Cómo es esta angustia de ver a dos seres que amo mirarse con tanto rencor, y saber al mismo tiempo que ambas, pues son mujeres, ambas se aman. Si, son madre e hija, mi madre y mi hermana. Ambas se aman y ahora parece que quisieran verse lejos o una de ellas, muerta... Podría ser mi madre quien ya esta mas cerca de la muerte que mi hermana y toda su tribu que se han metido con marido, hijos y todo a casa de mi madre, porque no les alcanzaba ni para cagar ni llorar. En esto de la familia uno, como miembro y parte, se haya medio ahogado por semejantes líos no buscados, pero, por herencia, rifa, le cae como lluvia de acido muriático y uno se ve allí, nadando en aguas de angustia que pareciera que tiene una soga apretando el cuello del alma... Terrible, pero es así, hasta he soñado ver a mi madre y mi hermana dándose sablazazos, luchando por las ideas que cada una tiene acerca de cómo guiar sus propias vidas. Cuando estoy con mi madre no deja de darle paletazos mentales a toda la familia de mi hermana, y, parece, que mi hermana tuviera conciencia de ello, y aunque no esté ni haga su acto de presencia, lo siente en sus poros, venas, en cada partícula de su alma... Hasta he visto confabular, con su marido e hijos, en cuanto a la fecha en que mi madre bajara a estar mas de diez metros bajo tierra. No sé, pero esa así. En esas circunstancias lo que hago es salir a la calle, darme una reverenda tranqueada e irme a un cine para echar tierra toda esa energía negativa que viene de casa. También me gusta buscar un culo, o en el peor de los casos, darme un gran pajazo. Lo último es lo mas frecuente porque ni modo, también estoy mas cagado económicamente que mi hermanan. El negocio que tengo no me alcanza más que para pagar las deudas de la casa, como el teléfono, la luz, el cable, y el agua. Si viviera solo, no podría, no me alcanzaría ni para pagar la renta ni siquiera podría comprarme libros que es lo que mas me gusta coleccionar, por ello paro arrumado como un chorizo en uno de los tantos cuartos de la casa de mamá. Cuando salí a la calle encontré a varios amigos de los viejos tiempos. Hablamos de dios, la guerra, las mujeres, los hijos, los maricones, de tantas cosas uno habla que sin darme cuenta el tiempo había pasado como una sonada de mocos. Ya era más de la media noche. Carajo, me dije. Me voy cumpa, tengo que llegar a la casa, por que sino la vieja me espera con una vaina que no deja de abanicar mi cerebro y ahora con el lío familiar en que me hallo, el centro de la tormenta es el ojo que está que me espera. Llegué, y allí estaba en la puerta de entrada, la vieja, mi madre con una botella de alcohol, chupando como una condenada. Que te pasa vieja, le dije. Tu hermana me ha dicho loca, me dijo. Continuó tomando su botella, mientras veía todas las cosas de mamá tiradas por toda la casa, y mi hermana no se le respiraba por ningún rincón de la casa... Se han ido, le dije. No aun no, tan solo me ha dicho que desea vender toda la casa, ya que la cuarta parte le pertenece, es de ella como herencia de su padre. Pero, ¿no era tuyo todo? Si, pero ahora ha cambiado de parecer. Mamá continuó bebiendo y yo le dije que lo mejor sería que descansara, que durmiera o se olvidara de todo y ya vería que mañana mismo todo volvería a ser como antes, es decir, mi hermana y familia, volverían a casa. La lleve a su cuarto y no sé porqué se me ocurrió contarle acerca de la chamba. Le dije que había mucho trabajo para la próxima semana. ¿Cuanto vas a ganar?, preguntó. No mucho ni poco, pero algo, alguito mamá. Pero ya te he dicho que tú trabajas para tus empleados, eso no puede ser, eres un estúpido. ¡Vende ese negocio!, me gritó. La escuché y deseé que estuviera bien muerta. Era insufrible escucharla, repetir una y otra vez la misma cantaleta. Ya mamá, le dije. Mañana mismo pongo un anuncio para vender todo el negocio que aún tengo. Ella refunfuñó, diciéndome que hiciera lo que me diera la gana, que me iba a quedar en la miseria… Fui a mi cuarto, la cerré con llave y me puse a ver la tele. No había nada nuevo, siempre la misma tontera. Los buenos, los locos, los malos, los niños, el sentimiento, la muerte, la sangre... ¡Todo aburrido!, pensaba. Me baje la bragueta y de tiré una paja. Me sentí cochino, sonso, vacío. Me bañe, y me puse a meditar un par de horas, como durante años y años lo hago pero, en verdad, aun no ocurre nada de nada, tan solo un rocío de paz que apacigua mi momento, nada mas. En verdad, eso alcanza, al menos para dormir como un bebé, sin conciencia de nada de lo bueno o malo que vivió. Ay, la vida es una cajita de angustias y alegrías esporádicas... Todo entra y sale por esa cajita, yo también. Mi hermana y mi madre también. Creo que todos los seres humanos se hayan metidos en munditos paralelos… Cerré los ojos y me dije que ya era hora de cambiar. Le voy a decir a mi madre que quiero vivir solo, que no necesito de nada, ni un solo centavo, que deseo mendigar antes de vivir bajo su yugo... Bajé como una centella rumbo hacia su cuarto y allí estaba. Le dije lo que pensaba, ella, mi madre, escuchaba. Seguí hablándole y hablándole, echando mis sentimientos como cartas a la mesa del dealer, y yo notaba que algo desagradable empezaba a derrumbarse. Mis ojos se desparramaban como cataratas... Callé, no podía seguir, le dije gracias mamá, gracias por escucharme y nada mas. Ella seguía mirándome, fijo a los ojos, en silencio, sin inmutarse. Me acerqué hacia ella. Un poco mas, y noté que dormía y ¿respiraba?, no sé... Me sentí liviano, bien, en paz. Me acerqué a mi madre. Le cerré los ojos. La acosté. Me eché a su lado y traté de dormir, tenía cansancio y mucho sueño. De pronto sonó el teléfono. No contesté. Seguí al lado de mi madre e iba a quedarme en su cama toda la noche ya que no despertaba... ¿El mañana? Quién sabe si mamá despertará. O si yo despertaré. O si todos despertaremos al mismo tiempo...
San isidro, agosto de 2006