La rana esperaba ansiosa que llegara el día,
para meterse en la tierra.
La zorra quería que no amaneciera,
para seguir buscando merienda.
A la mañana siguiente, se cruzaron en el camino;
se saludaron educadamente, como se saluda a un vecino.
La rana se metió en la tierra para cubrirse del sol,
y la zorra entró a su madriguera para dormir de tiròn.
Al llegar de nuevo la noche, la rana salió a remojarse y croar,
la zorra salió de nuevo para empezar a cazar.
Cansadas de esa rutina decidieron cambiar,
y a partir del siguiente día se atrevieron al sol desafiar.
La zorra no pudo cazar nada ante la mirada de sus presas,
y la rana hervía en calor bajo los rayos del sol,
con las patas tiesas.
Así que al anochecer se volvieron a encontrar.
La zorra con más hambre que nunca, decidió meditar.
La rana requemada y ardida, reflexionó sobre su vida.
A pesar de todo, muy contentas por haberse aventurado,
se sentían tan valientes a la vida desafiando,
Finalmente, no lograron cambiar ante la adversidad
mas pudieron probar algo y llegar a la verdad:
¡Haber cambiado su vida sació su curiosidad!
es bueno que cada uno haga su propia experiencia. pero convendría comer bien antes de salir a la aventura. arriesgarse pero sin dejar de conservar lo obtenido