El viento mece los árboles, las hojas quieren ser libres, y salen despedidas de las ramas.
Las últimas gotas de lluvia resvalan entre las piedras, y el río con su murmullo arrulla a los pájaros que aún andan en sus nidos.
El día se presenta lleno de melancolía, quizás las nubes hoy no lloren, pero su tristeza está presente.
Camino buscando el mar, siguiendo la orilla del río;me encuentro flores de mil colores, los peces curiosos salen de su medio y con un salto me saludan.
Empieza la tormenta, y los árboles con sus copas luchan por protegerme, pero el viento quiere que sienta la fuerza de Dios; y yo la voy buscando.
Los primeros relámpagos conservan el brillo de la noche, y su luz se funde con el inminente amanecer.
En el horizonte veo la cara del sol surgiendo del mar, que hace de Poseidon coronando sus aguas. Su incipiente luz torna el color, como sí de un pintor se tratase, confiere tonalidades diversas al azul.
A escasos pasos, en un balls amenizado por las gaviotas, me acerco a tí.
Siento en mis pies como cambia la textura de la tierra. Las caricias que me propiciaban la naturaleza verde, tornan en frialdad. La arena de la playa vuela sin rumbo, es cómo un viejo marinero sin puerto ni patria.
El sol que se cree poderoso sigue su camino, pero las nubes juguetonas le roban el protagonismo.
Hoy el día irremediablemente amanece triste.
Miro al mar y siento su fuerza; como si de una flor marchita se tratase, mis ropas se precipitan al suelo.
Con mi cuerpo desnudo entra en sus aguas y paso a mi cama donde encuentro el mar de tu mirar.
Tú estas tan presente en él. El mar es mi libertad, la fuerza que me da la vida y tú eres mis ganas de amar; el amor me hace libre, rompe con todas las barreras, me hace soñar.

**Todo fué un sueño, y tú seguias a mi vera, no tenía que buscar nada porque lo más importante del mundo me abrazaba mientras dormía**