Llego, como todos los días, cinco pm. Hay un par de imbeciles, como todos, tomando tequila. Pido una cerveza. Ya era hora de una fría y helada bebida, además la leche últimamente me da diarrea, debe ser el agua de mierda que le mezclan.

-¿Que ha sucedido?, Pregunto.

-No, nada. Responde el cantinero chimuelo de siempre.

-Que bueno. Nada sucede. Es igual cada día.

-Se acerca un tipo gordo, aquí todos son obesos. ¿Y usted a que se dedica?

-A nada. Solo bebo cerveza y cago.

-Hum. ¿O sea que no hace nada

-No.

-Que dolor la gente que en esta navidad está en la calle, ¿No?

-No siento nada por ellos, que se pudran.

-¿Cómo así?

-Si, así, ya somos muchos, hay demasiados imbeciles preocupados por la gente en la calle, seria mejor que los echaran a los hornos de cremación y así no les daría frió.

-Usted, señor, no debería estar aquí.

-¿No? ¿Y por que?

-Debería marcharse, no me gustan personas como usted.

-Que bueno. Tampoco me gusta usted por estupido.

-¿Señor, quiere pelea?

-No. Simplemente estoy sentado en un lugar publico y puedo decir lo que se me dé la puta gana.

-No me ofenda, aquí somos ciudadanos, seres humanos, y nos preocupamos por la gente pobre, las personas que no tienen donde dormir o que comer en navidad.

-Que bueno, entonces deberías estar, en vez de beber, dando Tu miserable salario a esos rumiantes, y salir a la calle a predicar Tus “ideas”

-¡Ya PREDICO!

-¿De verdad? Y que predicas. ¿El amor al prójimo, o la vida después de la muerte, o la igualdad del ser “humano”, o la equidad en la existencia, o la bondad de Dios, o mejor aun, la vida en otros planetas?

-Usted me ofende, soy una persona con convicciones.

-¿De verdad? ¿Que convicciones?

-Que hay un Dios que nos AMA

-JA JA JA

-No hay tal Dios. No el que ustedes creen. Solo hay uno maldito y maligno, que odia al hombre, que ahoga la humanidad, que hace que le recen, que se olvida de los pobres, que crea tipos como Hitler, que le gusta ver como mueren sus “hijos”. Afortunadamente, también deja que existan tipos como YO.

-Ya es suficiente, lo reto a una pelea.

-Ok. ¿Y su Dios le permite pelear? JA JA JA.

Salimos, estaba sola la calle, había unas ratas comiendo sobras en un lado y unos remedos de hombre compartiendo con ellas. No existen. Me gusta así. Además el frió es terrible para que estén solos. (Las ratas y los hombres, aclaro. Me prepare. El hombrecillo aquel me seguía, daba lastima. Tendría unos sesenta kilos de peso, no “era” nada para Mí. Noventa kilos de cerveza y mierda mezclados y tranquilos. Ya sabía para donde iba esta situación, pero bueno, habría una viuda más, feliz de no tener a un esposo de mierda “celebrando” la navidad. Eso me daba paz.

Llegamos, el se arremango la camisa, como si no se fuera ensuciar. Pobre de Él.

Estamos listos.

-Ahora sabrá que es el amor HIJO DE PUTA. Me dice.

-Ok. Me parece muy bien que me lo enseñe. No lo he conocido aun.

Saco una navaja, de esas que usan los pandilleros de mierda. La blandía, se veía que la sabía usar muy bien. No debía ser un “santo” como pretendía que le creyeran. Al menos no Yo.

Se me dejo venir, un lance, otro lance, nada.
Llevábamos como cinco minutos así. Ya me estaba aburriendo. Saque mi pistola y le dispare. Una sola bala. Certera, en la frente. Vi. como cayo, parecía un fardo de mierda. Eso somos.

DUBANOK