Rodó y rodó como una pelotita pequeña y rosa hasta el borde de un dintel imaginario de la terraza de un cuarto piso; desde aquí la podía ver, su sonrisa y vehemencia, lactantes como su cuerpo; el padre se levanto bruscamente de su silla mecedora gritándole ¡no, Tamara!, ¡no!...
La niña con expresión de curiosidad se asomo, mas bien por la fuerza de la inercia y se precipito mirando hacia el parque, su padre la tenia agarrada de un tobillo, pero no tenia donde agarrarse, y la niña estaba gordita, con lo que ambos se despidieron del mundo en una especie de caída libre: Tamara reboto en el barandal del segundo, su padre cayo antes que ella y finalmente ambos reventaron contra el suelo como si de dos globos gigantescos de agua se trataran, la sangre de ambos se abrazo violentamente manchando los dulces trajecitos de los niños que estaban jugando en el parque; viéndolos caer me asuste, me asuste muchísimo, incluso grite, pero no pude evitar el ver como reventaron y escuchar el sonido que hicieron contra el suelo, tampoco pude evitar soltar una leve sonrisa…