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LOS JUGUETES PERDIDOS

Hubo en un pueblo del sur, un grupo de abuelos que aburridos de estar tanto tiempo sentados en la puerta de sus casas, pensaron que podrían hacer para ver a sus nietos felices.

Un día unos de ellos dijo:

– ¿Que tal si hacemos una fábrica de golosinas para que ellos coman todas las golosinas que hagan? Creo que serían muy felices.

– No. Está bien que les gusten las golosinas, pero se les van a caer todos los dientes, y después sus mamás nos van a reclamar. – Dijo uno de los abuelos.

A lo que otro respondió: – No, es cierto, se van a quedar sin dientes y como somos abuelos no les vamos a poder negar nada.

De pronto uno dijo: – Que bueno sería regalarles un paseo en tren. ¡No! mejor un viaje en moto, para que vuelen y pero, si chocan…

– Yo se algo que a todos mis nietos les encantaría. – Afirmó un tercero. – Encontrar la fábrica de las cosas perdidas.

– ¿Una fábrica de cosas perdidas? – Preguntó otro.
– Sí, ya saben que todas las cosas se pierden en nuestra vida, hay un ángel que las encuentra y las lleva a esa fábrica para arreglarlas. Nadie sabe donde está, pero todos saben que el ángel trabaja mucho por cada cosa que trae para arreglar. Dios le da un premio siempre por ordenado. O es que acaso ¿cuando éramos ordenados nadie les daba un premio?.

En ese momento todos se quedaron pensando y preguntaron:

– ¿Y que había en esa fábrica?

– Tienes desde juguetes, muñecos, zapatos, una caja con gatitos, el loro de una vecina, un oso de peluche, un caballo de madera y un banco verde de roble que se perdió hace tiempo de la plaza.

– ¡Eh! ¡pero cuantas cosas que pierde la gente! No va a ser fácil dar con ese lugar.
– No sé… Lo único que sé es que todo está en el sótano de mi casa.
– ¡Noooo!
– Siii. ¿Qué les parece si hacemos correr la voz y armamos la fábrica en el sótano para que los chicos ayuden un poco más al ángel que encuentra cosas, y el próximo despistado que pierda algo sepa que hay algunos abuelos que tienen una flor de equipo, que todo lo encuentra.

Fue así, que compraron pintura, clavos martillo y dejaron la casa como un espejo mágico, el sitio más lindo del barrio, que desde entonces guarda los más hermosos secretos de toda la infancia.

FIN

– Moraleja del cuento: Valorar siempre la ayuda familiar. Sobre todo la sabiduría y el cariño de los adultos. Los mejores aliados de los niños, los abuelos.

– Valores del cuento: respeto, cariño y amor filial. Sobre 

Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
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