María tenía una fantasía desbordante. A la hora del recreo sus compañeras preférian escuchar las historias que se inventaba que jugar al corro o a la gallinita ciega.
Como a Pinocho que le crecía la nariz cada vez que decía una mentira a María le nacía una ramita verde en la cabeza cada vez que se inventaba una historia. Tal era su imaginación que su cabeza se llenó de ramitas verdes que crecían y crecían. Parecía un pequeño bosque su cabeza. En ella vivían los maravillosos seres que María se inventaba, duendes, elfos, pequeñas hadas y muchos animalitos con poderes sobrenaturales.
El caso era que solamente María podía ver su pelo verde y frondoso, y sentir todos aquellos seres que lo habitaban. Cada mañana al mirarse al espejo María encontraba más ramas en su cabeza y decidió consultar a su abuela.
- Abuela, mi cabeza está a punto de estallar, ya no me caben más historias en ella,¿qué puedo hacer?-.
La abuela de María con la sabiduría que tienen las abuelas le dijo que escribiera todas las historias que anidaban en su cabeza.
Eso hizo María y con cada historia que escribía desaparecía de su cabeza una ramita y los seres que vivían en ella cambiaron de sitio y se fueron a vivir a las páginas de un libro de cuentos.
Y...COLORIN COLORADO ESTE CUENTO SE HA ACABADO
Para que todos aquellos que tengamos historias, en nuestras cabezas, léjos de dejarlas aprisionadas en nuestra mente, le demos rienda suelta a la destreza y voluntad para escribirlas a fin de librarnos de esa pesada carga, y así llenaremos el mundo de historias, para el deleite de muchos, y eliminar de una vez por todas esas molestas ramas verdes en las cuales se enrreda la fantasia de muchos. Grandioso Lébana, buen trabajo amiga!