Fui a un restaurante, le pedí al mozo una sopa con verduras. Mientras tomaba la sopa escuché a mis espaldas a un grupo de chicos y chicas que hablaban en un idioma extraño al mío. Volteé a mirarles y vi que eran artistas... ¿cómo lo sé?, pues vestían todos de negro, tenían cada uno de ellos una ruma de libros viejos y sebosos así como sus ropas, y entre todos comían de un solo plato, y fumaban de un solo cigarro. Por supuesto que eso no era suficiente para saber que eran artistas, pero yo soy una persona sensible, quizás demasiado, y soy también como el gato de curioso, y al agudizar mis parlantes de cartílago me di cuenta que todos hablaban de mí pero en nuestro idioma invertido... Por ejemplo: decían Adán = Nada, Arte = Etra, y así y así... Hasta cuando reían lo hacía: Aj, aj, aj...
Siempre fui un tipo arriesgado e intrépido. Me paré y les tiré mis servilletas en sus pies, a lo que ellos me dijeron: Saicarg = Gracias. Luego, todos se pararon y me dieron la cuenta de su comida y se fueron llorándose de risa. Pagué.
Volví a terminar mi sopa y vi que una mosca estaba queriendo nadar, la pobre se estaba ahogando. La saqué y la aplasté con mi cuchara. Luego llamé al mozo y le dije lo del cuento de la mosca. No pagué y me fui.
Aún no era muy tarde y mi chica aún no llegaba a la casa. Me fijé en mi cartera la cantidad de plata que traía y vi que me alcanzaba para salir con una cortesana de clase media. Subí a mi coche y fui a remojar la varilla. Cuando llegué al lugar de las chicas rosadas, con mucha suerte me encontré con mi chica que bajaba de un auto a seguir laborando en aquel trabajo de color pastel… La llamé y le dije para bailar el baile de los cuerpos, pero ella me dijo que estaba cansada y que tenía hambre. Me fijé si aún me quedaba otra mosca en mi cajita de vidrio y para nuestra suerte aun tenía un par mas…
Mientras buscábamos otro restaurante, vi al grupo de poetas invertidos ¡Aloh!, les dije. Ellos voltearon y comenzaron a llorar y a arrastrarse como gusanos hasta llegar a mi auto. “Son unos invertidos poetas”, le dije a mi chica. Luego que nos presentamos, todos bajamos del auto y comenzamos a caminar al revés hasta entrar en un restaurante… Cierto, no nos dejaron entrar y nos llevaron al sanatorio. No nos soltaron hasta que dejamos de arrastrarnos por el suelo y decir que estábamos borrachos, pero esta ves en idioma normal...
Surquillo, febrero del 2005.