Aquella tarde llovía .Era una de esas tardes que "Lorena" odiaba , porque la lluvia le recordaba a la tarde en que su padre se fue de casa ,con el pretexto de "alejarse unos días de mamá" y nunca más volvió . En cambio “Daniel”,el menor ,disfrutaba como el niño alegre que era ,los inoportunos chaparrones pisando todos los charcos que se cruzaban en su camino , andando por las calles con sus botas de agua creyéndose un súper héroe y deseando que tras las lluvia llegara el arco iris . Pero sin embargo ,algo estaba a punto de sucede r ,y jamás podrían imaginar que a partir de ese día los dos odiarían los días de lluvia porque en cada gota de agua quedaría por siempre impregnado el amargo recuerdo de aquella tarde en la que de pronto , su madre desaparecería , llevándose con ella su alegre y despreocupada infancia.
Desde aquella tarde ,ambos odiarían los días lluviosos , ambos se consolarían mutuamente cuando se ahogaran en la soledad , sirviéndose , el uno al otro como el muro infranqueable en el que apoyarse cuando ya estaban vencidos por el miedo a que ,tal y como todos habían hecho con ellos, se abandonaran el uno al otro. A ambos les unía un vínculo mucho mas fuerte la sangre, que era el miedo a quedarse completamente solos y perder, de ese modo, todo vínculo familiar en el mundo . Ambos deberían sus tiernas infancias , olvidar aquella época porque atrás quedaron los juegos ,los chistes y la irresponsabilidad . *Los dos vieron aquel día como su madre les robaba la niñez.
Atravesaban junto con su madre un oscuro callejón. A los lados casas grandes y ruinosas parecían tragarse a los que transitaban entre ellas. Los niños estaban asustado no concebían el motivo de su presencia en esa zona , tampoco conocían aquel lugar inhóspito al que les llevaba su amada madre. Con el pretexto de que se iba a buscarles un regalo y que volvería dentro de cinco minutos, aquella melancólica mujer se alejó dejando tras de sí un rastro de tristeza. Lorena y Daniel vieron confusos como se apartaba y desearon en lo mas profundo de sus corazones que volviera pronto cerca de ellos. Permanecieron quietos sin mover ni un solo dedo durante un largo periodo de tiempo. Cuando Lorena miró el reloj que le regalaron para su cumpleaños observó que ya era muy tarde. Los dos estaban ya muy preocupados, el frió y el miedo se pegaban a sus huesos y les hacia temblar desmesuradamente. Lorena viendo el estado en que se encontraban decidió desplazarse de aquel funesto lugar y cobijarse en alguna parte no muy lejos de allí que les permitiera observar el devenir de las personas que circulaban por la zona y así poder esperar a su madre pero desde un lugar menos fúnebre. Salieron del callejón y anduvieron durante un corto periodo de tiempo hasta divisar a lo lejos una figura decrepita y un tanto curvada. Los dos se pararon en seco, la figura se iba acercando más y más. Al principio Daniel quiso salir corriendo a los brazos de aquel contorno que relacionó con su madre, pero rápidamente Lorena le agarró del brazo y le obligó a permanecer, como un clavo, cerca de ella. Ambos vieron conforme se acercaba, la transformación de aquella sombra en una anciana de bastón en mano. La abuela tenia la piel tan arrugada como las sabanas después de una sesión nocturna de pesadillas. Poseía un pelo largo y canoso, y unas orejas cuyos lóbulos parecían que hubieran sufrido un centenar de estirones de orejas, quizás ese día fuera su cumpleaños. Iba con un bastón en la mano derecha y sujetaba en la mano izquierda un paraguas que cubría su delicado cuerpo.
CONTINUARA...