En algún lugar de la ciudad nos encontrábamos viajando David y yo, íbamos en su auto con un rumbo incierto; con anhelos, con ilusiones, con fantasías que ni el destino mismo podía explicar.

Eran como las 3:00 am, nuestras manos entrelazadas y nuestras miradas de reojo eran nuestra guía, no se cuanto tiempo paso pero... llegamos al fin del camino por tan sólo esa noche y, aunque muy cerca de las circunstancias que nos marcan la línea que nos separa, todo parecía valer la pena...

Por fin nos encontrábamos ahí, desvistiendo nuestros cuerpos para tomar una ducha y refrescar la piel que con su tersura habría de compartir un momento maravilloso; después... sólo después habríamos de sentir el frío que los nervios de estar tan sólo el y yo, ahí... en nuestra pequeña burbuja de amor, nos hizo temblar...

Bajo las sábanas y en medio de los mariposeos que te produce el placer de amar, comenzamos a vivir lo que hoy describo como la noche más hermosa de mi vida.

Los besos comenzaron... fueron cada vez más húmedos (sí aún siento esa suculenta humedad en mi boca...) fueron los besos que saciaron mi sed y que me fueron llevando a la entrega total.

Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo, tiernamente... dulcemente... como con miedo, poco a poco, un lugar a la vez... sus suaves palmas me hicieron estremecer y sus labios en mis senos, pasando sutilmente su lengua por cada poro de ellos, de mi cuello, de mis oídos (donde los susurros eran más que simple placer... donde llevaban consigo las palabras que ahora son inexplicables y que me decían que él estaba conmigo... no importaba nada...).

Mi cuerpo comenzó a sentir el suyo... tan dentro... tan suave... tan nuestro... Los besos no cesaban, ni las palabras, ni los susurros, ni las caricias, ni los besos... y pasando el tiempo, no se cuanto, no se como... los segundos, los minutos y las horas... nos fundimos en una cama de amor.

Esa noche aprendí que el amor es un arte. David y yo logramos esculpir en una noche una obra única en el universo... si... comprendí que esas escenas que algunas veces vemos en los cuentos de hadas si existen en el mundo real... comprendí que el amor es más que placer (aún cuando fue la noche más placentera de mi vida), porque somos tan fríos que sentimos que esos tres segundos son los más excitantes de nuestra vida sexual y no...

Creo que David y yo lo hicimos por primera vez... sentirlo tan dentro de mi cuerpo, de mi ser, de mis sentimientos, de mis pensamientos, de mis ilusiones, de mis fantasías... es algo que aunque intento explicarlo en este papel... no lo podría describir, como lo siento cuando cierro los ojos y vuelve a mi mente ese momento que aún me hace estremecer y regresar a ese cuadro de amor...

Con David experimenté una nueva forma de amar... de hacer el amor... en realidad creo que fue la primera vez que ame con tanta intensidad, y no... no es una nueva forma, hoy creo que es la única forma de amar, de la entrega, de la totalidad, de la sensibilidad de sentir su presencia, y su todo conmigo.

Sutilmente sobre mi... sutilmente sobre él... nuestro sexos siempre cercanos... una y otra vez... con la humedad... el arte de nosotros dos... con su caballerosidad... con su dulzura... nuestros sentidos conectados... nuestras miradas siempre latentes... con nuestros besos... logramos llegar al éxtasis de nuestra hoguera...

Nos fundimos en uno solo... en medio del calor que disminuía cada vez más el frío de nuestros miedos... Nuestros miembros siempre cercanos... si... logro sentir todavía la delicadeza que tenía dentro de mi... tan dentro...

Los minutos corrían y... un sueño pleno invadió su cuerpo, y mientras el dormía yo cuidaba sus sueños y pensaba... y trataba de explicarme las circunstancias que invaden nuestras vidas y que ponen un limite a esto que hoy describo como verdadero amor...

Una lluvia de lagrimas invadió mis ojos pero él no lo supo, él estaba dormido... era tan hermoso tenerlo a mi lado y sentirme amada, protegida... el tiempo corría y yo me resistía a aceptar que el momento más maravilloso que jamás había vivido tenía que terminar.

Con un beso en su hombro, en su mejilla y una mirada lo desperté... con eso él también comprendió que había llegado el momento de regresar a nuestra realidad... pero recuerdo que le sugerí que mientras yo me vestía podía descansar un momento más.

Mientras me reincorporaba y me ponía el vestido pude ver la hora. Faltaban diez minutos para las 5:00 am y... cuando le dije la hora... los dos comenzamos a apresurar el paso que nos llevaría al regreso crudo de nuestra realidad... Entonces vestimos nuestros cuerpos desnudos y procuramos disimular las huellas de nuestro amor... nos peinamos, nos perfumamos... (pero nada borraría lo que hoy traemos prendido a nuestra piel).

Salimos entonces, él me llevó a mi casa y un dulce beso marcó nuestra despedida.

Hoy... un día después, no he podido borrarlo de mi mente, ni un momento siquiera... en mis sueños me invadió su presencia, en el baño, en la cocina, en el coche, con una canción, en un abrir y cerrar de ojos, en la calle, en la mesa, en mi cama, en mi ropa, en mi cuerpo... y por eso es que he logrado escribir mis pensamientos y mis sentimientos aquí... donde sólo el y yo podremos conocer nuestra historia y perpetuar nuestras vidas en una sola si es que el destino lo ha decidido.

Sólo encuentro unas palabras para dar fin a esta historia... palabras que tenía miedo de decir pero que hoy son la realidad de mi vivir: y es que lo amo.