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Categoría: Ciencia Ficción

Jugar El Juego (Parte Tres)

-          Son las diecisiete doce… - Le informó Madi. Sam entornó los ojos y el desconcierto le barrió la cara.

-          No puede ser… - Susurró.

-          Claro. Usted se pregunta como es que su amigo no entró en escena aún. – Sam lo miraba presa de la furia y el desconcierto pero en absoluto silencio. Madi extrajo una radio de su bolsillo.

-          Traigan a nuestro amigo. – Dijo presionando un botón del intercomunicador.

Treinta segundos después cuatro agentes del Casino entraban con Pepe firmemente amarrado, incluso de los pies. El gigante apenas si podía caminar y había sido inmovilizado como si se tratara de un peligroso y hambriento tigre. Una vez lo situaron Madi se le acercó sonriente.

-          Parece que hemos hecho su trabajo. – Le dijo a Pepe acercando algo el rostro pero manteniendo una prudencial distancia.

-          Considérense todos muertos. – Amenazó Pepe entre dientes.

-          No, mi amigo, justamente ustedes dos y sus juguetitos serán la garantía de nuestra seguridad. - En ese momento Olmos entraba en escena acompañado por el gerente del Casino Royal y Savage.

-          Buenas tardes. – Dijo el gerente del Savage. - ¿Podría explicarnos que pasa aquí?. – Madi sonrió condescendiente.

-          Sucede que el viejo Madi ha solucionado el caso, que por cierto… - Le dijo al gerente del Savage. - …le costará a usted lo mismo que a la gente del Royal dado que he actuado en su establecimiento. –

-          El dinero no es problema. Explíquese, por favor. –

-          Bien. – Comenzó Madi. – En este caso he tenido que usar la imaginación más que la lógica la cual apliqué en los últimos tramos. El atildado caballero, al que bauticé Sam, se pasea por diferentes casinos ganado pequeñas fortunas que luego nos dirá donde tiene depositadas para así reponer el dinero. –

-          Es lo que menos interesa. – Dijo el gerente del Royal.

-          Si, lo se. Pero el dinero tiene que volver a donde corresponde para no producir paradojas fatales. –

-          ¿Qué dice?. – Preguntó Olmos confundido. Madi tomó su radio.

-          Hagan pasar al profesor. – Ordenó. Un hombre entrado en años apareció por la puerta del baño.

-          Les presento al Doctor en física cuántica Javier Pret. Ilústrenos, doctor. – El aludido carraspeó un par de veces.

-          Buenas tardes. – Balbuceó. – La teoría del Inspector se aplica a algo aún no probado por la física tradicional, no al menos en la práctica pero… si algo material de un determinado plano del tiempo se traslada a otro plano se amenaza con romper el equilibrio universal provocando una paradoja que alteraría el delicado equilibrio espacio/tiempo. –

Nadie entendía absolutamente nada. Madi tomó la palabra.

-          Estos dos tiernos angelitos vienen del futuro. ¿Cuánto tiempo adelante?. – preguntó a los hombres esposados.

-          Doscientos años. – Contestó Pepe.

-          Como pueden viajar al pasado pueden ver el futuro. Entonces, Sam viaja al pasado, ve que número va a salir en determinado Casino, que mesa y a que hora, hace la apuesta y gana. Luego se marcha presuroso porque sabe que Pepe le pisa los talones. Es muy posible que Sam esté depositando este dinero en otro plano temporal por lo que está amenazando nuestro propio espacio/tiempo. ¿No es así, Sam?. – El aludido sonrió levemente.

-          Mi nombre no es Sam y, sí, así es. – Madi sonrió satisfecho.

-          Como debe estar actuando de manera que peligra también el equilibrio del plano temporal de donde vive Pepe, este lo persigue para lograr detenerlo y posiblemente tenga orden de suprimirlo. ¿Es así?. – Preguntó dirigiéndose a Pepe.

-          Si a medias, mi nombre es Rack y mi misión es detenerlo y trasladarlo vivo a mi época donde lo enjuiciaremos, para nada asesinarlo. Soy guardián del orden como usted y no un asesino a sueldo. –

-          ¿Pertenecen a la misma época?. – Preguntó Madi.

-          Si. Este hijo de puta robó el emisor temporal de un laboratorio y comenzó con sus inconciencias. No sabe en absoluto el daño que puede provocar. –

Sí lo sabe, amigo Rack. Es por eso que para evitar paradojas que lo perjudiquen personalmente, como encontrarse con él mismo en un determinado momento, estableció un orden determinado, como elegir los casinos  a una determinada distancia uno del otro,

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