Era sé una vez un solitario guerrero que vagaba por las montañas, dia y noche, buscando una que nadie sabia qué era. Nadie nunca había visto su rostro, ni habían oído su voz, però todo el mundo lo conocía. Éste guerrero atravesaba llanuras, estepas, ríos, montañas, pantanos, desiertes, nada ni nadie le detenia.En este momento nuestro intrépido guerrero se encontraba en un pequeña goleta inmersa en el fervor de una gran tempestad en medio del mar sangriento. Éste mar debía su nombre a su color rojizo que imitaba al color de la sangre, en cierto modo el que le puso éste nombre al mar no estaba muy errado, porque éste mar es también conocido por las muertes que han causado sus terribles tormentas. I es más, dicen las leyendas que el color del mar sangrientoés debido a los marineros que han muerto en sus aguas
La olas arrollaban la pequeña embarcación, haciéndola crujir en cada terrible de sus caricias. El pobre guerrero se aferraba a la verga, mientras el mar le arremetía con una furia infernal. Éste bravo guerrero siempre iba acompañado por un objeto, una caja de color negro tallada bellamente. Nadie sabía que había dentro, porque el guerrero la guardaba con muchíssimo recelo, y los pocos que se habían acercado a ella o incluso la habían tocado, gozaban ya de los placeres del más allá. La tormenta discurría con una furia inimaginable, a cada crujido de la goleta ésta parecía que se tenía que partir en dos. De repente un rayo cayo encima de la goleta, partiendo el mástil por la mitad. El guerrero cayo al suelo de la cubierta. Estaba perdido sin vela s ni mástil estaba totalmente a merced de la furia del mar. Cuando se levanó se dió cuento de lo que se le avecinaba, una inmensa ola se dirigía hacía la indefensa goleta. La ola rompió, y arremetió contra la goleta que desapareció bajo el mar. No quedó nada flotando, sólo la misteriosa caja negra...