Capítulo 1: Los seres del cinturón de Orión

A una distancia larga de la tierra, en el cinturón de Orión existe un planeta de aquella constelación llamado Buawäng. Buawäng era un planeta alejado de los problemas ya que ningún ser de Zeron podía acceder ahí. Estaba precintado con un programa de seguridad para que no los atacasen. Ante todo siempre colaboraban en ayudar a la patrulla del espacio, junto con los Grunts, del planeta Gruntia.
Los seres de Buawäng, más conocidos cómo Buäwangdianos, tenían un aspecto similar a una mezcla entre canguro y gato, que no llegaba al metro apenas. Solían ser azules, aunque también habían buäwangdianos verdes y lilas. Sus ojos eran saltones, con dos largos bigotes y dos antenas en forma de junco empinado. Eran muy bellos a los ojos de los demás alienígenas.
Su carácter era fuerte y solían ser muy testarudos. Cuando se enfadaban solo había que verlos, porque eran terribles. Ante todo eran seres amistosos, aunque algo desconfiados al principio y muy cerrados, solo hablaban su propia lengua: el buawängdiano.
Y más allá de Buawäng existen muchos más planetas: uno de ellos en el planeta de Zeron. En ese planeta también hay vida y sus seres se llamaban zeronianos. Son unos hombres de dos metros de alto, con cara deforme y cuerpo musculado. Su piel era de un color lila muy fuerte. Tenían grandes antenas donde oían de todo y tenían las mismas funciones que unas orejas. Los Zeronianos eran enemigos de los Buawängdianos. Siempre estaban en guerra.
A parte de los zerones y los buawängdianos, también estaban los Grunts, provenientes del planeta Gruntia. Eran cómo canguros espaciales que tenían una cabeza muy grande y una especie de orificio en forma de linterna en la cabeza.
Un día los seres de Zeron decidieron atacar Buawäng. La nave del comandante Tohn-Khán Chunk salió de Zeron para ir a por el pobre planeta Buawäng. Todas las naves iban hacia el planeta y los buawängdianos no se esperaban lo que les iba a pasar.
Fue solo ver la primera nave bombardeando un edificio que ya todos iban a sus naves para escapar del planeta. Algunos sobrevivieron, otros murieron. Las naves enemigas bombardearon todo el planeta y apenas quedaba vida. Salvo la de un pequeño búnker donde vivía Prilly, una buawángdiana que tenía un hijo llamado B-Zhüng. Ella solo quería mantener a su hijo a salvo.
La pequeña alienígena fue hacia una pequeña cápsula donde colocó al pequeño buawängdiana que apenas dormía. Tardaría cuatro años en llegar a la tierra, pero al menos estaría a salvo.
- Te irás de aquí. – le dijo la madre a su hijo -. A un planeta seguro.
- Te echaré de menos. – dijo B-Zhüng -. ¿A dónde iré? ¿Dónde irás tu?
- Yo tendré que ir a ingresar en la Patrulla del Espacio mientras tu iniciarás tu camino a la tierra. Tiene años de retraso pero pronto avanzará. Cuando llegues allí será el año 2099. – le dijo Prilly a su hijo mientras cerraba la cápsula -. Nos vemos hijo. Adiós.
La cápsula salió volando por el espacio y mientras todo se destruía, Prilly iba en su pequeña nave hacia el espacio exterior. Llegó hacia más allá de Gruntia. Localizó la nave espacial de la Patrulla del Espacio, una orden de alienígenas sabios que luchaban porque el bien y la paz reinara en el espcio y así evitar que los invasores se salieron con la suya.
La nave de Prilly entró por la trampilla de las sondas y tras salir de la nave, se dirigió hacia el Comandante Kott Rexell, un Grunt que era el Jefe de la Patrulla Espacial.
- Comandante Rexell, he llevado a mi hijo hacia el planeta tierra. – le dijo mientras se acercaba -.
- Hiciste bien, la profecía espacial habla de que un niño terrestre neonígena ingresará en la patrulla del espacio y será el Elegido que traiga la paz al universo. – dijo el comandante Rexell con un brillo de esperanza en sus ojos -.
- ¿Y ese niño quien es? – le preguntó con curiosidad Prilly -. ¿Tienes alguna pista?
- Todavía no, pero cuando llegue tu hijo al planeta tierra, lo sabremos. Es el destino de B-Zhung encontrar al muchacho. – respondió Kott -.