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Jamás y siempre a la vez. Primera parte. Capítulo 2

II

 

   En un planeta cualquiera de la llamada Confederación, dos seres están dispuestos a afrontar una dura batalla.

   De pie, frente a una ventana traslúcida que deja pasar una tenue luz verde a una sala circular, cuya única pared se asemeja a una gran vidriera monocolor, un hombre espera.

   Una voz artificial anuncia la llegada del Congresista John Pee.

   Complexión robusta, extremidades fuertes, cabeza solemne, mirada penetrante, voz grave.

   -Que pase.

   A los cinco segundos, John Pee vislumbra la ancha espalda elegantemente vestida del que espera. Cierra las dos hojas de la puerta corredera por la que ha entrado y se mantiene estático esperando algún signo de vida.

   -Saludos, Suprema Excelencia.

   Por fin, lo esperado por Pee se cumple. Merdik Lamaret está a punto de dirigirle la palabra, sin mostrarle el rostro.

   -Me quería ver, tengo entendido.

   -¡Oh! Sí, señor- con precavido entusiasmo.

   -¿Y bien?

   -Tengo que hablarle de un asunto de sumísima importancia.

   -No estará exagerando como casi siempre, ¿verdad?

   -De ningún modo, señor...- con disciplina-, Suprema Excelencia.

   Dándose la vuelta, El Presidente mira a los verdes ojos de Pee y esboza una sonrisa que deja entrever sus alineados y blancos dientes. Todo es majestuosidad en sus actos. Hasta cuando ironiza sobre algo, no deja ningún resquicio en su inaccesibilidad.

   -Sé a qué viene. Le exijo que me plantee razones por las que debo renunciar a tantos años de trabajo. Exijo que intente convencerme del porqué de la bondad de la reducción de las exportaciones de agua.

   El congresista no sale de su asombro. Debería haberlo sospechado. El Presidente es El Presidente y a Lamaret no se le pasa nada por alto.   

   El sillón de descanso del Presidente está dispuesto a amoldar su estructura para recibir al corpulento mandatario. Cuando Lamaret se sienta, Pee se sienta.

   -Señor, somos unos de los pocos mundos de la Unión que tiene el preciado don de poseer H2O en todos los estados físicos posibles, y el único en un radio de siete sectores. Uno de los últimos planetas incluidos en el sector 34, el X, tiene una revolución en su superficie. ¿Y la razón? El agua. Cinco planetas del sector 23 están superhabitados; se teme que revienten de un momento a otro. ¿La razón? El agua. ¿Más ejemplos? En el sector 19...

   -¡Basta! ¿Sólo me dice lo negativo?

   -Señor, sé que en la mayoría de los planetas hidrófilos han habido mejoras sustanciales en el nivel de vida y en el desarrollo de las civilizaciones respectivas.

   Lamaret nombra el ambiente con el número de identificación del humanoide SINDRA que está a su servicio. Un robot cruza el umbral que separa la sala del resto del edificio. Se le indica con un gesto que espere detrás de Pee.

   -Antes de que usted viniera he tenido la certeza de hacer un estudio exhaustivo de la situación que usted me ha referido.

   -Veo que no comprende- con impaciencia.

   -No, veo que comprendo demasiado bien y que incluso usted no sabe a dónde quiero ir a parar- con decisión.

   -Estoy esperando, señor.

   -Desde que entró aquí, lo único que espera es una respuesta y se la voy a dar. Por favor, acompáñenos al SINDRA y a mí con paciencia.

   -Señor- sumisamente.

 

   A un gesto con la mano de Lamaret, el SINDRA da media vuelta y se deja seguir por El Presidente y por el congresista. En este orden.

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