Al abandonado jardín de la Tía Teresa, llegó una fresca mañana del mes de mayo la más hermosa de todas las criaturas que allí habitábamos.
Más hermosa que Lobito Pollero con sus vistosos y refulgentes colores. Más hermosa aún que todas las margaritas, lirios y cayenas que abrían sus pétalos al viento y se lucían vistosas entre la maleza.
Desde que la vimos por el jardín, Mariposa Encantadora le llamamos.
Venía de lejos, de muy lejos. Del país de los sueños de colores. Y era que en verdad sus alas parecían un maravilloso sueño multicolor.
Traía en su mente un único propósito: hallar rosas y pompones y libar su rica miel.
En el jardín habló con Araña y Paco Paco, con Lobito Pollero y con Paloma Torcaz y ninguno de ellos le supo informar. Quiso el destino que Abeja Miel, que de flores sí sabía, pasara en el justo momento en que ellos conversaban y le informara del cultivo de un floricultor vecino.
Abeja miel a Mariposa Encantadora, con pelos y señales, le indicó el camino y ésta, desde el mismo instante de su arribo, fue recibida por lindísimas flores que de inmediato le ofrecieron el más dulce de sus néctares.
Entre estas hermosas flores vivía un Tulipán Amarillo que de Mariposa Encantadora se enamoró a primera vista. Y como este caballero no era tan hermoso como el amor que en su tierno corazón a ella le profesaba, la Encantadora Mariposa ni por equivocación se dignó en mirar a la enamorada Flor .
Muy orgullosa de su linaje, la hermosa Mariposa libaba y volaba, volaba y libaba sólo rosas y pompones.
Sentíase la reina en aquél, su dulce jardín de ensueños.
No obstante, para su desdicha y desconsuelo, llegó de repente el floricultor, amo y señor de aquel invernadero, y tijera en mano podó y se llevó todas las rosas y pompones, dejando únicamente a aquél que a la hermosa mariposa ofreció su amor sin condiciones.
Sigilosa y sin mirar atras y sin pensarlo siquiera, la Mariposa volvió por segunda ocasión al abandonado jardín de la Tía Teresa y allí, nuevamente nos fue a preguntar. Habló con Araña y con Paco Paco, con Lobito Pollero y con Paloma Torcaz, pero igual que la vez primera, ninguno de ellos le supo informar.
Para colmo de su infortunio, nuestra amiga Abeja Miel, que de flores sí sabía, andaba en compañía de otras abejas, visitando a uno de sus zánganos queridos que muy enfermo se encontraba.
Ya cansada de buscar, a Mariposa Encantadora se le vino a la memoria la simpática imagen del Tulipán enamorado y cual no fue su sorpresa al regresar y encontrar que éste, de inmensa pena de amor sus delicados pétalos había marchitado.
Profundamente entristecida, Mariposa Encantadora hasta ese entonces comprendió la magnitud de aquel puro sentimiento.
Aprendió lo que era el llanto, aprendió lo que es dolor y de sus ojos lágrimas brotaron de tristeza, de ternura, de expiación y sobre los marchitos pétalos éstas se posaron como agua que a la fuente llena de esplendor.
Cuenta Abeja Miel, que por los lados del invernadero en aquellos momentos regresaba en compañía de otras abejas, que la marchita Flor al sentirse impregnada por aquella agua viva, se irguió revitalizada como por una fuerza superior, transfigurándose Flor y Mariposa en el más hermoso Arco Iris jamás nunca antes visto por ser alguno sobre la Tierra.
Sabemos además, que desde aquella preciosa tarde de finales de Mayo en que esto sucedió, multitud de multicolores mariposas también entran a libar en las no menos hermosas flores que en el abandonado jardín de la Tía Teresa, lucen y relucen sus más vivos y atrayentes colores.
Nosotros, por nuestra parte, después de cada lluvia, miramos complacidos como el cielo se llena de colores. Y es que tanto Flor como Mariposa salen a mostrarnos la real grandeza de aquel amor que mutuos se profesan.