Érase una vez una escuela de animales, que se encontraba en lo alto de una montaña.
A esta escuela iban animales muy diferentes que procedían de todos los lugares del mundo, y a todos les gustaba mucho divertirse y trabajar.
Al león le gustaba mucho leer cuentos, al pájaro le divertía cantar, y al pato le encantaba bailar. La gallina no paraba de hablar y todos se reían cuando contaba chistes.
“¿Y el profesor?”, os estaréis preguntando.
El profesor era Don Facundo, el caballo más sabio de todos los que había. Con él, todos los animales aprendían y jugaban, y al final del día, si se habían portado bien, cantaban canciones y bailaban.
Un día llegó una nueva compañera a la escuela: la rana tulipa.
La rana tulipa era muy trabajadora y simpática, pero era un poco tímida y no se atrevía a acercarse a sus compañeros de su nueva escuela.
La gallina parlanchina, el pájaro cantor y el pato bailarín, se reían de ella porque era diferente. La rana tulipa no paraba de saltar ni de observar todo lo que tenía a su alrededor con esos ojos tan grandes y saltones.
Pero el león, que un día leyó en un libro que lo importante es el tesoro que cada uno guarda en su interior, quería conocer a la rana tulipa.
Así que se acercó a ella y, en muy poquito tiempo, descubrió el tesoro que la rana tulipa guardaba en su interior.
La rana tulipa era muy simpática, buena y divertida y, como al pato, también le gustaba bailar.
El león y la rana tulipa jugaron y se divirtieron mucho, y pronto llegaron a ser grandes amigos.
La gallina parlanchina, el pájaro cantor y el pato bailarín se dieron cuenta de la amistad que existía entre el león y la rana tulipa, y como él también querían conocer a la rana tulipa y descubrir ese tesoro del que tanto hablaba el león.
La gallina parlanchina, el pájaro cantor y el pato bailarín se acercaron a la rana tulipa y, después de jugar un rato con ella, quedaron encantados con su simpatía y su bondad.
Y así es como, a partir de ese día, todos los animales de la escuela volvieron a ser grandes amigos. El león les había enseñado una gran lección: no importa que seamos diferentes, lo verdaderamente importante es acercarte a los demás y descubrir el tesoro que cada uno guarda en su interior.
La gallina parlanchina, el pájaro cantor, el pato bailarín y el león enseñaron a la rana tulipa cómo era su nueva escuela y juntos siguieron aprendiendo mucho de ellos y de su maestro Don Facundo, el caballo más sabio de todos los que había.