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Categoría: Hechos Reales

JAIMITO (PRIMERA PARTE)

JAIMITO

CAPITULO I

Patricia salía de su trabajo de aquel verano caluroso, llena de fatiga y sudor por haber tenido una jornada larga y pesada como operadora de la maquiladora en la cual trabajaba desde hacia varios años. El trayecto de regreso a su casa era pesado, y el camión urbano alargaba mas el camino, aquella calle llena de baches, que en cualquier persona podía producir enojo, coraje y repulsión, pero que en ella era diferente, ya que su corazón solo existía la ilusión de ver a su hijo, aquella criatura hermosa que la naturaleza le había regalado y que a sus dos años llenaba toda su vida con ilusión y amor que una madre puede dar y recibir de un hijo, que sin embargo, no podía compartir su sentimiento con el padre por no vivir con ellos, ya que este solo se limitó a dejarla embarazada, después de un prolongado noviazgo, pero no quiso responder a la responsabilidad de la paternidad, por lo que Patricia se tuvo que hacer cargo sola de su criatura, que solo le dejaba en su alma amor y cariño y que por nombre llevaba el de Jaime, Jaimito.

Aquella tarde, cuando regresa a su casa fue recibida como lo había venido haciendo desde los últimos cinco meses, su compañero sentimental, de nombre Juan, de veintisiete anos, apenas un año mayor que ella, quien le rendía informe de lo sucedido en aquel día................ “que había que tenido que salir a la tienda a comprar cosas para comer tanto para él como a su “niño”, que éste había estado muy llorón y no lo había podido cambiar de pañal porque no los encontró por ninguna parte y el dinero que le había dejado no le alcanzaba para nada”…

Juan, que se encontraba desempleado desde hacia tiempo, sé hacia “cargo del hogar”, pero tan solo era un holgazán y desobligado, que lo único que le acarreaba a Patricia era problemas y desgracias, y que en aquella tarde lo volvía a hacer, ya que su conducta no fue para menos, porque si bien es cierto había hecho compras, estas eran para él, como lo fue la comida, papitas, cigarros y otras chucherias, sin que se hubiese preocupado por el menor, denotando así su apatía por aquel niño que no era su hijo, pero que Patricia se lo había encargado, ya que ella tenia que enfrentar los gastos de la casa y no tenía el valor para romper con aquella relación.

Juan, ante aquella actitud de reproche que adoptó su compañera, decidió alejarse e ir al refrigerador, el cual no contenía lo básico de alimentación, pero si estaba lleno de cervezas de la marca preferida de aquel bebedor empedernido, que lo único que hacia era refugiarse en el alcohol y desentenderse de sus obligaciones.

Lo anterior no fue nada comparado con la noticia que posteriormente le daba Juan sobre su hijo Jaime, al decirle que este se había golpeado la cabeza jugando y que había llorado mucho, pero que no le paso nada grave. Patricia asustada procede a revisar al niño que se encontraba durmiendo en la recamara, mismo que mostraba raspaduras en su rostro y “un chichón” prominente en la frente, por lo que lo despertó y procedió a revisarlo, sin encontrar otra lesión, pero el niño mostraba dolor en su cabeza comenzando a llorar, diciéndole una serie de palabras que resultaban poco entendibles y apuntando para donde se encontraba Juan, como tratando de decir algo con su manita. Patricia estalla en cólera, reclamándole a su compañero lo sucedido y argumentándole que no había sido prudente haber dejado dormir al niño, ya que ese tipo de golpes puede traer consecuencias graves, pero Juan se hizo el desentendido y se largo a su refugio del sofá a seguir viendo la televisión y a consumir alcohol. Patricia tomo en sus brazos aquella criatura, lo curo de sus lesiones y procedió a arrullarlo con aquella ternura que solo una madre puede dar por sus hijos, y en aquel regazo de amor se durmió Jaimito, con lagrimas en los ojos pero con suspiros de ternura de quien se siente querido y protegido por su madre.

Los días pasaron y la conducta de Juan no cambiaba, ya que por el contrario cada día era peor, y el niño reflejaba en su personalidad temor y angustia y de ves en cuando le “aparecían” golpes y moretones, teniendo Juan siempre excusa para ello.


CAPITULO II

Una mañana Patricia es buscada afanosamente en la maquiladora donde trabajaba por una vecina del lugar donde vivía, quien le informa que su hijo había tenido que ser enviado de emergencia al hospital, pero que no sabia lo que le había sucedido. Por lo que Patricia con la angustia de lo que le pudiese haber sucedido a su hijo, partió lo más rápido posible, después de haber obtenido el permiso de la empresa e incluso haber sido trasladada al nosocomio en el transporte propio de su trabajo. Una vez en la clínica la recibió una enfermera quien no le proporciona información directamente ya que para ello tenía que esperar al personal autorizado, haciéndola pasar a una sala fría y triste donde lo único que se apreciaba eran cuadros de paisajes solitarios, y a través de los cristales veía pasar al personal de enfermería y doctores que iban y venían conforme a sus quehaceres. Después de un tiempo de espera, su soledad se vio interrumpida por una persona de sexo masculino y de mediana edad, que venia acompañado de una mujer joven, quienes la abordaron diciéndole que ellos eran tanto el doctor que se había encargado de atender a su hijo, así como la trabajadora social, informándole que habían hecho todo lo humanamente posible, pero que su hijo no supero la crisis que le había ocasionado los golpes en su pequeñito cuerpo, que había llegado vivo al hospital, pero en estado muy grave, sin que se pudiese recuperar a pesar de los esfuerzos que se hicieron para ello, por lo que Patricia estalló gritos, en llantos, en una locura tal, al haberse trastornado toda su vida, al sentirse culpable de no haber protegido a su hijo, de haberlo dejado solo, de no haber estado en sus últimos momentos, desvaneciéndose en dicho lugar sin recuperar la conciencia por largos momentos.




CAPITULO III

Una ves transcurrido aquellos momentos tan amargos, provenientes de la perdida de un ser amado, como lo es un hijo, el dolor se convierte en una verdadera tragedia, Patricia tuvo que enfrentar el interrogatorio a que fue sometida por el Agente del Ministerio Público encargado del caso, quien en forma inquisitiva la hostiga sobre los hechos controvertidos, logrando únicamente que la angustia y desesperación fueran más intensa para aquella madre cuya desolación era aun mayor. Por fin, cuando fue liberada de aquel transe, fue entrevistada por quien dijo ser el Jefe de Averiguaciones Previas, pidiéndole que identificara a la persona que en aquellos momentos era interrogada por los agentes de la Policía Judicial adscritos al caso, pudiendo reconocer a quien hasta esa fecha era su compañero sentimental Juan.
Horas después, el mismo Jefe de Averiguaciones Previas le informa que de la indagatoria correspondiente efectuada por el personal a su cargo, se descubrió que Juan, en aquella mañana de la tragedia, como de costumbre se había quedado solo con el hijo de Patricia, y según lo declarado por dicha persona, esa mañana se levanto malhumorado por la cruda del día anterior, que Jaimito lo molestó mucho con la insistencia de que lo cambiara de pañal y le diera de comer, que además se puso necio y llorón, por lo que a base de tanta necedad se desespero, y le empezó a gritar, logrando únicamente que el niño lloraba mas y mas, hasta que en un momento de arrebato lo golpeo en la cabeza, lo jaloneo de los brazos, le dio de golpes en las piernas, para finalmente de varios golpes en él estómago y en su bajo vientre logró que se quedara callado y que por tanto ajetreo se echo en un sofá quedándose dormido. No fue cuando su vecina lo despertó con los toquidos insistentes a la puerta que se dió cuenta de la realidad, ya que dicha persona le informaba que su hijo escuchó gritos extraños, por lo que le informó a su mamá, y es por lo cual dicha vecina acudió a la casa de Jaimito para ver que sucedía descubriendo su pequeño cuerpecito tirado en la sala, con su cara amoratada, su abdomen inflado y respirando con dificultad, llamando a la cruz roja para que se encargara de él, y procediendo a informarle lo sucedido a la mamá de Jaimito; De los resultados de la autopsia, se determinó que el menor había muerto por contusión cerebral, derrames internos en su cabeza, además de entallamiento de viseras y órganos genitales causado por golpes contusos provenientes de lo que parecía ser “un puño cerrado”.

………….. Réquiem para una madre afligida, con la pérdida de su hijo, con la pérdida de su único amor y del supuesto cariño que le confería Juan.

El caso narrado es de un hecho verídico acontecido en una ciudad fronteriza del estado de Chihuahua, con el vecino País, adaptado para novela por su autor.

Autor
CARLOSTENATENA
Datos del Cuento
  • Autor: CARLOS
  • Código: 12975
  • Fecha: 18-01-2005
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 5.18
  • Votos: 162
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3016
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Un burro
invitado-Un burro 22-01-2005 00:00:00

Esta historia es frecuente, así que no hay duda que sea real. No soy escritor, solo es mi comenario, la forma en que esta organizado el relato esta bien, pero no me gusta cuando se abusa del lenguaje como cuando se procede a describir la sala del hospital o al doctor porque al final no creo que eso influya en la historia y solo esta de más. Buen relato, pero muy "adornado".

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