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JAIMITO EL DIBUJANTE

Jaimito siempre había sabido dibujar muy bien. Desde pequeño había demostrado que el arte plástico era su mejor herramienta de expresión, en sus primerizos dibujos con plastidecors rotos ya había sonsacado más de un aplauso a cargo de su profesora.

Con el paso del tiempo Jaimito fue moldeando aún más su talento hasta llegar a emocionar a niños y ancianos que contemplaban sus tapices y sus pinceladas.. Poco a poco se convirtió en un reputado artista, un poco outsider, pero artista al fin y al cabo.

Un dia, en plena adolesencia, a Jaimito le partieron el corazón, fue una chica de la que ni tan siquiera se acordaba, ahora, de su nombre, pero lo dejó, por aquel entonces, huérfano en su andadura por la vida. Jaimito, aquel día, hizo uno de sus mejores trabajos. A fin de cuentas el artista, el verdadero creador, tiene que sacrificar sus emociones y expresarlas en el papel.

Rápidamente le compraron el lienzo. Fue una chica rumanesa llena de vida que le volvió a romper el corazón un año más tarde. Una vez más, su historia duró poco, pero Jaimito vació otra vez todo su sí en lo que sería su mejor obra por aquél entonces, y que colocó en el peldaño más alto de su exposición.

Aquella viuda contemplaba la majestuosidad de ese corazón hecho con trozitos de mármol rojo y no lo dejó escapar. Compró el cuadro, y también a Jaimito, ¡aún no podía creer como un chico tan joven podía haber construido aquella maravilla!. Al cabo de 5 meses a Jaimito le volvieron a partir el corazón.

Pero Jaimito, siempre incansable continuó y continuó explorando aún más su sentimiento y creo el ready made más glorioso de la historia de la pintura: un enorme y gigante corazón amputado por todas las partes posibles.

El mundo entero se enamoró de aquella obra, y a Jaimito le adoraban todos los críticos de arte, y todas las piernas de marchantes se abrían para saludarle....

Así, no es de estrañar que la conmoción fuera mayúscula cuando Jaimito decidió dejar la pintura y apartarse de la vida pública. Sus años de bohemia habían acabado, para siempre. Pero todo el mundo se preguntaba como podía ser que Jaimito dejase el mundo de la pintura, después de realizar su mejor obra.

Pocos se podían imaginar que Jaimito había dejado en aquella obra mucho más que su arte, ahí reposaban todos sus sentimientos y todas sus penas y sus alegrías. Jaimito se había arranacado el corazón. Lo hizo despacio, con su mano, para que no le volviesen a romperlo nunca jamás, tuvo que dejar sus cariños y sus caricias, sus besos y sus arrumacos, sus mordeduras y todos, todos sus dibujos pero también sus odios y sus tristezas, sus melancolías y sus penas, sus lloros y sus gritos... Y vivió así, siempre más, sin corazón, sin nada que querer, sin nada que sufrir

Y cuentan que al final de sus días, parecía un viejo loco, contándole a los chiquillos que se arrancasen el corazón, que sus vidas serían más plenas y más sinceras. Y que la gente que años antes, tanto lo había encumbrado, ahora de él, se reía, y a todos, la risa, les invadía, pero en su lecho de muerte dejó escrito algo, algo muy bello, algo casi tan bello como su corazón mutilado:

Prefiero morir de frío
Que sentir este calor sombrío
Prefiero morir helado
Que encenderme de golpe y
al cabo de un rato,
continuar apagado


(Chiquillos, vivid sin corazón)
Anónimo
Datos del Cuento
  • Autor: clash
  • Código: 4599
  • Fecha: 30-09-2003
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.1
  • Votos: 62
  • Envios: 0
  • Lecturas: 5442
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