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Categoría: Urbanos

IRENE

Las nubes estaban bajas, casi se dejaban rasgar allá a lo lejos por las antenas de los tejados. Las nubes eran una sola nube, densa, acaparadora, total.
Una lluvia fina agrisaba los colores, filtrando la luz, dejando una visión sepia de retrato antiguo.
En el parque solitario, un bosque ahora de cenizas verdes, Irene quieta bajo el paraguas, lo mira todo con ojos de despedida.
Aquel farol, aquel kiosko, aquella esquina desconchada, aquel gato en el portal, aquel taxi que lo salpica, aquella estatua renegrida, aquel transcurso de las cosas, aquella vida...

Irene está cansada de pensar. Ya todo, piensa, lo pensó. Y ya no quiere.
Bajo el paraguas, Irene quieta, deja que la lluvia la difumine poco a poco hasta borrarla por completo, hasta que nadie sepa nunca que ese papel abatido, fue un bellísimo dibujo.
Irá hasta el puente que deja pasar los trenes por su interior, veinte metros más abajo en el fondo del cañón.
Desde la barandilla, verá las vias pequeñitas como las de un juguete, trepará por ella, cerrará los ojos, y luego...

Pero ahora aun está inmóvil en medio del parque, con su paraguas chorreando, habitando el eje de un espacio líquido y redondo.
Irene observa caer las líneas de agua por las varillas del paraguas hasta el suelo. Ve que forman una jaula en torno suyo y así lo entiende, como una metáfora de su propia existencia, presa, ahogada, sin salida, en una cárcel transparente, en una inversa pecera con paredes de agua.

Y yo, que desde mi ventana la contemplo, intento pensar que si ella parpadea muchas veces, podrá ver que los hilos de lluvia, los barrotes de su jaula, no lo son en realidad. Que sólo son una sucesión de gotas, que esas rejas son rejas discontínuas, intermitentes, que ofrecen fisuras por donde atravesar.

Irene, mirando a todo, pasa sus ojos por los míos y un instante los detiene.
Irene parece ver mi pensamiento.
Irene cierra entonces el paraguas y deja que sus lágrimas formen parte de la lluvia.
Irene comienza a andar por el paisaje gris.
Irene ha decidido hoy, conceder un aplazamiento a la muerte.
Datos del Cuento
  • Autor: luis jesus
  • Código: 4882
  • Fecha: 19-10-2003
  • Categoría: Urbanos
  • Media: 5.53
  • Votos: 64
  • Envios: 7
  • Lecturas: 3397
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
luis AGUDELO
invitado-luis AGUDELO 15-02-2004 00:00:00

BUEN CUENTO.ANTE TODO LO HERMOSO DE LA NATURALEZA,LA VIDA, PARA QUE IRNOS TAN TEMPRANO.DIRIA QUE ESO FUE SABER ELEGIR. ACTUAR CON SENSATEZ Y RESPONSABILIDAD.DIOS PUSO LA VIDA Y LA MUERTE EN TUS MANOS.ELIGE LO MEJOR CON SABIDURIA Y AMOR.

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