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LA ENTIDAD

(Segunda parte del relato EL GALIPOTE)


RESUMEN: fruto de contrariedades financieras, compromisos por pagar y exceso de deudas, MARCELO TERRERO, creo inconscientemente, como catarsis, un Ángel de las Tinieblas: EL GALIPOTE. Su situación financiera mejoro, pago todas sus deudas, pero el ángel del mal que su mente había creado se hizo tan poderoso que se había convertido en una entidad satánica con vida propia. Y ya ni el, ni nadie, podrán obstaculizar sus designios diabólicos.

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Al despedirse de su amigo, Marcelo Terrero, Berenice percibió un entorno muy diferente al que había encontrado cuando llego a este monasterio que servia de manicomio para los locos paranoicos y esquizofrénicos; el aire asfixiaba, se sentía sobrecargado, opresivo. Trotando despacio hacia su automóvil, alcanzo a ver una sombra de carácter indefinido que se movió frente a ella y empezó a oír unos aullidos a la distancia, como lamentos de lobos en noche de luna llena; los árboles circundantes empezaron, como por una orden, a mover sus ramas al compás de un sonido lúgubre; Su olfato fue asaltado por un hedor extraño como de agua de colonia mezclada con animales putrefactos. Los árboles aceleraban el movimiento de las hojas y el ruido se hacia insoportable, el aúllo de los lobos en lontananza se acercaba, la sombra tenebrosa volvió a cruzarse frente a ella posándose en la floresta de un árbol, donde una ave negra parecida a un cuervo, la miraba con altivez. Esa mirada maligna la hizo temblar, retrocedió, estaba desconcertada y asustada, pensó devolverse antes de caer en pánico pero recordó que había dejado a Sussy, su perrita salchicha, en el vehículo. Aterrorizada se lanzo a correr hacia el auto, los árboles se violentaron, los aullidos tomaron vida, de la sombra salio una carcajada infernal que estremeció el bosque, abrió lo mas rápido que pudo la puerta del auto y cayo violentamente al suelo debajo de Sussy, cuya boca y sus dientecitos habían crecido de manera notable, con unos colmillitos que parecían agujas gigantescas, con los cuales amenazaba con arrancarle la cabeza. En su lucha con el animalillo recordaba la conversación con Marcelo, y ya no tenía dudas: -EL GALIPOTE, era una realidad, una entidad siniestra.

El gerente del Banco, salio apresurado al oír el claxon del autobús escolar que traía su niñita de 4 años, que retornaba del colegio. Esta vez, estaba ansioso por que regresara ya que le había comprado un regalo para premiar sus notas excelentes: un carro Barbie con un par de muñecos Kent y Barbie vestidos deportivamente. Subió con ella a su cuarto-estudio, y cuando abrió el closet donde había guardado el regalo recibió una sorpresa mayúscula: los muñecos estaban desnudos y haciendo el amor. Si sus ojos no le engañaban, la Barbie, quien estaba en posición de arriba giro el rostro, saco la lengua sensualmente y le guiño el ojo izquierdo. Cerró rápidamente la puerta. No tuvo mucho tiempo para pensar quien podría haberse inventado un chiste tan cruel; de repente la Tele pequeña se encendió al ritmo de un ruido como de muchos caballos que se acercaban. La luz encendió y se apago; Un olor fétido lleno la habitación. Tomo la mano de su hija y salio huyendo hacia la puerta, la que se cerró violentamente; estaba prisionero en su propia oficina. Sintió la manito de su hija que le quemaba al tiempo que crecía; volteo el rostro y se quedo pasmado de horror; los ojos de su niñita habían crecido desmesuradamente en proporción a su carita, y sus dientecitos eran como puñalitos afilados. De la televisión salio una carcajada que parecía venir de los avernos. La sombra tenebrosa luchaba por materializarse, como para mostrar su inmensa alegría. Los desechos de este hombre bueno, que fueron encontrados por su esposa y demás hijos, ocasionaba la mayor repugnancia. Había sido mutilado de tal manera que podría caber en una fundita de basura de automóvil. La Policía no encontró nada anormal, la niña no recordaba nada. EL GALIPOTE no dejo huellas.

La directora del Colegio de Najassia, la hija de Marcelo Terrero, puso el libro de la Enciclopedia de Zoología que estudiaba sobre el escritorio, dejando el marcador en la letra B, para llamar a la Compañía de Autobuses a objeto de sugerirle que le enviaran otro chofer para llevar los niños a la excursión de verano. No le había gustado para nada la voz gangosa y el aspecto simiesco del chofer que acababa de presentarse; -podría asustar a los niños, pensó-, –No hemos enviado chofer alguno, señora, contesto el Administrador, -desconocíamos que usted había solicitado un autobús-, finalizo el Gerente, y de inmediato un hedor insoportable a carne podrida se apodero de la oficina, al tiempo que le pareció ver una sombra negra que salto por encima del librero; una melodía extraña como de muchos niños llorando rompió el silencio. Recordó el chofer y tuvo un mal presentimiento, iba a cerrar el libro para salir cuando la cabeza del Burro dibujado en el libro se materializo en una cabeza pequeña con la boca gigantesca.

Los niños empezaban a entrar al Bus Amarillo. Najassia alcanzo a ver la sombra Zigzagueante que cubrió el autobús pintándole de gris por milésimas de segundo. Asimismo observo detenidamente al Chofer y recordó que su Papa, Marcelo, en la cena antes de ir a conocer el prometido de Sherylinn le había hablado del GALIPOTE, y las facciones de aquel chofer no dejaban la menor dudas de que si el GALIPOTE existía como creía su papa, el chofer era EL GALIPOTE, por eso no subió al Autobús, se escondió detrás de unos arbusto y por el Callejón del Pabellón de Ciencias naturales se dirigió hacia la Oficina de la Directora. Un grito ahogado por el más terrible miedo que pueda sentir un ser humano salio de su garganta. De la Directora solo quedaba el torso y su rostro con los ojos abiertos en una mirada espantosa.

La pequeña se persigno y del miedo mas grande pasó a la ira, por su mente desfilaron rápidamente los sucesos que habían acontecidos alrededor de su padre. Todo el mundo lo culpaba: -loco, criminal, esquizofrénico-; ella, recordaba, fue la única que exigió llorosa que se le diera una oportunidad. Nadie le oyó, era la mas pequeña. Ahora sabe con certeza que su padre tenía razón, EL GALIPOTE ES Y ESTA, como sabe que los niños corren el más grande peligro de muerte. Solo tenia una opción, Rezar.

El crucifijo adherido a su cadena de oro, había salvado a Berenice de los Colmillos de su propia perrita enloquecida. Había regresado al recinto mientras afuera los Lobos habían bajado de la montaña y luchaban por abrir ventanas o puertas. Estaban rodeados de perros salvajes y lobos hambrientos. Berenice estaba desesperada, si no reanimaba a Marcelo, todos iba a morir bajo los enormes colmillos de las bestias salvajes.

-Despierta Marcelo, EL GALIPOTE es una entidad omnisciente como me dijiste, esta en todas partes, una entidad maligna, Marcelo. Solo tú que lo creaste puedes destruirlo. -Lo se, Berenice, lo se, pero no tengo fuerzas, los hombres que mate debilitaron mi conciencia. No puedo Berenice, No puedo hacer nada. -Claro que puedes Marcelo, piensa en Sherylinn, piensa en Najassia, Tú puedes. Destruyelo Marcelo, Destruyelo, por el amor de Dios. Pero quien estaba destruido era Marcelo, oía a Berenice como si le hablara desde otra dimensión, empezó a sudar, se le vidriaron los ojos y callo inconsciente en su camastro. Sus fuerzas se agotaron.

Los niños jugaban y cantaban despreocupadamente mientras el Autobús se desplazaba suavemente por la Autopista Sur. –Necesito absorber esta inocencia, -esta inocencia es mía, ahhh!, se saboreaba el chofer, al tiempo que giro por unos caminos empedrados. Estaba llegando a las grutas de la inmisericordia, su guarida temporal.

El Abad del Monasterio y Director del manicomio había llegado desde la capital, se extraño de observar tantos animales alrededor de su señorío- fue esta su ultima reflexión. Los lobos y perros salvajes lo convirtieron en menos de una libra de carne molida. Por La presión que los perros hacían y el ruido infernal que debilitaba a los que blindaban las puertas y ventanas, se deducía que era cuestión de minutos para que ingresaran a la estancia y devoraran a Berenice, a Marcelo y a los 25 residentes, entre enfermeras, médicos y pacientes. - Despierta Marcelo, Despierta o moriremos todos-, gritaba Berenice desesperada, mientras en algunas ventanas ya se veían las garras de los monstruos que irrumpían enérgicamente.

Najassia, arrodillada frente a un Cristo, en la Oficina de la Directora, rezaba por ella, por sus compañeros del autobús, por su familia y por toda la humanidad. De repente, una sospecha convertida en evidencia crítica alumbro su espíritu. No solo los niños estaban en peligro, su padre también. Beso al Cristo y con toda la fuerza de su corazón y sus sentidos, dirigió sus rezos para iluminar el alma de su padre.

El ruido afuera era infernal. Uno de los perros logro entrar ocasionando dos victimas, un medico y una enfermera. Marcelo abrió los ojos. -Berenice, querida mía-, -¿estas ahí?- -Si Marcelo, estoy aquí-. -Berenice, tengo que destruir al GALIPOTE o destruirá a toda la humanidad-. (Los rezos de su hija habían penetrado su conciencia, alumbrando su corazón y su alma). Envalentonado por esta nueva visión del Universo, se arrodillo y rogó con todo el ardor de un hombre que acaba de regresar de la derrota. -¡OH FUERZAS DEL UNIVERSO, POTENCIAS DE LA NATURALEZA, DIOSES BINEHECHORES, DESTRUID EL GALIPOTE, DESTRUIDLO AHORA, POR EL AMOR DEL DIOS GRANDE!!.

Los niños continuaban retozando alegre. El chofer estaciono la guagua, penetro en su gruta y abrió sus enormes brazos para llamar al GRAN SATAN, -necesitaba la autorización para alimentarse de la inocencia que llenaba el autobús, para equilibrar su odio y hacerse inteligente para la gran conquista. Así estaba escrito en el Código Galikan. Cuando cerro los puños la tierra tembló….. Fue el último fulgor de potencia maligna que pudo exhibir. Cayó de rodilla absorbiéndose en la humedad de la tierra.

Los perros y lobos dejaron de aullar, se fueron mansos hacia las montañas, Marcelo y Berenice se apretaron fuertemente. Los niños fueron encontrados por los Bomberos y traídos a la Escuela. Nunca sospecharon lo sucedido. Elisa, la esposa de Marcelo, después de conocer los eventos trágicos, fue a buscarlo al Manicomio. A Sherylinn no le cabía más alegría, a Najassia tampoco, aunque un poco extrañada aun, porque le pareció advertir una sonrisa en el cristo cuando en la oficina de la Directora, termino sus oraciones.

-Me puedes perdonar, Elisa, rogó Marcelo.
-Te perdono, Amor mío, te perdono-

¡!!!!….PERO YO NO….!!!!, se oyó de nuevo aquel susurro maldito, que como el vestigio de la perversidad, palpitaba primero entre ramadales y bosques circundantes, reverberando luego con tanta fuerza en la cordillera que rompía el tímpano de los animales y aves que chillaban y berreaban enloquecidos, convirtiéndose en un eco diabólico que hacia retroceder hasta las corrientes de aire frías que remontaban del Norte anunciando la llegada del invierno.



Joan Castillo
17-04-2004.
Datos del Cuento
  • Categoría: Terror
  • Media: 5.85
  • Votos: 75
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