Las cumbres nos dejan absortos,
cae sobre el mundo el tiempo,
sobre los hombros la nieve nos seduce,
el camino trazado esta perdido
y ambos,
continuamos para no congelarnos.
Nuestro amigo el lobo viene con nosotros,
los vientos rompen los timpanos,
el factor de congelacion esta a punto de parir y entonces vemos a la distancia la cumbre.
Todos
y cada uno de los preceptos van contigo y conmigo,
cercano a ésta el mar que aún no se distrae y dentro del acantilado una humareda de rocas que son como un grupo de peregrinos viajando en procesión a la ciudad santa.
El día esta callado, con lentitud se va durmiendo,
cuando la tarde comienza a envejecer,
el horizonte esta como otras tantas tardes;
rojo, te detienes sobre la arena a reposar un poco,
sobre tu hombro coloco mi mano
y con la tuya me confortas,
dejo sobre la arena la mochila de vida
y me siento entoces a tu lado con tu cuerpo tibio y alado.
Dentro de nuestros ojos se ve el mundo,
los colores se tornan turvios
y una gran hoguera esta apunto de hacer de esto sólo un sueño
y tal vez mañana cuando vuelva el día a ser como hoy,
te veré a mi lado,
reposando sobre mi brazo en el lecho que mandamos a hacer para ambos.