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Juego entre amigos

Había una vez un niño que siempre tenía unos juguetes muy especiales y por tener esos juguetes especiales, de esos que tenían pocos niños, pues lógicamente muchos querían estar con él, tenía muchos amigos. Tengo unos juguetes muy bonitos venid a verlos, decía siempre, mirad cómo son! repetía entusiasmado para que todos vieran que efectivamente eran diferentes. Los juguetes eran de todo tipo, un coche electrónico último modelo con luces, sonidos de motor, elevalunas eléctricos y todos los extras que la imaginación podía poner, una diana muy grande y de atractivos colores, un balón de futbol firmado por los futbolistas más relevantes del momento, esos eran los objetos más destacados, los que siempre querían disfrutar todos los niños que se reunían en torno a él.

Andaban todos juguando con ese niño cuando de repente se le acercó un niño más pequeño y le dijo al grande: ¿me dejas jugar contigo?
El grande se volvió y con gesto de desdén le dijo, eres muy pequeño, no puede jugar con mis cosas, anda vete y no molestes más. Pero es que... dijo el niño tratando de protestar. Que te vayas y no seas más pesado!, le dijo en tono intolerante el niño mayor. El pequeño sin decir más se retiró de la vista del grandullón.

Continuaban jugando cuando de pronto vino una lluvia repentina, nadie sabía de donde procedía pero sin previo aviso empezó a llover abundantemente. Al ser tan repentina aquella luvia mojó aquel coche electrónico tan llamativo que tenía el niño y lo estropeó, dejó de funcionar. Unos cuantos niños al ver lo que había sucedido le dijeron: tu coche ya no funciona!, con lo divertido que era!, en fin, a ver si consigues arreglarlo, nosotros nos marchamos, volveremos cuando pueda volver a funcionar. Y dicho esto un pequeño grupo se alejó del niño.
Otro grupo jugaba con aquella vistosa diana y aunque estaban un poco empapados por el chaparrón inesperado siguieron jugando ajenos a lo que acababa de suceder.
Pero de repente, unas ráfagas constantes de viento impideron a los niños seguir lanzando los dardos pues ninguno se clavaba ni alcanzaba el objetivo. Bah, dijo un niño desesperado después varios intentos, así es imposible jugar!, mejor nos vamos, cuando cese el viento ya volveremos y seguiremos con el juego.
El niño que veía como los otros niños se alejaban les decía: no os vayáis, mirad! aún tengo el balón, aún podemos jugar. Unos cuantos niños que no querían jugar a la pelota se fueron y apenas quedó allí un grupo reducido que quería jugar con él. Estando jugando al balón de repente en unos de los lanzamientos de esquina el balón fue a clavarse en un pincho de hierro que sobresalía de una de las estacas puntiaguadas de la cerca que bordeaba al casa donde vivía el niño. Sfsssss, se oyó a lo lejos mientras todos veían cómo el balón irremediablemente se desinflaba. Los niños bastante apenados por tan inesperado accidente le dijeron al niño: vaya, qué casualidad, ha ido a clavarse en el único pincho que había, es una pena, era un balón muy bonito,. en fin, cuando tengas otro igual de bonito avísanos y volveremos a jugar contigo y diciendo estos todos los que quedaban se fueron marchando...

El niño desesperadamente les ofrecía otros juguetes pero ninguno quería jugar a cosas que ya aburrían, le decían y así todos se fueron marchando.
Quedó solamente de frente a él aquel pequeño niño que con los ojillos ilusionados le dijo: ahora, ¿ya podemos jugar juntos?
El niño mayor le miró sorprendido pues no acertaba a entender porqué aquel pequeño era tan insistente.
Pero... si es que ya no tengo juguetes!, uno lo estropeó la lluvia, otro no nos deja el vento y mi estupendo balón, pues se pinchó, dijo el niño con la voz apenada.
No importa dijo el pequeño, yo me sé un juego con el que podremos jugar con todos estos juguetes!
¿Un juego con el que jugar con juguetes con los que ya no se puede jugar? dijo el niño como si estuviera desentrañando un trabalenguas.
Sí, sí, un juego superdivertido.
Cual?, preguntó el mayor bastante desconcertado
Podemos jugar a esconder todas estas cosas que tienes, esas que ya no te valen.
Por ejemplo tu coche, ese que ya no anda, quitale una de las ruedas y juguemos a esconderla, luego tú me das pistas para encontrarla, ya verás será divertido. Yo habré escondido por ejemplo un dardo de esa diana y el que primero averigüe lo que escondió el otro, pues gana!.
Ah, dijo el niño que se había quedado emocionado con la imaginación del pequeño, vale, pero... ¿y cómo hacemos lo de las pistas?.
Ah muy fácil. Tú me das una pista verdadera y otra falsa sobre el lugar en el que está escondido. Si averiguo cual es la verdadera me moveré tres pasos hacia el lugar en donde lo hayas puesto. Si no acierto me quedaré en el mismo sitio. Siguiendo las pistas por los movimientos los dos podemos averiguar dónde se esconde el objeto del otro, el primero que sepa dónde está, o lo encuentre gana!, repitió el niño pequeño con entusiasmo.
Vale, empieza tú, yo cierro los ojos y esconde tu objeto, le dijo el mayor al pequeño.
El chiquitín se acercó a unos árboles, cogiendo impulso lanzó el dardo que fue a clavarse en una quima y regresó corriendo.
Ahora tú, yo cierro los ojos.
El mayor se acercó con la rueda pequeña de aquel coche y viendo un agujero en medio de dos piedras que estaban en el suelo allí lo posó. Ya está, dijo regresando, venga ahora dame pistas, le ordenó.
Humm, veamos, primera pista: está en un sitio muy alto, segunda pista, está junto a aquellas piedras, dijo señalando un pequeño grupo rocoso que estaba cercano a la casa. ¿cual es verdadero?
Buenoo, veamos, dijo el mayor sonriendo al mirar la estatura del pequeño, yo creo que la primera pista es falsa, dijo con con contundencia.
Ja, ja, ja, no!, es verdadero!, no te mueves!! dijo el pequeño que estaba emocionado al ver que su artimaña aún no había sido descubierta.

Y así estuvieron dándose pistas y jugando un buen rato. Los demás niños, al oir cómo había dos niños que se divertían jugando se acercaron curiosos a ver qué hacían y viendo que aquellos niños no tenían juguetes divertidos se marcharon pensando que solo disimulaban que se divertían pues no concebían que alguien pudiera pasarlo bien si no tenía juguetes especiales.

Pero aquellos niños aprendieron aquella tarde que cuando un juguete se vuelve inservible con una simple mente despierta y la ilusión por compartir surgirán siempre nuevas oportunidades de divertirse.

Al regresar a sus casas, los dos cansados de jugar juntos, el pequeño le contó a sus padres lo que le había sucedido y cómo se había divertido esa tarde con aquel niño. Ha sido la tarde más divertida de mi vida, exclamó el niño mientras emocionado relataba su experiencia con aquel grandullón.

¿Quién ganó? dijo el padre.
Gané yo!, contestó el niño todo ufano y sacando pecho.
Me alegro de que lo hayáis pasado tan bien, dijo su padre más comedido.

El chico mayor al entrar por casa contó a sus padres cómo había transcurrido su día y como había conocido a un niño más pequeño que él pero con el que al final, después de quedarse sin juguetes especiales, se había divertido.

Hijo mío le dijo la madre abrazándole, hoy has aprendido algo muy importante en la vida:
¿El qué? dijo el niño con curiosidad.
Cuando uno ya no tiene nada que ofrecer es cuando aparecen siempre los verdaderos amigos, los que desean tu compañía no por lo que tienes sino por lo que eres.

Y ¿quién ganó? le preguntó también ese padre al niño.
Gané yo!, dijo el mayor muy ufano y sacando pecho después de oir a su mamá.
Y ¿qué ganaste?, le volvió a preguntar su papá.
El chico dudó unos segundos y luego respondió tranquilo: Gané un buen amigo!.
Datos del Cuento
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3 comentarios. Página 1 de 1
María Eugenia
invitado-María Eugenia 21-04-2006 00:00:00

Me lo perdí por culpa de mi compu. Recordé lo mucho que jugamos: frío, frío, frio ja ja ja caliente, caliente, caliente. Que desesperación cuando decían caliente. Uno pensando que lo iba a encontrar y de pronto: frío, frío, frío ---buaaaaaa me caso en ná, dónde rayos estáaaaaaaa. Ja ja ja yo una vez le escondí un pedazo de cáñamo (soga o como ustedes le llamen) con una evilla de pelo enganchado a la espalda de mi hermano. ja ja ja siempre friiiiiio friiiiiio. Lagrima Azul: Ahora en serio: Ganar un amigo, sí es ganar. Y si te busca para compartir tu tiempo y no tu dinero, ganas doble.

Angel F. Félix
invitado-Angel F. Félix 22-12-2005 00:00:00

Cristina, solo por leerte merece la pena entrar aquí.Tienes una imaginación portentosa para enseñar lecciones morales y al propio tiempo deleitar con su lectura. Te admiro y te felicito. Que la Navidad te colme de felicidad y que perdure tu fructífera imaginación. Todo mi cariño. (“Juego entre amigos”, de Lágrima Azul)

Lágrima Azul
invitado-Lágrima Azul 22-12-2005 00:00:00

Hola Angel ay, yo no quiero dar lecciones, escribo cómo yo veo las cosas, nada más. Otras personas las verán diferentes y no por ello estarán equivocados, de veras, será otro enfoque, interesante de ver, seguro. Gracias por tu buen sentir pero mejor que Dios nos bendiga a todos, que nos de salud, paciencia y sobre Paz, mucha paz, no solo para que no haya guerras, sino para que se terminen nuestros conflictos interiores y tengamos paz en el corazón, para mi es básico, evita muchos tipos de luchas. Un abrazo, ni nombre es Lágrima Azul, je ;-)

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