Transité por años, por décadas, viviendo horas tediosas entrelazadas en eterna espera el ardiente anhelo de hallar la mujer ideal. No la mujer perfecta, pues la perfección -si existiese-me resultaría harto aburrida. Quería, en mis nobles sueños de amor, encontrar aquella dama que tuviese la más excelsa virtud: la simpleza.
Y la simpleza que no es vulgaridad ni chatura; la simpleza que es sencillez en el pensar y en el obrar, que es emoción espontánea, sin lugar a cálculos emotivos ni retorcimientos convencionales. La mera simpleza, que al decir de Baltasar Gracián, es "el sello de la verdad".
El largo y extenso itinerario de mis sueños de la mujer ideal, un día fructificó topándome el destino con aquella dama tan deseada. Una dama que irrumpió 'causalmente' en mi vida, cuando menos la esperaba (aunque en lo profundo de mí sí la aguardaba). Una dama, con todas las letras; una joven fémina de bella apariencia y de extraordinaria alma. Mujer que de la vida sabe, que del dolor sabe más, pero que con su bagage de experiencia sólo ha cosechado el bien,
el perdón a quienes la hirieron, el optmismo para sobrellevar toda contingencia en las viscicitudes diarias con que la existencia en este mundo nos prueba. Esa mujer, que tuve la fortuna de hallar quién sabe por qué mecanismos
de la vida, en qué parte de la telaraña del destino es la que hoy disfruto y amo. Se llama María Estibaliz, nació y vive en Tenerife, un paraíso digno para ella, la Eva sin Adán. La mujer que esperaba también conocer el amor. Y que lo ha conocido ya. No sé si soy Adán, me conformo con ser solamente un mortal, un simple mortal, que la ama, que la necesita como el Primer hombre sobre el planeta necesito de la Primera mujer, y se dice que la obtuvo de su costilla. En esta época de alta tecnología y de baja humanidad, el chat de un sitio de internet suplió la costilla de Adán. La costilla o el costado, de donde surgió esta maravilla de ser humano.
Se dice, en esoterismo, que el primer hombre con que la mujer tiene su debut sexual es quien le infunde el alma, que antes de esto la mujer carece de ella. Y que ese alma es de la calidad de quien se la infundió. ¿Será así? Quién sabe. Sólo sé, que mi alma está dispuesta a la entrega total por este ser amado, que la comparto con ella y me fundo en su presencia, gustoso. Mi alma
también esperó ser poseída por la Luz, y Estibaliz es la Luz. Y yo anhelo ser su Luz también. Y siendo ambos Luz de Luz, la oscuridad
del desamor y de la soledad, ya no podrán anidar jamás nuevamente. Amo a Estibaliz ("De verano y dulce miel", tal el significado de su nombre vasco, proveniente de la Virgen de Alava), la amo íntegramente con mi alma. Ningún espacio de mi ser escapa al amor que le prodigo. Jamás amé así a mujer alguna en esta vida.
Finalmente, el ardiente anhelo que sostuve en lo más hondo de mí durante años, se ha critalizado.
Aquello que deseas de corazón, será realidad. Lo
he comprobado: Conocí al amor de mi vida. Te conocí MARÍA ESTIBALIZ. Te conocí y te amaré por siempre, Cielo Estrellado de mi alma.
sabes que te amo,eres quien esperaba,igual que tu a mi,mi cielo!!! gracias por encontrarnos!!!