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Categoría: Románticos

La carta del adios

Te escribo esta carta inútil para darte un adiós que nunca te di por que nunca quise dártelo. Mi mente me obliga a recapacitar y me implora que te olvide a lo que mi corazón siempre le responde ignorándole por que como olvidar el paraíso una vez tenido asido entre las manos. Ver como este resbala entre mis dedos para ir a perderse entre el mar que mece mi cuerpo hace chocar mi alma contra la roca de tu indiferencia.
En algún cajón de lo mas profundo de mi, aún guardo con cariño y a la vez rencor instantáneas del tiempo que compartimos y que persistentemente vuelven a mi los recuerdos agradables convertidos ahora en cuchillos afilados que se clavan por todo mi cuerpo. Tanto me duele tu adiós, que sangro lágrimas de recuerdos.

Escondo bajo mi piel de acero cualquier indicio que pueda aparecer como recuerdo de tu piel, para que nadie pueda ver que aún me queman tus últimas palabras y caricias que dabas con lástima o con indiferencia, no se, pero se con certeza que no eran como las del principio... el principio, tu lengua, tan solo un músculo, un trozo de carne que se movía al unísono con la mía, tu lengua... el cielo de tu boca. Como un solo beso puede provocar tantas sensaciones. Y en esos momento, para mi todo era parte de la normalidad, sólo un beso. El saber que tu lengua bailaba con la mía un sin fin de melodías, y que después pasaría como alas de mariposa por mi cuello resultaba parte de la rutina de amor que tenían tu cuerpo y el mío. El abrazo cálido de tus brazos en conjunto con tu pecho me hacían sentir protegida, algo que nunca había experimentado hasta ese momento. Tu aliento que jugaba con mi pelo y con mis labios era el soplo de aire que me daba fuerzas para seguir viviendo, y yo, no lo sabía. Negaría a Dios si me preguntara que olvidé tu cuerpo, manchando de por vida mi alma. Y me detuve un instante a mirarte a los ojos, y descubrí algo mas hermoso si cabe: tu mirada. Es esa ventana por la que miro al mundo y me protege del viento que intenta desmoronar mi cuerpo y mi alma.

La distancia fue lo que provocó el huracán de celos y del miedo por perder lo que una vez creí mío. El miedo me recorría todo el cuerpo, al igual que el mar, en una procesión fúnebre de mi alma. Por que fue el mar, que al haberte mecido entre sus brazos salados te enamoró y te alejó de mi lado, y yo perdida en la soledad sólo imaginaba que imaginabas imaginándome... Y todo me recordaba a ti, los besos fugitivos que el aire me robaba sabiendo que eran tuyos, las fuertes olas que intentaban abatirme para no verte más, el sol que como tu cuerpo me daban calor y un collar de imaginarias caracolas que colgado de mi tobillo tintineaba tu nombre tantas veces como caminaba. Fue en ese momento cegada por los celos cuando pude comprender lo importante de tus caricias, de tus besos, de tus abrazos, de tus demostraciones de amor que tu inconsciente me dabas y yo nunca pude apreciar. El recuerdo de tus manos por mi cuerpo hervían viejas huellas que habías dejado conmigo, a la espera de encontrarle otra propietaria, que las recibiría ansiosa buscando el cariño que a mi antes me había dado. Y los malos momentos que tuvimos, ya no existían en mi pérfida memoria que confabulada con el enemigo sólo recordaba ínfimas partes de un pasado reciente que esperaba ya inerte entre mis manos para darle sepultura.

Las noches, me miraban divertidas desde el firmamento vestida con su túnica de estrellas, que tantas veces había contemplado a tu lado. Hablaba sola con la luna, que con instintos maternales me acurrucaba y protegía entre su cuna de cráteres y escuchaba enternecida las plegarias que al cielo daba en busca de consuelo.

Yo la mujer de hielo, la mujer fría que todos tenían por mi, tuvo que aceptar por primera vez en mi vida que alguien había matado a la que un día fui, que con el fuego de sus brazos y los celos que me quemaban por dentro habían destruido la única coraza con la que luchaba contra el mundo, y no lo sabía. He tenido que besar otros labios, abrazar otros cuerpos... para saber que no puedo vivir sin ti... pero es necesario que te diga adiós. Me alejo de tu vida, te dejo esta nota y un beso, dando por terminada al fin esta batalla.
Datos del Cuento
  • Autor: P. Pastor
  • Código: 1124
  • Fecha: 22-01-2003
  • Categoría: Románticos
  • Media: 5.57
  • Votos: 75
  • Envios: 12
  • Lecturas: 5935
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
FRANBETI
invitado-FRANBETI 02-02-2005 00:00:00

TU ESCRITO ESTA FENOMENAL..FELICIDADES Y SIGUE COMO VAS..

Carolina Tejeda
invitado-Carolina Tejeda 01-02-2005 00:00:00

Bueno, me gustó mucho este cuento, por que con pocas palabras me sumergiste en toda una historia, quizá por que me identifiqué con tu historia.

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