Aquella mañana de octubre empezó a arreciar el frio. ¡Qué bien se está en la panaderia! dijo para sí el panadero, mientras amasaba los distintos tipos de masa. Porque habéis de saber que no es lo mismo un bollito para huntarlo de mantequilla, un pan blanco de miga compacta o la masa para los croasanes.

Lo que más le gustaba hacer al panadero de nuestra historia era galletas, sobre todo galletas de la suerte. Lo has adivinado, el panadero de esta historia era chino.

Los papelitos con los mensajes dentro de las galletas de la suerte los escribía su abuelo, un viejo poeta, dibujante y filósofo. El abuelo escribia con tinta roja y tal era su amor a la escritura que cuando le temblaba el pulso y caía un borrón sobre el papel inmaculado la mancha de tinta tenía la forma de un corazón por lo que se convertia en un adorno.

He aquí algunas de las frases que escribia el abuelo del panadero chino:

" Que tu corazón sea como una perla, mientras más limpia de impurezas está, más hermosa es"

" Compartir el pan y el vino, es andar bien el camino"

"Si buscas riqueza, la encontrarás en el trabajo bien hecho"

" Si buscas amor, lo encontrarás en la medida en que tú ames"

Quizás no encontréis galletas de la suerte en vuestra ciudad pero encontraréis frases como éstas en el libro que estéis leyendo, en la carta de un amigo o en vuestro propio corazón.

Y... colorón colorado esta histpria ha terminado.

(Para mi amigo Joaquin Ledo, que tanto ama la escritura)