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LA MAGIA

En un pais del lejano oriente, entre las perdidas montañas, quiso el azar que viviera un individuo vulgar en extremo. Era mediocre en todo lo que se proponía. Llevaba una vida irrelevante, sosa y soporífera, capaz de aburrir a un nonje tibetano.
Abderramón se llamaba el tipo.
Mas, un dia harto ya de tedio, de inoperancia y de garbanzos, asumió la decisión más importante de su vida, es decir la única.
Se levantó de la cama y sin despedirse de su familia, porque vivía soltero y solo, se lió la manta a la cabeza y se marchó dispuesto a ver con sus propios ojos la mítica Ciudad de las Magias.
Era la manera de intentar que sus sueños se conviertieran en realidad. Recurrir a la magia.

Abderramón preparó dos camellos. Al primero le colocó la silla y al otro lo cargó de pellejos de agua. Emplearía uno para montar y uno para refresco.
Avanzó unas pocas millas y al bajar del monte, el desierto, aquel tabú insondable contra el cual jamás se atrevió a luchar, se afirmó ante él, retador y mortal, con su inclemente sol sobre la arena en ascuas.
Cuando por ese infierno pasa equivocada una nube, no llueve, suda.
Abde, (le llamaremos así para acortar) y sus camellos se fueron haciendo pequeños sobre el deshidratado paisaje, aunque en realidad seguían siendo del mismo tamaño, solo es una ilusión óptica debida a la distancia , la perspctiva y todo eso...

Transcurridas dos jornadas de marcha, Abde iba adormilado sobre su animal y sintió en la garganta una sequedad similar a la que experimentó cuando de pequeño se desayunó con un bocadillo de nueces verdes.
Así que detuvo sus pasos y se fué a por el agua del segundo camello. Pero, ah, queridos niños, cual no sería su sorpresa al comprobar que ya no estaban tal camello ni tal agua, puesto que el canalla del bicho, al dia y medio del viaje, ya se la había bebido toda y se había largado de vuelta a casa, donde le esperaba una camella bondadosa y limpia a la que atender.
En tan dramáticas circunstancias Abde se vio obligado a saciar su sed con el zumo de un puñado de almendras que portaba en su zurrón y a usar sus mejores dotes de psicología veterinaria, para que al camello que le quedaba, no se le fuera la moral al suelo.

Un dia más de camino pasó, y durante la noche, también este animal, le robó el zurrón y desertó.
En esta tesitura, el bueno de Abde, tuvo a la mañana siguiente que seguir a pie. El sol abrasaba, traspasaba y atravesaba su chilaba. (qué redundante quedó esto) Traspasaba sus ropas íntimas, y traspasaba la corteza terrestre bajo sus pies, hasta llegar con su candencia al otro lado del planeta.

Culminando una enorme duna, una caravana de comerciantes divisó una mancha a medio sepultar en un hueco de la arena. Naturalmente era Abde. Lo atendieron, lo asearon, le dieron ropas nuevas, una cantimplora y se despidieron.
Algo es algo, pensaba Abde, por lo menos no me han matado, tratándose de comerciantes de armas, son bastante caballeros.
De este modo el viajero continuó su marcha y mejor no cuento toda la travesía, porque nos podríamos estar hasta pasado mañana comiendo paja.

Abde llegó a la Ciudad de las Magias. Lo supo en cuanto vio calles, mercados, casas, y gentes.
Su ánimo se repuso y sin perder tiempo, se fue a buscar los callejones del comercio.
Preguntó a un viejo del lugar por una tienda de lámparas maravillosas.
El anciano le contó que Lámparas y Griferías Aladino cerraron temporalmente tras la muerte de éste, pero que sus herederos habían abierto otra, dos años más tarde en la zona centro.
Allá que se fue como un rayo.
En el interior, un honbre con chilaba a rayas, seco, nariz aguileña, barba estrecha y blanca, con una daga al cinto y voz cavernosa lo atendió. (en todos los cuentos orientales sale este tipo, es indispensable)
-Qué desea el caballero...
-Una lámpara maravillosa.
-Tengo estas, para tres deseos, esta para dos, y esta de oferta lanzamiento, que formulas dos y te concede tres.
-Ya, pero son muy caras, no me pensaba yo....
-No, caballero, la lámpara tiene un buen precio. Lo que encarece bastante, es la gamuza mágica especial que se necesita para frotarla y el producto de limpieza que se debe emplear al efecto. Total: sesentamil monedas al contado.
-Madre mía, nunca he tenido tanto dinero, yo venía con pasta, pero no me llega...
-Pues nada, a seguir caminando, y que alá te acompañe.
-No, muchas gracias, ya me voy yo solo.

Abde estaba hundido y se hartó de callejear como un perro. Sus sueños no se cumplirían nunca.
Se le hizo de noche y aun seguía deambulando errante, cuando un letrero en el balcón de una vieja casa de adobe (adobe no era el propietario, sino el material) le llamó la atención:
MAGIAS SATÍN. SE REALIZAN DESEOS.
Subió al piso y golpeó con frenesí a la puerta.
-Te esperaba, amigo,-le dijo otro señor casi igual que el de las lámparas-. Tú quieres cumplir tus sueños, ¿no es así?
Abde asintió sorprendido.
-Tengo lo que buscas, Abde. Si me entregas todas tus posesiones materiales, yo te entregaré a cambio, el Cumplidor de Sueños.
Abde le dió todo el dinero, una cadena que llevaba al cuello, recuerdo de su abuelo y las escrituras en regla de su casa del monte. No tenía más. Y el hombre extrajo de una bolsa de cuero, una moneda vieja.
-Aquí tienes Abde, esta moneda mágica. Debes irte a un lugar solitario y sin que nadie te vea, lanzas la moneda al aire. Una cara concede tus deseos. La otra no. Todo dependerá de lo que le pidas cuando ella vuele por los aires antes de caer al suelo.

Abde se marchó corriendo sin parar a lo más recóndito del bosque.Allí estaré solo, pensaba.
Llegó, trepó a un árbol muy alto y comprobó desde la copa, que en efecto no había nadie cerca.
Bajó a la hierba, sacó la moneda, la besó por ambas caras y suspirando hondo, la lanzó al aire.

-!Quiero que mis sueños se hagan realidad al fin!.

La moneda cayó. Abde, desconcertado, esperó unos segundos y esperando notar algún efecto, no sintió nada en absoluto.
Se disponía a marcharse, triste y amargado, convencido que que había sido víctima de una estafa, cuando a su paso, detrás de unos arbustos oyó una dulce llamada.
-Sssss, sssss.. Guapetón ven aquí.
Y ahí estaban tres doncellas hermosas como el alba, requiriéndolo para el amor.
Abde cambió de cara. La felicidad tenía cara de Abde, la alegría, el gozo, oh, cielo santo, Abde, está pasando, tus sueños se hacen realidad.

Se echó en los brazos de aquel harén y dio comienzo una tierna batalla de amor a la que no podía dar crédito. Eso era lo más grande que imaginó en toda su vida. Vivía por fin sus sueños. Se acabó la vida triste, monótona y gris de Abde.
Mas en un súbito parpadeo, se desvanecieron las mujeres y una fuerza invisible empujó a Abde por una escalera de piedra hacia arriba. Él no quería subir, pero algo le obligaba. Cuantos más peldaños pisaba, más peldaños se añadían. Una escalera infinita se burlaba del pobre Abde.
Sudaba, jadeaba, le dolían las piernas, estaba exausto, sentía pánico, cerraba los ojos e imploraba el final de aquello. Cuando ya le caían las lágrimas a chorro, se esfumó la fuerza que lo dominaba y de golpe, un azote lo tiró rodando escalera abajo. Tan infinita como era subiendo, lo fue en la bajada.
Abde caía al vacío y no era capaz de parar, gritando como un condenado, intentando aferrarse a algo, otra vez cerró los ojos deseando que el fin llegase pronto.
Por arte de magia, también se fundieron los peldaños en la nada. Desapareció la escalera y Abde se encontró tendido en la hierba, muerto, pero vivo, sin poder mover un sólo músculo de su cuerpo. Intentaba gritar pero la voz no salía, quería pedir socorro, pero estaba mudo. Un segundo después ya pudo moverse, pero sintió con horror que se le estaban cayendo todos los dientes, luego corría y corría perseguido por un demonio, pero se tropezaba y caía constantemente, se levantaba y volvía a caer, en una huida angustiosa y sin remedio...
Y de este modo, todos los sueños de Abderramón se fueron haciendo realidad uno tras otro.
Tal vez debió pedir otra cosa
Datos del Cuento
  • Autor: luis jesus
  • Código: 4946
  • Fecha: 23-10-2003
  • Categoría: Cómicos
  • Media: 5.15
  • Votos: 98
  • Envios: 5
  • Lecturas: 5163
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
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invitado-... 22-01-2004 00:00:00

Acabo de leer otro cuento del mismo autor... Jajaja, qué curioso que de nuevo es un pobre diablo en una pesadilla. Muy irónicos, ambos cuentos. Este me gustó más. Estupendos los finales que "sorprenden"...

La Naufraga...
invitado-La Naufraga... 28-11-2003 00:00:00

Pobre Abde, si tan solo hubiera formulado mejor su deseo... Muy entretenido tu relato, sigue asi!!!

un lector
invitado-un lector 28-11-2003 00:00:00

Amigo Luis jesus: Hoy estaba más que triste por haber perdido un amor que al final nunca supe como se llamaba. Bueno... creo que ahora se llama "Silvia". Pero al leer tu cuento logré sonreir. Gracias amigo por aportar algo contra la tristeza. Un Lector

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