La angustia se apoderó de Ivan, seguramente estaba alucinando, pero lo que veía era demasiado real, pensó que lo mejor era seguir pidiendo ayuda.
Tres niños pasaban jugando y saltando en ese momento - son perfectos - pensó Ivan.
- ¡Niños! - les gritò.
Los tres se detuvieron en seco mirando a Ivan con algo de desconfianza. Mientras Ivan escogía las palabras precisas para pedirles ayuda, uno de ellos, al parecer el màs joven, se acercó despacio con algo de curiosidad simplemente para tocarlo, de inmediato retirò la mano con una sonrisa.
- ¡Hace cosquillas! - dijo entre carcajadas. Los otros dos niños se acercaron a Ivan para comprobar lo que su amigo acababa de decir. Las risotadas no se hicieron esperar, cada vez más fuertes al punto que Ivan estaba por creer que todo era un sueño. Sin embargo los niños no tardaron en aburrirse y al cabo de unos minutos se fueron sin darle más importancia a Ivan, que por fin había logrado decir algo y ahora les rogaba que no se fueran y le ayudaran a levantarse.
La desesperación la frustración y el desconcierto eran demasiados, Ivan por fin dejó salir su llanto contenido por mucho tiempo, mientras su desvanecimiento seguía lenta e inevitablemente; incluso sus lágrimas eran invisibles, las podía sentir caer en su pantalón, incluso sentía la humedad, pero no se veía nada, se estaba desapareciendo sin ninguna explicación y a nadie le importaba.
Una anciana que pasaba por ahí lo vio llorar y se acercó a consolarlo.
- ¿Qué te pasa?, ¿Por qué lloras? - preguntó amablemente la anciana. Ivan levantó la mirada y observó a la anciana con algo de alivio.
- ¡Por favor ayúdeme! - gritó desconsolado - ¡no puedo levantarme de esta silla! - continuó, pero de inmediato se dio cuenta de lo incoherentes que sonaban sus palabras, no obstante, la anciana no reaccionó como Ivan había imaginado, al contrario, lo miró con aire maternal y enjugó sus lágrimas. Era extraño, pero la viejita no notaba que estaba desapareciendo.
- Tranquilo muchacho, siempre hay una salida, una solución a todos nuestros problemas.
- Señora creo que no me entiende...
- Te entiendo hijo mío, créeme - interrumpió la anciana.
- No señora, le va a sonar extraño pero...
- Te entiendo y tengo la solución - volvió a interrumpir.
Ante esta frase dicho con tanta seguridad, Ivan no pudo hacer otra cosa que permanecer callado, esperando que l señora arreglara todo. La anciana sacó un pequeño libro de uno de sus bolsillos y se lo puso a Ivan en las manos.
- Aquí tienes, estúdialo y encontraras la solución a todos tus problemas.
Después de decir esto, la viejita se levantó y se alejó con aire prepotente como la haría alguien que ha hecho algo de lo cual se siente muy orgulloso. Ivan la mirò irse por un rato, después desvió su mirada hacia el libro que tenía en las manos, sus manos casi invisibles. En la tapa se leía en letras doradas: "SAGRADA BIBLIA".
La situación empezaba a volverse insostenible, sobretodo porque el desvanecimiento continuaba, Ivan apenas lograba ver su cuerpo, pero ahora esperaba tranquilamente, por lo menos era una forma muy original de morir...¿morir?, eso esperaba, ya que también existía la posibilidad de quedar en una especia de limbo, o de volverse un hombre invisible condenado eternamente a vivir pegado a una banca en un parque cualquiera.
Cuando Ivan había perdido toda esperanza de salir de su problemita, un joven de unos 20 años pasó caminando al frente suyo, moviendo la cabeza al compás de una canción que sólo él podía escuchar a través de su walkman. Ivan lo miró, el joven miró a Ivan. El joven se acercó con pasos largos y seguros, y por fin Ivan estuvo seguro de que alguien se apiadaría de él y le ayudaría a levantarse. El joven se detuvo a un metro de Ivan y lo observó con lastima por unos segundos sin dejar de mover su cabeza. Ivan que ya no sabía que decir estiró su mano derecha en gesto suplicante, el joven sin vacilar sacó unas monedas de su bolsillo y las puso en la mano de Ivan, las monedas tardaron pocos segundos en atravesar la piel y caer tintineando al suelo, pero el joven no se percató de eso, sencillamente le dio la espalda a Ivan y siguió su camino convencido de haber hecho lo correcto.
Ivan rió para sus adentros, pensándolo bien, toda la situación era tan absurda que se tornaba cómica...finalmente pasó lo que tenía que pasar, Ivan desapareció...
Al día siguiente la comunidad entera estaba indignada, una de las bancas del parque más importante de la ciudad estaba manchada, una mancha grande color piel, era sencillamente intolerable.
Dos días después el alcalde mandó pintar la banca, pues era una situación horrible que requería una respuesta rápida y oportuna.
Esa anciana le extendió la única mano que lo podía levantar. Sólo tenía que esforzarse y buscar allí la fuerza que necesitaba. Muchos bancos serán pintados, porque de esa caída sólo puede levantarse quien desea hacerlo. Me gusta su forma de narrar. Corto, pero cada línea capata la atención. Y ese final inevitable .... Exelente.