En nuestra vida nunca faltan problemas, presiones, tormentos, queremos escapar de ellos, evadirlos, deshacerlos... Muchas veces nos cegamos y dejamos ahogarnos en nuestro vaso de agua, pensando o sintiendo que somos los mas desdichados del mundo. Cuantas veces los sufrimientos han llegado a tal punto, que desearíamos desaparecer y mandar todo al diablo, alejarnos de nuestro entorno, olvidarnos de nosotros mismos, olvidar que existimos. Llegamos a soñar en nuestra infancia, en que como cambiaría nuestra vida, si en ese entonces tuviéramos los conocimientos y madurez que hoy tenemos, una utopía que mas de uno habrá anhelado mas de una vez.

¿Pero por que tiene que ser así? Muchas veces equivocadamente decimos: “Qué bonita sería la vida sin preocupaciones”, sin darnos cuenta que una vida así no sería interesante, se convertiría monótona y aburrida. ¿ Acaso no son los problemas, que al superarlos nos traen las satisfacciones?, ¿Acaso no son los fracasos los que nos hacen madurar?, ¿Acaso un camino sin obstáculos nos conduciría hacia lo ideal?... Deberíamos percatarnos entonces que, mas aprendemos de los errores y malo momentos, que de los días cálidos, tranquilos y sin emociones fuertes. En realidad es difícil encontrar personas que reconozcan y acepten que los problemas forman parte de nuestras vidas, que la felicidad no debe medirse con la presencia o ausencia de estos, sino que se encuentra en nosotros mismos y depende de cada uno encontrarla.

Como dijo Kahlil Gibran:

“ Nuestra alegría es nuestro dolor sin mascaras.
Y la misma fuente donde brota nuestra risa, fue muchas veces llenada con nuestras lágrimas.
Mientras mas profundo cabe el dolor en nuestro corazón, mas alegría podrá contener.
Cuando estemos contentos, miremos en el fondo de nuestro interior y encontraremos que solamente lo que nos produjo dolor, es lo que nos da alegría.
Cuando estemos tristes, miremos de nuevo en nuestro corazón y veremos que estamos llorando, en verdad, por lo que fue nuestro deleite.
El dolor y la alegría son inseparables, vienen juntos, cuando uno de ellos se sienta con nosotros a nuestra mesa, recordemos que el otro esta durmiendo en nuestro lecho: solo vacíos, conseguiremos estar quietos y equilibrados”.

El dolor, los problemas y las presiones, hacen que me sienta vivo, he comenzado a pensar así al ver que no puedo escapar de los interminables vaivenes y contratiempos de nuestra existencia. Cuando los días sin problemas y presiones se prolongan, llegan a hastiarme y aburrirme. Por eso me gusta ocupar mi tiempo al máximo, evitando mucho relajo, ocio y monotonía... Las actividades en las que estoy inmerso actualmente, no implican que busque únicamente mi superación personal, si no suplir esa necesidad de sentirme vivo, sentirme útil..., estas hacen además, que mis ratos de ocio sean mas placenteros, sintiendo que me gane el derecho de disfrutarlo, pensando además que cada caída, cada retroceso me dará mayor seguridad.

La presión es un incentivo para salir adelante y las dificultades, le dan a la vida un sabor especial, como el wasabi al sashimi, así los momentos de felicidad son mas profundos y duraderos. Cada etapa de la vida tiene sus problemas, uno nunca dejará de tenerlos y de afrontarlos, por eso desde ahora tratemos de cambiar la concepción tradicional de la palabra “problema” a “reto”. Buscando la plenitud, nuestra maduración constante, nuestro propio “yo”; llegaremos a ellos si hemos sido capaces de vencer y superar obstáculos, viviendo conscientes de nuestras posibilidades, aceptando objetivamente nuestras limitaciones, buscando dejar siempre recuerdos inolvidables, sin importar la edad que tengamos.