Ellos contaban que todo empezó con una mancha en el piso. La famosa mancha, esa que cada uno le adjudicó al otro haberla ocasionado y que todos los de la casa juraban no haberla provocado.
La realidad es que la mancha existía en el piso de la cocina y todos los días al lavarlo, parecía que se iba y al secarse volvía a aparecer y la alegría que empezaba a crecer hasta que se secaba el piso, desfallecía en el mismo momento en que ella volvía a surgir.
Era como algo que los molestaba, algo insignificante pero que causaba un molestia interior tan grande que los había empezado a irritar, y ellos lo notaban de a poco, todos los días.
Cuando se levantaban ya no hacían como antes que cada uno se encargaba de algo y así sin darse cuenta en pocos minutos todo estaba listo para todos.
Ahora cada uno sin saber porque hacia algo exclusivamente para si, sin importarle el resto y los mas perjudicados eran los chicos que terminaban yéndose al colegio casi sin desayuno.
Con el pasar de los días la cosa fue empeorando, al desastre de la mañana le siguió la mala forma de tratarse, que empezó con burlas y siguió con malas respuestas, malas formas de trato, continuó con la cena de cada uno en silencio para que al cabo de unas semanas cada uno dijese que no quería cenar mas en familia y lo hiciese cada uno por su lado.
A todo esto la mancha según cuentan seguía y cada vez reaccionaba de diferente forma, según ellos iba creciendo y cambiando de forma, se agrandaba, se oscurecía, se atenuaba. La vida de ellos y de los chicos lo único que habia llegado a tener en común era el paso por la cocina a mirar la mancha y hacer algún comentario de cómo estaba ese día, si se había agrandado, si estaba mas oscura, en fin solo los unía la famosa mancha.
Ellos no se daban cuenta, pero los que los conocían decían que era tan importante lo que sucedía en el piso de la cocina, como si estuviera en peligro la vida de toda la humanidad.
Para ellos era algo inquietante, algo extraño y cruel que podía alterar todo.
De hecho habían alterado todo, perdido todo, dejado todo lo que los unía, el diálogo, el amor, la comunicación, las salidas, todo por algo que los preocupaba y los descolocaba. El problema era encontrar como una mancha rebelde podía llegar a disolver así una familia.
Cuando un amigo de ambos junto el suficiente valor para reunirlos y empezar a hablar, se dio cuenta que lo único que podían decirse eran cosas que hirieran al otro, era un combate verbal el que tenían, no una charla.
Al cabo de tres horas de herirse mutuamente, de nervios, llantos y gritos de ambas partes, empezaron a dialogar de verdad.
Habían dialogado por primera vez en mucho tiempo, habían aclarado sus problemas, habían encontrado algunas soluciones a hechos triviales que los atormentaban. Llegaron a tomar decisiones importantes, la principal, no agredirse y decirse las cosas sin esperar a que el otro las descubra.
Cuando estaban exhaustos, decidieron ir a la cocina a preparar café.
Estaban tan descolocados que no se dieron cuenta que el piso brillaba inmaculado y sin mancha alguna
Para una metáfora como ésta. Escrita de una manera elegante, con buena secuencia de hechos y con excelente final, metáforico en un 100%. Me agradó su lectura, me entretuvo el contenido y me hizo reflexionar su impactante final. Ojala y todas las casas del mundo consigan ese desmanchador tan efectivo para lograr la armonía familiar. FELICITACIONES ANDREA MAY... Estuvo fuera de serie. Alejandro