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LA SENTENCIA DE UN JUSTO

Era una tarde lluviosa cuando el jurado se retiró a deliverar. Por largo tiempo muchos esperaron éste momento para así terminar con una odisea que les ahogaba sus vidas. Todos en el salón murmuraban sobre muchas cosas. El abogado de la defensa hacía ademanes dando a entender que su caso estaba gano. Por otro lado el fiscal sonreía con sorna por que su caso fue provado más allá de duda razonable. Los familiares de una y otra parte se miraban con disimulo y reselo, mientras Paul; el acusado, miraba a su alrededor para encontrarse con los ojos llorosos de su madre que no sesaba de orar por él y éste de decirle que era inocente. Aún Paul se preguntaba como había sucedido todo ésto y le parecía increíble que estubiera allí sentado, acusado de asesinato. Mientras miraba la lluvia por la ventana recoradaba como había comenzado su calvario. Regresaba de un duro día de trabajo y se dirigía a su casa donde le esperaba su adorada madre y una suculenta cena.
Sus amigos le habían hecho una invitación, para cuando saliera del trabajo se diera unos tragos en el bar que esta de camino a su hogar.
Paul llegó al bar y compartió con sus amigos por espacio de hora y media, cuando decidió retirarce. De camino a su casa y a la orilla de la carretera, una joven dama le hacía señal para que se detuviera, lo cual hízo. Al preguntarle que le sucedía, la joven dama le indicó que su auto se había desconpuesto varios kilómetros atrás y necesitaba llegar hasta su casa para esperar a su esposo y solicitarle ayuda. Paul le accedió encantado. Por el camino, la joven le contó varios problemas que la aquejaban, entre ellos el de su esposo. Ella le dijo a Paul que su esposo comenzaba a beber y no sabía cuando parar, por lo que habían tenído grandes discuciones, llegando en varias ocasiones a ser agredida por éste.
Acercandose a su destino, la joven dama le solicitó a Paul que detuviese el auto en un recodo antes de llegar a su casa por si su esposo había llegado, no tubiese problemas, así él lo hízo. Luego de dejar a la joven donde ésta le solicitó, Paul continuó su ruta hasta llegar a su hogar. Allí su adorada madre le esperaba con su cena servida. Luego de la suculenta cena Paul se retiró al family a descanzar como acostumbraba. De pronto se escuchó que tocaban a la puerta y su madre al abrir le llamó por que era procurado en ella.
Al llegar a la puerta observó a dos caballeros vestidos impecables y con aspecto sombrió. Inmediatamente le preguntaron si era Paul Stuart, a lo que asintió. Fue entonces cuando escucho de los labios de uno de los caballeros las palabras que le taladraron las sienes y aún lo hacen; esta usted arrestado por el asesinato de Pamela Stone. Paul quedó aturdido por aquellas palabras y sin sentido. Debe haber un error le dijo nervioso, mientras escuchaba los sollozos de su madre repetir una y otra vez, no puede ser, no puede ser.
Ese día Paul sintió como lo enterraban en vida. Desde entonces pasa éste calvario de nunca acabar. Pero hoy se hará justicia, pensaba Paul.
Hoy terminara ésta pesadilla para volver a reunirme con mis seres queridos y volver a mi hogar.
Todos de pie, gritó una voz. El jurado hacía su entrada al salón para dar su veredicto. Nosotros los miembros del jurado, encontramos al señor Paul Stuart..., CULPABLE del asesinato de Pamela Stone y lo sentenciamos a morir por inyeccción letal.
Paul no podía creer lo que escuchaba, su madre sufrió un ataque de histeria y tuvo que ser sacada del salón inmediatamente, sus amigos se alborotaron mientras el juez en el estrado trataba de poner el orden en la sala. No hubo mucho que añadir, la sentencia se llevaría a cabo dentro de tres meses a partir de éste día, dijo el juez.
Paul sintió que ya había sido ejecutado, su cabeza le daba mil vueltas y lo unico que escuchaba era el veredicto de culpable. ¿Como podría ser culpable de un asesinato que no cometi?, se preguntaba Paul todo el tiempo. Su abogado anunció que apelaría el fallo del juez, el prisionero fué retirado y la sala desalojada.
Ya en su celda, Paul no dejaba de pensar como era ésto posible. ¿Dónde está la justicia?, ¿Qué han hecho con mi vida y la de los mios?....
Así paso el tiempo, sus abogados lucharon infructuosamente para que se viera un nuevo juicio y se conmutara la sentencia, pero todo fue en vano.
Llegó el día no deseado por Paul y su familia, dentro de escasos minutos se llevaría a cabo la ejecución por inyección letal.
Paul tuvo unos minutos para meditar y refleccionar sobre su vida y sobre lo que le esperaba, el sacerdote trató como pudo de dar aliento a quien no lo tenía. Llegó el momento más doloroso de todo su calvario; el de despedirce de su adorada madre.
Esta entró al cuarto donde le tenían parte de su vida, la cual perdería muy pronto. Paul no le permitió hablar solo que escuchara.
Madre, desde el vientre sabías como hiba a ser y aún lo sabes, solo te diré para tu tranquilidad espiritual, que nunca te defraudé y que ésto es una infamia del destino, por que yo soy inocente madre. Deme su bendición y no me olvide.
Las lágrimas que madre e hijo derramaban fueron como un bálsamo para el espíritu.
Llegó el momento, había que ejecutar la sentencia. Paul caminó por un obscuro pasillo acompañado del sacerdote que no cesaba en sus resos.
Los demas confinados de aquel patíbulo bajaban sus cabezas en señal de duelo. El sentenciado llegó hasta su última parada, se le vió persignarce y decir nuevamente, madre mía, soy inocente y Dios lo sabe, por lo que moriré en paz.
Su vena fué violada por el horrible aguijón y su veneno fue depositado allí en aquel cuerpo que quedó inherte para siempre.
Al cabo de unos minutos de efectuada la ejecución y confirmado el fallecimiento del reo por inyección letal, se recibió en la prisión un cable urgente que decía: Cancelada la ejecución de Paul Stuart, el asesino confeso de Pamela Stone se acaba de entregar.
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