzándose puñados de agua, mientras se divertían gozando el momento.

De nuevo empecé a moverme sin darme cuenta, coincidiendo que en uno de los zarpazos un niño me lanzo por el aire cayendo en donde menos agua había, quedando en un sitio que el liquido era trasparente y claro, pudiendo ver perfectamente a los jóvenes como se mojaban. Al poco tiempo uno de ellos se acerco a donde me encontraba y empezó a coger algunas compañeras lanzándolas por el aire, contemplando el impacto producido al chocar con el agua.

Una de las veces me agarro en su mano, y cuando pensaba recibir el mismo trato que las demás colegas, se quedo observándome. Poca cosa podía ver por culpa de mí delgadez, resbale entre sus dedos cayendo de nuevo en el manantial, se agacho el niño en seguida y me volvió a coger diciendo a los amiguitos.

–¡Mirad que piedra más bonita! –el resto de los jóvenes se quedaron observando, entonces me di cuenta que estaba muy colorada, o quizás siempre había sido así y nunca lo supe.

–¿Para qué quieres esa piedra? –preguntó uno de los niños.

–¿Sabéis que voy hacer con ella? –comentó el muchacho mientras me tenia sujeta.

–¡No!., –replicaron los demás.

–Ahora cuando llegue a casa, le voy hacer un orificio muy fino.

–¿Por qué quieres agujerearla? –le preguntaron de nuevo los chicos.

–Para pasarle un hilo y poderla llevar colgando en el cuello.

–Vaya tontería –respondieron los demás.

<<¿Cómo?. ¿Había escuchado bien?, este chico era un malvado. Me quería perforar y luego llevarme en su
cuello colgando>>, en aquel momento me pareció una locura, eso sería mi final. Tenía verdadero pánico de sufrir semejante suplicio.

Me introdujo en el bolsillo de su pantalón en donde estaba todo oscuro, entonces supe lo que era el miedo, de momento me encontraba presa y en breve seria agujereada. Cuando regresó el joven a su casa, me cogió con su mano entregándome a un señor mayor, seguramente debería ser su padre o tal vez el abuelo.

El verdugo con manos rudas y callosas, me daba vueltas con sus gruesos dedos, mirando por donde me haría la perforación. Con un hierro que daba muchas vueltas sobre sí mismo, fue penetrando en mí interior mientras sonaba un silbido potente y empezaba a hacerme bastante daño. Impulsando y apretando sobre mí el hierro, hasta que al final me atravesó sin contemplación alguna, haciéndome un agujero en una de mis esquinas.

El niño al verme preparada y dispuesta para cumplir su objetivo, me limpio con mucho cuidado, dejándome tan reluciente que brillaba con mucho fulgor. Paso un cordón fino por el ojete colocándome en su cuello, en ese momento es cuando empecé a saber cuál era su intención, me llevaba como si fuera una joya, siempre colgando y con la camisa desabrochada para que todos me pudieran contemplar.

Las niñas se le acercaban para poder mirarme de
cerca, yo me sentía de nuevo contenta de ir en el cuello de un joven tan simpático y guapo, que las chicas de noche y de día suspiraban por él. Estoy segura que más de una le hubiera gustado estar en mi lugar. Este niño con el paso de los años, se hizo un mozo muy apuesto y galante. Desde aquel día que me puso en lugar tan predilecto siempre me decía cosas bonitas, las cuales me alagaban mucho y me hacían sentir bien, sobre todo cuando me musitaba que era su talismán o amuleto, entonces la felicidad me invadía.

Le he proporcionado mucha suerte y dicha, siendo correspondida de la misma forma. Me siento de nuevo orgullosa de hacer el bien y algo bonito, lo que me resulta agradable y placentero pensar que después de tantísimos siglos aún sirvo para algo. No sé qué habrá sido de mis compañeras después de todo este tiempo, si me encontrara con alguna de ellas seguro que no las reconocería, me gustaría contarles mi historia aunque tengo claro que ellas también tendrán la suya propia, pero por hermosa que haya sido, la mía no la cambio por ninguna. Me he dado cuenta ahora de la dicha sentida en mi interior y anhelo seguir siéndola hasta la muerte de mi dueño, llegado el momento deseo ser enterrada en su compañía, para permanecer a su lado toda la eternidad.

La moraleja existe, si tú cerebro te deja.
¿Sabrás en qué consiste, la mencionada moraleja?
Datos del Cuento
  • Categoría: Educativos
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