Capturo mitos extraños; me deleita su indiferencia al horror y el exotismo. Están en las ciudades despiertas, en los lugares donde muere el tiempo humano. Hay que escucharlos cuando están corriendo, huyen al orden, se refugian en el olvido. Pero no resisten el ser nombrados. Terminan presentándose, tan ingenuos como su creador. Escuchan como se les describe, inclinan su esencia, se arrodillan sin saberlo. Amarrarlos resulta sencillo.
Soy el cazador de las junglas grises, no existen líneas rectas que se me escapen. Los mitos extraños, ingenuos como son, creen que existen ángulos seguros para esconderse. Pero no tengo que ir a buscarlos aunque sé donde se ubican. Basta contar su historia y se pondrán ellos mismos el bozal. Se los quito cuando quiero escuchar la descripción de sus funestas existencias. Prefiero que no me hable de su creador, les vuelvo a poner el bozal.
No se han dado cuenta que me necesitan para ser eternas, la otra ruta alternativa al olvido. Sin embargo, las sustancias que las constituye han detectado mi intención: obligarlas a sobrevivir. Por ello, elevan el instinto de sus portadoras y las traen hacia mí. Todavía desconocen cuan profundamente agradecido estoy.
Se acerca una, ya habrá tiempo para contarles más...