Hoy me fui a caminar como todos los días por el jardín botánico, regrese a casa, luego a la ducha. El agua sobre mi cuerpo, logró despejar un poco mi ánimo. Mire las noticias como siempre, mientras tomaba mi café. Estaba absorta en mis pensamientos cuando escuche la voz de mi hijo.
.Qué te pasa mami? Estás muy entretenida,
sonreí, sin contestar nada..
Esa mañana, puse mucho esmero al escoger la ropa que me pondría. Escogí un vestido blanco y mi esmeralda, pendiente de una cadena de plata, lucía bien, y parecía tener un brillo especial. Cepille mis cabellos, y los deje sueltos en una melena que caía sobre mis hombros. No olvide unas gotitas de perfume tras mis orejas.
Me despedí de mi hijo con una sonrisa y un suave beso en su mejilla,
no tenía deseo de manejar, así que llegue a la parada de la guagua,
a mi lado se sentó una mujer , que me miraba curiosa, la mire sonriente. la anciana, respondió con un gesto amable, y me dijo;
"la luz que llevas en los ojos, me indica que hoy será un día especial, no pienses en nada, la felicidad siempre llega a nuestra vida, solo hay que esperar el momento preciso." la mire con desconfianza, la mujer al notarlo me dijo;
Solo una mujer enamorada, tiene ese brillo en los ojos, aunque lo cubre la melancolía que los ensombrece.
Enamorada yo? ¿Por qué me dice eso?
Entonces no he errado, dijo la anciana, el no es libre, pero el amor ha llegado a tu vida, el que no seas libre, no es un obstáculo para que te enamores de alguien que quizás ha llegado a ser, el compañero de tu alma, y eso, no hay nadie que pueda impedirlo.
Nerviosa, abandone la guagua, despidiéndome de la anciana.
Caminaba distraída, no entendía esa conversación con una extraña, ni como ella se había dado cuenta de lo que sentía.
Quedando mí secreto descubierto.