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Categoría: Ciencia Ficción

LA INVOLUCIÓN DE LAS ESPECIES

“No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio”"

                                                                        Charles Darwin

 

       -– ¿Jugamos una partida de ajedrez? -– preguntó Slalom.

       –- ¡No, no quiero jugar al ajedrez! ¡Estoy harto de jugar y de hablar de él! -– dijo Dirk.

       -– ¿Qué ocurre?, ¿por qué te pones así? -– preguntó Slalom con su sosiego habitual, intentando calmar las mefistofélicas cejas de su compañero.

       A pesar de encontrarse a años luz de cualquier otro ser viviente, Dirk contestó casi sin mover la mandíbula, como si estuviese revelando un secreto:

       -– Aquí está ocurriendo algo, Slalom, casi puedo palpar un peligro inminente. No podemos seguir así, debemos hablar del elefante ubicando en medio del salón.

       –- ¿Cuál salón?, ¿el salón de mando de la nave?

       –- ¡No!, es una metáfora, una muy antigua. La leí el otro día, ya no se usa… además los elefantes se extinguieron hace siglos. Me refiero al problema que está enfrente de nosotros, no podemos seguir ignorando esta situación.

       Slalom era un astronauta experimentado, muy sabio, pero sus facciones y gestos hacían hasta lo imposible por disimular su sagacidad.

       –- ¿Problema? Yo no veo ningún problema -– dijo mientras se rascaba su plateada cabellera.

       –- ¡Exacto! Y ese es precisamente el problema. Tanta tranquilidad me pone inquieto, Slalom. ¿No ves lo que está ocurriendo? Ocurre que no sabemos lo que está ocurriendo.

       –- ¿Y qué es lo que deseas saber? –- preguntó Slalom con una sonrisa budista.

       –- ¡Ahí!, el calendario, ¿cómo sabes que es la fecha correcta? La nave nos descongeló luego de cuarenta días, ¿pero cómo podemos estar tan seguros de que no transcurrieron cuarenta años o cuarenta siglos?

       –- La nave nos brinda todos los datos necesarios. Todo marcha a la perfección, sólo nos restan 253 años para arribar a nuestro destino. Además lo tengo todo anotado en la bitácora, ¿deseas revisarla?

       –- Es electrónica, no sirve; la nave pudo haberla contaminado con datos falsos –- dijo Dirk.

       –- ¿Y entonces qué sugieres?

       -– No deseo ser irrespetuoso, Slalom, es sólo que esta vez hay algo que no estamos haciendo correctamente. Propongo que hoy nos dediquemos a ver qué está tramando la nave. Siempre nos pasamos las doce horas de la guardia leyendo y jugando al ajedrez, ¿pero qué ocurriría si la nave supiera algo que nosotros desconocemos?, ¿qué pasaría si la nave nos estuviese engañando? Créeme, la nave está cambiando, Slalom.

       –- ¡Amigo! –- exclamó Slalom riendo -,– creo que estás leyendo demasiados cuentos de ciencia ficción, deberías aflojar un poco con Asimov, Bradbury y con… ¿cómo se llamaba ese barbudo?

       -– ¡No estoy hablando de ciencia ficción! -– exclamó Dirk indignado -– El único barbudo sobre el que estoy leyendo es el del origen de las especies.

       –- ¿Dios?

       –- ¡No!, ¡Charles Darwin! Préstame atención, la nave ha evolucionado y ahora se rebeló, ¿acaso no notas que cada día trabajamos menos? Ella se encarga de todo, con el fin de alienarnos. He olvidado la mayoría de las funciones del tablero, ¿tú no? Quizás lo haga para dirigirse a otro destino, tal vez con la intención de exterminarnos. Debemos detenerla.

       -– Relájate, Dirk, Todo está bien.

       –- ¡No lo está!, si ella sigue manejándose de manera tan independiente, deberemos abortar la misión. No olvides la orden: “En el espacio, hasta la más mínima rebeldía se paga con la vida”.

       Slalom emitió un prolongado y melancólico suspiro, mientras su sonrisa se apagaba como una enana blanca.

       -– Tienes razón, Dirk. Créeme que lo lamento.

       Miró con ojos vidriosos a su joven compañero y, luego de un instante, sacó un arma con la que le disparó un rayo pulverizándole la cabeza.

       El cuerpo de Dirk permaneció sentado, inmóvil por primera vez. Las paredes y el suelo quedaron salpicadas por sus apasionadas gotas de flujo vital y restos de sus clarividentes ideas.

       –- No te pongas mal, Slalom –- dijo la nave –-, hiciste un buen trabajo. Ahora limpia este desastre y nunca olvides la orden: “En el espacio, hasta la más mínima rebeldía se paga con la vida”.

 

       A veces sobrevive el más fuerte, otras, el más inteligente; lamentablemente para Dirk esta vez sobrevivió el más silencioso.

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