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Tal vez nunca llegue a ser esta arquitectura tosca que me sostiene, algo cercano a lo que quisiera.
Andaremos a ratos por andar y otras veces con deseo.
Arderá un tizón en nuestro pecho según y cómo, o se helará a la deriva igual que un iceberg, para deshacerse en un océano desorillado.
Y no hará falta añadir nada.
Oidme bien. He dicho nada.
Quedará hecho lo que se hizo y por hacer todo lo demás.
Que no pienso llenar de miedos ni mentiras el cajón último de mis cenizas.
Guardaré una buena broma a la muerte y después de morir, me seguiré un rato haciendo el muerto, como cuando de niño jugaba a flotar sobre la sal del agua.
Mandaré instalar cubriendo mis ojos, unos lentes de madera, pues me niego a ver túneles, escaleras y resplandores de ceguera.
Suenen si han de sonar, por toda trascendencia, conversaciones que yo ya no oiga y en las que aún se me nombre.
Y entre que llega la parca puntual o con retraso, iremos viviendo nuestra vida para quien se lo merece.
No sea que una vez difunto, fueran a alegrarse todos.
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una expresión verdadera, del proposito de vivir, aportar en nuestro existir, lo mejor que se pueda, y la parca que te espera, no borrará la conciencia, de quienes supieron de tí, por aporte en tu existencia.