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Categoría: Terror

La Última Pieza del Puzzle

Aquel anticuario de la escondida calle del casco antiguo, calle por la que jamás había pasado y desconozco si alguna vez volvería a encontrar el mismo lugar de no ser por su malsano olor a madera podrida y polvo acumulado, me había engañado cuando le compré el puzzle. No sé cómo no me di cuenta antes. Aquellos ápices de fuego centelleantes en sus ojos le habían delatado, y sin embargo… lo compré dejándome llevar por un impulso que amedrentaba mis sienes incitándome a acariciar la roída caja de cartón que encerraba tan mágico juego.
No es que fuera, ni mucho menos, lo que podía esperarse de un simple rompecabezas; sino todo lo contrario. Aquellas piezas de negra madera habían sido cuidadas y trabajadas con anormal esmero por manos obreras de las regiones más antiguas del África oriental, y su madera de Ébano lo demostraba.
El acabado final será sorpréndete -Me había dicho.
Y aquello era lo que más me irritaba de la compra; pues lo adquirí esperando ver, al terminar de montar las piezas, un acabado un tanto especial en su superficie. Empecé por montar el contorno y las abstractas formas que componían los bajorrelieves de los bordes del mismo; unas formas que se desdibujaban dando la extraña apariencia de abominables pesadillas que turbaban el alma de su inocente y lejano creador; y aquello no era nada de lo que esperaba. Tal vez esperaba ver una puesta de sol, tal vez una tribu danzando alrededor del fuego, una imagen de la fauna o flora del lugar… algo que de verdad despertara a mis ojos las lejanas y remotas artes del antiguo continente, y sin embargo, ante mí sólo había un puzzle de extrañas formas y extraños bajorrelieves que nada formaban salvo un amasijo de líneas que se entrecruzaban entre ellas para dar la impresión de una superficie cambiante.
Esto es un robo -Pensé tal cual me iba acercando al acabado final.
No había ninguna forma en aquel juego, tal vez hubiera sido grabado por un niño, plasmando en su superficie las extrañas e imaginarias formas que pueblan las mentes de estos en una edad tan temprana. Casi aceptaba esta posibilidad, pues las fichas, que encajaban perfectamente, tenían un acabado un tanto enigmático; no eran las mellizas fichas de rompecabezas de toda la vida, sino que albergaban curvas y rectas de tan extraña procedencia que hacían doblarse la visión del observador hacia ángulos aún no comprendidos por la ciencia; y en esta sarta de pensamientos estaba sumida mi mente cuando por fin coloqué la última pieza.
Y… Terminé -Dije en voz altiva y alegre- Sólo falta saber qué significa
Mas no parecía que el puzzle me fuera a contestar. Sin embargo, algo surgido de más allá de donde alcanza mi razón captó mi atención al completo. Casi podía verlo, había que doblar la vista, estirarla y comprimirla para ver más allá de los simples bajorrelieves del mismo. Alcancé el flexo de la mesita y lo enfoqué por completo contra la obra que acababa de rehacer. Las mismas líneas danzaban tal cual las observaba y parecían cobrar vida y dibujar algo que alcanzaba a estar más allá de lo evidente; era una danza que mareaba mis ojos y me ofuscaba la mente, sin embargo por un instante lo tuve claro, por un instante lo vi.
En medio de aquel vagar de mi mente en busca de siluetas conocidas, al igual que hace cuando contemplamos los más abominables nubarrones y llamaradas de fuego, vislumbré por un momento la imagen final del puzzle. En él: un hombre, de mediana edad, sentado sobre una silla y reclinado contra la mesa que ante el había, parecía mirar algo que sobre esta había, algo rectangular; podría ser el puzzle…
Sonreí; casi podía sentirme parte de la obra, podía imaginarme a mi mismo mirando y dejándome la vista en encontrar lo que el rompecabezas quería mostrar. Un rompecabezas que representaba a su propio recreador sentado sobre una mesa y reclinado sobre él intentando averiguar que contenía su intrínseco dibujo. Casi sentía ser yo mismo el objeto del puzzle.
¡Espera! -Me corregí- Aquí hay algo raro
Me recliné aun más sobre la mesa, por un momento pensé que la imaginación me estaba jugando una mala pasada. Las líneas cambiaban según uno las miraba, parecían cambiar según mis propios movimientos. Aquello no estaba bien, no debería seguir tomando aquellos analgésicos para mi ya crónico dolor de cabeza.
De repente lo vi aun más claro. Las cambiantes formas de las líneas del puzzle dibujaron y matizaron aun más su escenario. El hombre seguía reclinándose, e incluso parecía que aun más que antes, sobre la mesa; pero había algo más allá de él. Tras de él, tras el hombre que dentro del rompecabezas se inclinaba sobre la mesa, podía verse una figura gruesa y aborrecible, con unos ojos que por un momento pensé que incluso me estaban mirando.
Aparté la vista del puzzle. Sería mejor acostarse pues la mente comenzaba a jugarme malas pasadas. Me giré, me incorporé de la silla y entonces aquella daga, de pulida piedra, me apuñaló. Tras de mí, con la mirada serena de unos ojos despuntados había un enorme hombre negro de una olvidada étnia africana por determinar. Estaba prácticamente desnudo, con su nariz, labios y orejas taladradas con huesos de marfil. Su brazo oscuro, y tatuado con un sinfín de tribales blancos, casi penetraba dentro de mi tras la daga, que ya manchada en mi sangre, en su mano había.
La sangre, roja y espesa, emanaba de mi pecho jadeante y lacerado, mientras desesperadamente con mis propias manos la herida intentaba cortar. Caí desmayado sobre la mesa. La última visión que conservo del momento es la del propio puzzle: esta vez, dibujado en sus bajorrelieves, pude ver la silueta del mismo hombre de antes, esta vez la figura del hombre estaba herida y semiderrumbada sobre la propia mesa que antes miraba; y al mismo tiempo, tras él, nuevamente una figura gruesa y aborrecible, con unos ojos cuya mirada alcanzaba más allá de lo evidente miraba al herido; viendo como ,una victima más del malévolo hechizo, poco a poco perdía todas y cada una de las rojas gotas de su vida.
Datos del Cuento
  • Autor: Haissen
  • Código: 12639
  • Fecha: 03-01-2005
  • Categoría: Terror
  • Media: 5.94
  • Votos: 82
  • Envios: 0
  • Lecturas: 4045
  • Valoración:
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
Angel F. Félix
invitado-Angel F. Félix 08-01-2005 00:00:00

El bien escribir es un don Patrimonio de muy pocos. Si se añade imaginación, Todo cuanto se diga es poco. Y tú, Haissen, haces gala de ambas cosas, por lo que sinceramente te felicito (“La última pieza del puzzle”, de Haissen)

CATA
invitado-CATA 07-01-2005 00:00:00

ME ENCANTO ESTA RE BUENASO TU CUENTO SUERTESEGUI ASI MAS QWUE UN 10 TE DOY BESOS A

Haissen: El Autor
invitado-Haissen: El Autor 07-01-2005 00:00:00

Sinceramente me llena el alma que a alguien le guste lo que escribo. Muchas veces lo plasmo todo sin pensar y no dedico mucho tiempo después a corregirlo, así que siempre pienso que sólo mirareis los fallos en el cuento. Gracias por haber hecho todo lo contrario y haber visto más allá de él. Me siento orgulloso de que te haya gustado amiga ;)

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